Algo se impone, interrumpiendo. Intuimos un bosque de agua y tintas, cálidas manchas que conforman paisajes con aires orientales y vistas aéreas de lo que parecen autopistas en pequeños centros urbanas. El ojo quiere ver más, pero nuevamente una figura arbitraria, contundente y poderosa lo impide. Familiar y extraña, propia y ajena, la letra A se alza como una figura geométrica, como un dibujo y como una vocal. Metamorfoseada en símbolo, su repetición desconcierta y la pregunta nace. Paradojas terrestres: para que algo igual se repita tiene que ser otro. El artista Alejandro Thornton expone estas paradojas  filosofando a través de sus obras en AbstractA  y explica: “Escrito de esta manera, es una palabra que solo contiene la vocal A, que tiene que ver con esta idea de ver a la letra, el verbo, como un dibujo, una forma gráfica, es decir abstraerla de lo convencional de su lectura y por otro lado, el juego de las mayúsculas al principio y al final tiene que ver con esto de la repetición, escrito de esa manera funciona, para mi, como una especie de loop que se repite en sí mismo, en línea con lo que sucede en las obras.”

Thornton viene trabajando hace tiempo con la cuestión visual de las letras y las palabras. Sus series Antes de las palabras y A de arte son la antesala de AbstractA, cuerpos de obra donde “la idea es de dejar de ver la A como tal y empezar a verla como forma gráfica, como un dibujo, como un par de segmentos diagonales asociados a uno horizontal. Si redoblo la apuesta, al trabajar de una manera más gestual, descontrolada o expresiva si se quiere, surge también la relación con una letra de imprenta y una tipografía visualmente neutra como la Helvética.”

La exposición se compone de cinco obras de gran formato, obras sobre papel y un libro de artista. Las obras grandes, podrían llamarse “pinturas” pero así, tal cual, con comillas, porque son obras sobre tela monocromas, trabajadas con tintas e impresiones de serigrafía, acercándose más a un dibujo o un grabado, situación que Thornton busca, trabajando como el describe  en “la búsqueda de una situación de ambigüedad disciplinar, clave también relacionada transversalmente con el dibujar/escribir o el ver/leer. Y a los cruces entre la literatura, el diseño y artes visuales”.

Cercano a la gráfica situacional de Juan Carlos Romero, quien incursionó en  la poesía visual en Diagonal Cero, fundada por Eduardo Vigo, Alejandro Thorton desarrolló su propia serie de Poesía visual. También influenciado por el movimiento europeo de los situacionistas  y los psicogeógrafos de la Internacional Letrista, que en sus juegos políticos y búsquedas vanguardistas hacían foco también en la arbitrariedad de las costumbres. Una política de la igualdad no podía dejar de lado la entidad de las palabras y el poder de lo que generan. 

En ese sentido, afirma el artista: “Para mi escribir es de alguna manera como dibujar. Esta relación la vemos también cotidianamente en su formato industrializado en la calle y claramente en las pantallas. Vivimos rodeados de imágenes que son información compleja y específica pero que asimilamos naturalmente. Pensemos en las señales de tránsito, carteles de información, publicidad, marcas, logos, etc. La imagen le suma a la palabra (y viceversa) un monto de información, características, ideas, gestualidades que no solo aumentan su complejidad sino que nos dan esa información de manera no verbal, produciendo o dando la posibilidad de otro tipo de lógica y razonamiento distinto al convencional”. 

Paul Klee también trabajaba en sus clases de la Bauhaus los caminos primarios hacia la forma, las tensiones de las formas primarias, indisociables de su contenido. Las artes visuales dejaron de ser pura imagen hace muchísimos años, para ofrecerse no sólo como hecho pictórico sino también como un campo de reflexión política y social. En ese espejo que resulta del cruce de lenguajes, plasticidad de las letras, visualidad de las palabras, como el nombre mismo del artista, su apellido, Thornton, construido con dos círculos, dos vocales, dos pupilas de ojo.

AbstractA se puede ver en Pabellón 4, Ramírez de Velasco 556, PB, hasta el 11 de octubre.