El escenario es el mismo, la obra parecida, la escena distinta. Hace poco más de un año Tito Cossa daba una entrevista a PáginaI12 en la misma oficina en la que lo hace ahora, fumando ininterrumpidamente de la misma pipa de tabaco negro, como hace ahora. Estaba espantado del avance neoliberal, como le pasa ahora, sólo que en ese entonces no imaginaba que fuera a ser “tan brutal”. Pero había una diferencia: en aquel momento contaba preocupado a este diario la por entonces noticia de que su amado Teatro del Pueblo, que administra hace más de veinte años, tenía que mudarse de su histórica sala y buscar otro lugar. Hoy, en cambio, la noticia es la celebración de una movida solidaria que llevarán a cabo esta noche los empresarios del teatro comercial para que Cossa y su equipo junten fondos para reconstruir la sala que acaban de comprar. 

La diferencia es notable. El más emblemático de los dramaturgos argentinos ya no tiene enojo por la que alguna vez llamó “mudanza obligada” (ver aparte) y hasta ve con entusiasmo la idea de mudar el proyecto teatral desde su ubicación actual, a metros del Obelisco, hacia la que considera una zona “muy teatral”: concretamente, la que alguna vez albergó al teatro Puerta Roja, en Lavalle 3636, donde el teatro que inauguró Leónidas Barletta en 1930 buscará seguir construyendo su historial. También es notable porque hace un año Cossa se preguntaba quién podría ayudar a la Fundación Somi –la entidad sin fines de lucro que tiene a su cargo la dirección artística del teatro– y hoy hay una lista grande de asociaciones que se sumaron a la “solidaridad teatral”. 

“Esta movida en particular me alegra mucho. Es un acontecimiento histórico que los productores y empresarios comerciales donen parte de su ganancia de un día a un teatro independiente porque hasta hace no tanto nos odiábamos. Antes, un actor del teatro independiente que iba trabajar en un teatro comercial era un muerto civil. Pero se ve que cambió el mundo y cambió el país”, dice Cossa sorprendido sobre “La noche del Teatro del Pueblo”, una iniciativa de la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales (Aadet), que donará todo lo recaudado en las funciones de esta noche de varios espectáculos (ver aparte) para la reconstrucción del nuevo espacio teatral, movida a la que algunos elencos también se sumarán. 

Según cuenta el dramaturgo, la idea es seguir con el criterio actual del teatro actual, con una sala grande y una chica, esta última para teatro más experimental. “Vamos a seguir difundiendo y montando obras de dramaturgos nacionales de toda tendencia y toda generación”, cuenta Cossa, que antes de empezar a hablar de política asegura que no le preocupa el desafío que tiene por delante porque “pese al contexto, nos las vamos a arreglar igual”.

–¿Están listos para la tarea de arrancar en nueva sala en medio de este preocupante panorama cultural?

–Estamos listos, sí, sobre todo porque en el ámbito cultural los gobiernos pueden hacer muchas cosas o no hacerlas pero la gente de teatro va a seguir trabajando igual. Así nacimos, así aprendimos, y así vamos a seguir, trabajando con poca plata, con pocos subsidios, con todo el ajuste que pueda venir. Así que sí, sabemos que va a ser un desafío pero lo vamos a enfrentar, aunque enfrente esté el proyecto neoliberal, que por otra parte no sé cuánto va a durar. 

–¿Cree que poco?

–Es que esto no es Brasil. La única forma de que cierre un proyecto neoliberal es con mucha violencia, y nuestro pueblo está muy movilizado. Es cierto qué hay estructuras gremiales muy corrompidas, pero a la hora de defender su campo de acción lo van a hacer. Por otro lado, ¿hasta dónde van a ajustar? ¿Van a aumentar las tarifas otra vez? 

–A propósito de este que dice, en la última entrevista que dio a PáginaI12, hace poco más de un año, los medios hegemónicos lo tildaron de “golpista” por decir que no estaba tan seguro de que el gobierno se fuera a terminar rápido. ¿Cómo lo vivió?

