Uno puede entrar a la exposición de José Alejandro Restrepo y encontrarse con cualquier imagen. Una al azar, quizás, de las que forman parte de su video Via Crucis. Por ejemplo, las imágenes del entierro del narcotraficante Pablo Escobar, que luego el videoartista colombiano articula con cortes transversales de féretros, uno de ellos con alguien enterrado vivo. Una imagen potente dentro de una selección de terrible potencia en la muestra Religión catódica, que se puede visitar hasta el 20 de octubre en Fundación OSDE (Suipacha 658) con curaduría de Jorge La Ferla.

“Restrepo es uno de los artistas más trascendentes en Colombia de los últimos años y además está teniendo un crecimiento internacional muy grande”, comenta a PáginaI12 La Ferla. El curador hace hincapié en los ejes temáticos de la muestra: religión, poder, memoria, periodismo, medios de comunicación. “Aquí en la Fundación OSDE, si bien mayormente se exponen artistas argentinos, interesaba mucho la proyección de esta obra sobre la realidad de América Latina”, señala el especialista.

Religión catódica alberga una decena de obras (muchas de ellas reformuladas especialmente para el espacio, explica con orgullo su curador). La mayoría son piezas de videoarte o que incluyen el video como parte importante de su realización, pero también hay reformulaciones de otras obras, puestas en relación que destacan sentidos posibles, sea en viñetas de historieta o en imágenes de atletas olímpicos puestos a dialogar con dibujos de la evangelización católica en China. Y aunque la más impactactante es Via Crucis, las otras también revelan su potencia tras unos minutos. Así, el díptico en videos Iconofilia/Iconoclastia revela las tensiones sociales que se suceden entre los intentos de distintos actores de mostrar y ocultar las mismas imágenes.

El visionado del conjunto de obras hace sedimentar en el espectador la sensación de que el discurso religioso atraviesa todos los demás en los medios colombianos. Incluso el periodístico. Si en Argentina algunos dientes chirrían cuando se titula “milagro” por alguna cirugía compleja exitosa, en Colombia entrarían en crisis nerviosa. La cantidad de alusiones, referencias o directamente parábolas vinculadas al catolicismo con cualquier excusa, desde una operación militar contra la guerrilla hasta el desalojo de vendedores ambulantes en pleno centro urbano. Y la cosa llega al paroxismo si se trata de noticias sobre festividades religiosas: directamente se emiten escenas de crucifixiones.

La Ferla compara esas imágenes con la obra de la cineasta Lucrecia Martel. “Ella habla de este tema en La niña santa, de cómo esto puede aparecer también en provincias ultra religiosas o con prácticas populares de fe excesiva, como la Difunta Correa, porque el tema es que una cosa es el día festivo y otra cómo la televisión lo incentiva”, analiza.

“Lo que sucede en Colombia es que no está sólo en festividades y en catástrofes, sino en lo periodístico; se reporten acciones de la guerrilla o del Ejército, o de lo que sea, siempre hay una invocación a Dios o a la Religión”, destaca. La imagen que encabeza la muestra, de hecho, muestra a un militar besando una estampita. “Hay una cosa de mostrarlos como cruzados, como soldados de Dios, y eso implica que siempre está el problema del Otro, y la religión con el Otro tiene sólo dos opciones: o lo convierte o lo mata”, ahonda. 

El propio Restrepo refrenda el análisis de La Ferla en el texto que acompaña la muestra. Allí dice que “el Ejército colombiano implementa acciones antisubversivas como Vuelo de Ángel, Arcángel San Gabriel, Armagedón, Redentor, Génesis, Apocalipsis y la más célebre Operación Sodoma. Sodoma, apelativo terrorífico de destrucción y muerte contra la guerrilla de las FARC realizada el 22 y 23 de septiembre de 2010. Sodoma y Gomorra fueron las ciudades destruidas con fuego y azufre a causa de la concupiscencia contranatura de sus habitantes. Todavía persisten los ecos de la Conquista de América en su misión cristiana de combatir el pecado”.

Aún más, Restrepo profundiza en comparaciones con los discursos más allá de su país y de América Latina, como los de representantes de Estados Unidos o de Rusia, y concluye con una serie de preguntas–reflexiones del filósofo francés Jacques Derrida: “¿No será que todas las guerras, en el fondo, son guerras religiosas? ¿En nombre de la religión de la patria, de la religión de la democracia, de la religión de la soberanía, de la religión de la raza, de la religión de la propiedad?”

Religión Catódica recorre todas esas posibilidades y más. Droga traficada en imágenes de santos, la búsqueda de un “Caballero de la Fe” en un hombre que alimenta palomas mientras el Ejército interviene en la toma del palacio de Justicia de Colombia, una mujer a la que le lavan los pies en una plaza. Religión catódica es una muestra contundente, de gran riqueza. La Ferla observa que, además, goza de enorme actualidad, pese a que gran parte de su cuerpo de imágenes datan de mediados de la década del 90. “Estas imágenes moldearon el modo en que los colombianos ven el proceso de paz que parece haber concluído hace poquito y que ahora hay que ver a dónde lleva”.