En dos movimientos, Cambiemos volteó ayer el proyecto de paridad de género en la representación política electoral. Por un lado, negó la sesión especial solicitada por diputados de los principales bloques de la oposición y por el otro dejó caer la sesión ordinaria que el propio oficialismo había convocado para evitar que se plantee su tratamiento sobre tablas. “Las mujeres no queremos ser prenda de negociación por el voto electrónico”, sostuvo la diputada Cristina Alvarez Rodríguez (FpV-PJ), una de las impulsoras de la sesión especial que aglutinó al grueso del arco opositor –FpV, FR, Progresistas, Movimiento Evita y otros–. Alvarez Rodríguez denunció la “extorsión” del oficialismo sobre los senadores que frenaron la reforma electoral propuesta por el Gobierno pero que aprobaron por separado la paridad de género en la Cámara alta. Esta postura fue confirmada por el oficialismo a través de un comunicado: “el interbloque Cambiemos ha resuelto suspender la aprobación de la sanción que el Honorable Senado le diera al proyecto de paridad de género hasta tanto ese cuerpo se expida respecto de la modificación del sistema electoral”.
De esta manera, el gobierno hirió de muerte el proyecto sobre paridad de género que surgió de un reclamo que cruzó transversalmente a todos los bloques partidarios y cosechó la adhesión de diputadas y senadoras de los partidos que conforman la alianza oficialista. Incluso, si la oposición logrará avanzar con el proyecto y aprobarlo en el arranque del próximo año parlamentario, difícilmente pueda aplicarse en las elecciones legislativas de 2017.  
La paridad de género no estaba incluida en el proyecto de Reforma Electoral que el Ejecutivo envió al Congreso. Pero ante el reclamo surgido desde todas las bancadas políticas, el oficialismo decidió a regañadientes incorporarlo a la reforma electoral como moneda de cambio para el respaldo de la implementación de la BUE en todo el país en las elecciones de 2017, una de las prioridades legislativas que el presidente Mauricio Macri le reclamó a sus legisladores.  
La propuesta oficial logró avanzar en al Cámara baja con el acompañamiento de la oposición amigable, aunque los bloques que rechazaron al reforma electoral también votaron a favor del artículo que incluía la paridad. Sin embargo, la reforma se paralizó en el Senado pese a la presión que el Ejecutivo realizó sobre los gobernadores peronistas, a quienes reunió en la quinta presidencial de Olivos para conseguir su respaldo.
La resistencia de los senadores del FpV-PJ se adelantó a la jugada oficialista y el mismo día que Diputados daba media sanción a la reforma electoral, el Senado aprobaba su propio proyecto sobre paridad desdoblado de la reforma. Al mismo tiempo, presentaron un proyecto alternativo que eliminaba el conteo electrónico de votos e imprimía una boleta en papel para su recuento manual. Esta innovación atendía algunos de los cuestionamientos de los expertos informáticos que cuestionaron la vulnerabilidad del sistema. Mientras el Gobierno defendía la supuesta invulnerabilidad de un software que no está especificado en el proyecto y se desconoce quien será el proveedor o el fabricante de las máquinas que se emplearían.
Una reunión de los senadores con los gobernadores peronistas terminó de bajarle el pulgar al proyecto oficial. Sin embargo, Gobierno se había aferrado al reclamo presidencial y lo había incluído entre sus prioridades en la convocatoria a sesiones extraordinarias de diciembre, al tiempo que redobló la presión sobre los gobernadores peronistas.
Para defender su postura, el oficialismo volvió sobre el relato que mejor le sienta y le apuntó al kirchnerismo. “Nos piden que avancemos con la paridad para esconder que no quieren un sistema más transparente y equitativo de votación. Sólo saben jugar con la cancha inclinada a su favor”, dice el comunicado que firman “las legisladoras y legisladores del interbloque Cambiemos” (PRO, UCR y CC), con el único objetivo de remontar la derrota por al implementación de la BUE.