–Me divertí porque no estaba hablando de que a Macri lo echen los militares. En aquel momento pensaba que ojalá se pudiera producir lo que después se produjo en Brasil, pero al revés, un juicio político elevado por el Congreso. Hoy ya me doy cuenta de que no a va a pasar. Si bien creo que mucho más no pueden durar, seguro tenemos dos años más de macrismo y hay que aguantar.

–¿Le sorprendió algo de lo que pasó desde que asumió Mauricio Macri? 

–Sabía que iban a hacer todo, esto pero no sabía que iba a ser tan brutal. No es sólo lo económico, es la exaltación que hacen del individualismo. Los Kirchner dejaron el respeto a las minorías, el reconocimiento a los géneros, el matrimonio igualitario. Dejaron una mirada social igualitaria y de respeto por el otro. En cambio estos vienen con todo esto de la meritocracia y me produce mucho malestar. Estoy mal porque yo pensé que iba a terminar de estar en este mundo con un país mejor. Con los Kirchner dimos un paso adelante y ahora retrocedimos muchos. 

–¿Entonces le preocupa más el daño cultural que el económico? 

–Sin dudas. Lo económico también, igual. No soy economista pero leo todo el tiempo a economistas y no sé a dónde vamos a ir a parar con estas medidas. Pero me parece más preocupante lo simbólico, lo ideológico, esta especie de mundo de los empresarios, esta mirada impiadosa de la sociedad que determina que lo que no da plata no sirve. Es verdad que no basta sólo con los derechos. En los gobiernos de los Kirchner faltaron cosas, pero con ella (Cristina Kirchner), con (Daniel) Scioli o con quien fuera, era posible avanzar porque era posible discutir. Estos son una especie de robots que lo único que les importa es la planilla de Excel que tiene la entrada de los que se gasta y lo que se gana. Y además están apareciendo cosas que son más preocupantes todavía. Cuando la gente canta “Macri, vos sos la dictadura” se piensa en el último golpe, pero a mí me está empezando a recordar a la dictadura de Onganía, en la cual las fuerzas de seguridad estaban envalentonadas. Estabas en un café y te llevaban preso porque no tenías documento; ibas con tu novia a un hotel alojamiento y venían dos tipos a separarte y preguntarte el nombre del otro, porque si no lo sabías era prostitución. No creo que lleguemos a tanto ahora, pero me preocupa. 

–Bueno, ya hay un chico desaparecido y las evidencias parecen indicar que fue en manos de la Gendarmería Nacional...

–Eso es terrible. Es el síntoma mayor de todo esto que hablamos.

–¿Cree que es un antes y un después de este caso para el gobierno?

–Para ellos no, en todo caso para nosotros. Ellos miden todo en términos electorales y eso no les quita votos, porque nos preocupa a nosotros que ya no los votamos. Tienen los medios, tienen la Justicia. Está muy difícil. 

–En esa entrevista con este diario también dijo que la oposición estaba desorganizada. ¿Sigue pensando igual?

–Bueno, las elecciones potencian, así que este año eso cambió. Lo que veo es a Cristina en el centro del ring, demostrando que es una líder con una convocatoria importante. De todos modos no sé cómo va a terminar, porque lo que escucho todos los días de personas comunes me desencanta mucho. Un tachero que labura quince horas por día para llevar 1200 pesos a la casa me dice que está orgulloso de eso y que es lo que hay que hacer para pagar la fiesta de los doce años. Qué se yo. 

–La pelea diaria por la micropolítica...

–Sí, pero creo que ciertas mentalidades no las cambiás, las de lo que yo llamo la mayoría silenciosa. A esa mayoría no le importa la política, no sabe nada. Le preguntás quién es (Nicolás) Dujovne y no lo sabe. Todo pasa por su micromundo, por su casa, su familia, su trabajo. Votaron a Macri y lo van a volver a votar, salvo que les hayan tocado mucho el bolsillo.

–¿No cree que esa mayoría ahora está un poco menos silenciosa y envalentonada?

–No, los envalentonados somos nosotros, las minorías activas. Las silenciosas son siempre silenciosas, por eso no nos damos cuenta.