Creyente 2 5 puntos

Dokjeon 2, Corea del Sur, 2023

Dirección: Jong-Yeol Baek

Guion: Cheong-Hong Jeon

Duración: 114 minutos

Intérpretes: Cho Jin-wong, Seung-Hoon Oh, Han Hio-joo, Seung-Won Cha, Tzi Ma, Lee Joo-young.

Estreno: Disponible en Netflix.

Durante 2022, en esta misma sección se comentó de forma elogiosa el estreno de Yaksha: operaciones despiadadas. Dirigida por el cineasta surcoreano Hyeon Na y a partir de las fórmulas que han hecho de Corea del Sur una potencia del cine comercial, la película lograba darle forma a una historia de espías con extraordinaria conciencia cinematográfica y pulso narrativo. Los objetivos del díptico Creyente y Creyente 2 son similares. En busca de ofrecer un producto atractivo para el gran público, esta saga monta su base de operaciones sobre el género de acción, uno de los más exitosos, concebido como casi todos ellos en la gran matriz del cine industrial que es Hollywood.

Aunque dentro del cine de acción Yaksha elige el terreno de la intriga internacional y Creyente va por el lado del policial, las tres películas comparten una serie de intenciones que tienen que ver tanto con lo formal como con lo argumental. La primera coincidencia tiene que ver con la escala “global” de un relato cuya acción no se detiene en las fronteras coreanas, sino que, como la realidad, necesita expandirse para encontrar el sentido. En Creyente, donde ambas películas plantean la continuidad inmediata del mismo relato, el núcleo argumental se centra en el mundo del narcotráfico y en la obsesión de un agente de policía por atrapar a un criminal que, de forma fantasmal, se multiplica en distintas personificaciones que lo hacen inhallable.

La otra coincidencia tiene que ver con la búsqueda del vértigo para poner en abismo la complejidad que ambos universos plantean. Sin embargo, en este caso las coincidencias no logran superar las meras intenciones. En ambas películas del díptico -que como Yaksha están disponibles en Netflix-, pero sobre todo en la segunda, esa aceleración que propone el relato y la puesta en escena no corren a la par. Al contrario, los trucos de cámara, el montaje adrenalínico y fragmentado, la banda sonora que fluye de lo tecno a lo ominoso y cierta pedantería fotográfica, van siempre varios pasos por delante de una trama que constantemente se pisa los cordones desatados y trastabilla consigo misma.

A diferencia de Yaksha, donde la búsqueda comercial tenía una contraparte en su sólida propuesta estética, en las dos mitades de Creyente queda expuesto de forma muy clara el carácter seriado. Hay dos elementos que permiten confirmar que se trata de un producto de molde, casi de explotación, que puede resultar más o menos atractivo dependiendo de quien sea el espectador, pero que no plantea ningún riesgo para nadie. Ambas películas tienen directores y guionistas distintos, sin embargo eso nunca se nota en pantalla: podrían haberlas filmado o escrito otros 10 directores o guionistas y sería lo mismo. La identidad de Creyente no es artística, sino que la determina su producción.