Un disco en tres dimensiones: pensado para escuchar, mirar y sentir. Así presenta la banda Koufequín a su nuevo disco, el tercero de una aventura musical que nació hace doce años, que ya supo cosechar pequeños y grandes seguidores, y que a medida que crece y se consolida, a juzgar por lo que suena, va por más. 3D se llama este nuevo disco, que viene con anteojitos para seguir las imágenes tridimensionales, en un despliegue audiovisual que también es una marca del grupo. También con anteojitos y con mucho despliegue será el show con el que hoy presentarán formalmente este 3D, en un encuentro que promete música y juego, nuevas canciones y otras que ya son clásicos como “Paparulo” o “Bicicleta musical”. Será a las 16 en la Caras y Caretas 2037, Sarmiento 2037.

Los integrantes de Koufequín son maestros de jardín y profes de música, y eso se nota en la propuesta, fundamentalmente en el vivo, en el modo en que presentan y desarrollan el show y las canciones. A Mauro Conde en guitarra y voz, Leandro Gajate en voz y Ernesto Algranati en guitarra y voz, se suma Federico Castro en visuales, toda otra pata con peso propio en la banda. También una cantidad de músicos sesionistas que completan el sonido de la banda con batería, bajo, teclados y otros condimentos. E invitados como los de este disco: los cubanos del Dúo Karma (Xóchitl Galán y Fito Hernández), que aportan su delicada impronta en “Lento”, y el charanguista Rolando Goldman, que suma sus cuerdas en el huayco “Para soñar”, que invita a hacer lo que indica su nombre. 

“Esta vez nos mandamos a hacer lo más grande a nivel musical, con muchos invitados, cuerdas, un trío de vientos... ¡no escatimamos esfuerzos!”, celebra Algranati tras el largo proceso del flamante disco, que les llevó cerca de un año de trabajo, entre la preproducción y la grabación. “Es un disco que pudimos grabar de principio a fin como queríamos nosotros, por primera vez. Creo que también pudimos profundizar una línea que veníamos trazando, la de ser una banda pop, rockera, folklórica... todo eso junto, porque todo cabe en nuestras canciones”, define. En esa línea de la canción como género que excede etiquetas, Koufequín se destaca por su búsqueda rítmica y también por sus letras, claramente pensadas para los chicos, pero que no excluyen a los adultos, desplegando también para ellos una cantidad de momentos poéticos o lúdicos. 

“Muchos grandes se copan con las canciones de Koufequín. Ante todo, nos copamos nosotros, porque si no, no nos saldrían”, aclara el músico. “Nosotros las hacemos para los chicos, les hablamos y los convocamos a ellos. Pero también sabemos que la infancia puede ser un territorio común; cuando uno juega, está compartiendo ese territorio, se está metiendo ahí. Eso no significa para nada que nos tenemos que aniñar, como no nos aniñamos como maestros ni como padres para compartir cosas con ellos”, advierte, y concluye: “También hay algo que adultos y niños compartimos, y es el hecho de que las cosas te gustan o no. Finalmente, lo que tratamos es de hacer cosas que estén buenas, que nos gusten y nos entusiasmen, porque pensamos que del mismo modo se van a entusiasmar los demás”.

Ese “entusiasmo” suma la atención puesta en lo visual y para este show la banda prepara una puesta que incluye imágenes en 3D, con repartija de anteojitos incluida. Hay también mucho juego, y mucho ida y vuelta con el público; en este punto, la “cancha” que los integrantes de Koufequín traen adquirida como maestros cobra un valor especial. “La mayoría de las cosas que proponemos en los shows ya vienen muy probadas y testeadas con los pibes, es cierto que contamos con esa ventaja”, dicen. “Pensamos los shows como si fueran recorridos de sensaciones, de emociones, buscamos canciones para distintos tipos de momentos... ¡es lo mismo que cuando planificamos una clase, pero adaptado a un show!”. Y si bien no son actores, mucho del histrionismo que los docentes suelen poner en juego (sobre todo aquellos que trabajan con la primera infancia) aparece volcado también en el escenario. “De todos modos, en escena lo nuestro nunca llega a ser un personaje –aclaran–. En todo caso está acentuado lo que somos, nuestros rasgos, pero nunca dejamos de ser nosotros cantando en el escenario”.