La falta de brillantez que tenían los equipos de Boca conducidos por Carlos Bianchi en la década pasada, era un factor que servía como cuestionamiento, ya que la efectividad que poseían era incuestionable. Además, otro aspecto que le reconocían era que una vez que se ponían en ventaja, resultaba muy difícil revertir esa situación para sus rivales. Lo que exhibió ayer el campeón actual ante Chacarita fue lo más parecido a aquélla versión futbolística. El líder se puso en ventaja rápidamente, y el juego ingresó en un letargo que se mantuvo hasta el final.

El gol de Pavón a los dos minutos resolvió todo. A partir de ahí, el aburrimiento fue el que dominó la escena, apenas matizado por el fervor que llegada desde la tribuna local. Más allá de que la versión de Barros Schelotto se viene caracterizando por el el traslado de la pelota por abajo como premisa fundamental, la sensación que quedó fue que el equipo jugó con el piloto automático. Ni siquiera quedaron secuelas de la eliminación de la Copa Argentina en la semana, ya que el público lo dejó de lado. 

El enfoque no sólo del plantel sino del club, está puesto en la Copa Libertadores del año próximo, y la Superliga será prioridad hasta que inicie su camino continental, en febrero de 2018.

El efecto durmiente que utilizó el local comenzó a tener su efecto cerca de los diez minutos. Con la ventaja, le dio la pelota a Chacarita, que nunca supo que hacer con ella.

Para colmo, la expulsión de Cardona, cuando apenas se jugaban 15 minutos, fue la excusa para que el equipo se replegara en su campo y eligiera el contrataque como arma ofensiva. El colombiano cometió dos faltas en la cara del árbitro, y la doble amonestación llegó muy rápido. Boca contó con la ventaja que su rival, que jugó 38 minutos con un hombre de más, no pudo rematar al arco. Recién lo hizo en los primeros segundos de la segunda parte, siete minutos antes de que quedaran igualados en cantidad por la también expulsión de Mellado. 

Boca tuvo el control, a pesar de no tener la pelota, del desarrollo del partido. Y cuando parecía que se iría encima de Chacarita cuando se fue Mellado, eso no ocurrió y siguió con la misma postura. En todo ese marco, se las ingenió para tener más oportunidades que su adversario. Entre Benedetto, Pablo Pérez, y el propio Pavón, pudieron aumentar la diferencia pero entre la falta de precisión y el arquero Pedro Fernández se lo impidieron. 

La suma de puntos es perfecta. El juego había tenido su punto más alto la semana pasada ante Vélez, pero en sus dos últimas presentaciones Boca no pudo respaldar ese rendimiento en Liniers. Sin embargo, con la tibieza de rivales como Chacarita, eso le alcanza para seguir en la cima del campeonato desde noviembre del año pasado.