Si el beso es la concreción de un deseo, la edición discográfica de Bésame en la boca llegó para satisfacer un prolongado anhelo de Alejandra Zambrini, la actriz y cantante que, bajo dirección de Rodolfo Pacheco, estrenó en 2009 un espectáculo centrado en un repertorio esencialmente tanguero. Desde entonces, y acompañada siempre por Lucas Querini en piano y Guillermo Copello en violín, el trabajo giró por ciudades varias (argentinas, extranjeras), pero no fue sino hasta noviembre de 2014 que el trío pudo ingresar a estudios para eternizar su bello abordaje a un cancionero donde, besos mediante, conviven Homero Expósito, Héctor Stamponi, Discépolo, Alfredo Zitarrosa, Mercedes Simone y Azucena Maizani, entre otros grandes nombres. Esta noche, a las 21.30, en la Terraza de la Cúpula de Plataforma Lavardén (Mendoza 1085) todos ellos volverán a reunirse en la voz de Zambrini, que celebrará al fin la concreción de ese deseo "que estaba desde hace largo tiempo".

Así lo admite la ex integrante del grupo Stravaganza, que explica: "Resultaron tan lindos los arreglos, son tan bellos, elaborados, tan sutiles, que desde el comienzo del espectáculo tuve la idea de plasmarlo en un disco para que sea perdurable". Sin embargo, el proyecto terminaría demorando más de cinco años en llegar al estudio (y siete en ser editado), un poco por el propio "devenir de la vida", otro tanto por las contingencias que suelen teñir al trabajo independiente. Sin embargo, el paso de tiempo resultó un aliado para Zambrini, que admite: "Fue una gran ventaja, porque el espectáculo maduró mucho. A medida que uno va transitando las cosas, se van perfeccionando, puliendo. Un espectáculo, una obra musical, cuanto más tiempo tiene andando se va poniendo cada vez más fino. Que haya transcurrido este tiempo fue un beneficio, todo está más maduro, los arreglos se fueron retocando, está todo mucho más lindo".

- Hacer un disco siempre invita a ampliar la instrumentación. Ustedes en cambio decidieron mantener el formato de piano, violín y voz.

- Sí, fue una duda que tuvimos cuando empezamos a pensar concretamente en el disco, pensamos si sumábamos un contrabajo, un bandoneón... Después llegamos a la conclusión que la música era esta, tal como fue construida para el espectáculo, y funciona muy bien. Es una formación rara para el repertorio que hacemos, por ahí parecería que requiere otros instrumentos. Pero esta formación resultó bárbara, Lucas y Guillermo son unos genios, son muy buenos arregladores.

Ya con el disco en sus manos, Zambrini entiende que esta edición permitirá entrar en contacto con nuevos públicos. "De alguna manera cierra una etapa, pero abre otra nueva, distinta. El disco permite llegar a otros lugares", asegura, y remarca: "Estoy muy contenta, siento que en el disco hemos logrado una síntesis que permite que tenga su vida propia. No es necesario que hayas visto el espectáculo. Son cosas independiente".

En este trabajo, Zambrini potencia además su rol como cantante, situación que entiende como consecuencia "de la presencia de Lucas y Guillermo, que hacen que la música sea muy grande dentro del espectáculo". "A la vez también es como un reto diferente --agrega--. Porque cuando vos tenés el recurso de la actuación, podés no ser tan exigente con lo musical, con la pulcritud, la técnica, porque el feedback con el público permite imperfecciones que no van en desmedro de la obra. Pero esa propuesta musical tan exquisita que hemos logrado también me planteó a mí el desafío de perfeccionar a la cantante, ponerme más exquisita yo también, enfocarme más en la prolijidad de cantar, en el proceso del canto. Para mí es un crecimiento".