Ucrania ha pedido a sus aliados occidentales armas más adecuadas para combatir en invierno contra el Ejército ruso. Éste, a salvo tras sus reforzadas defensas, redobla sus ataques contra las infraestructuras críticas ucranianas, a fin de desmoralizar a la población y alargar el conflicto al menos hasta las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos.
La guerra en Oriente Medio opaca la lucha de Ucrania contra Rusia y la llegada del invierno da por finiquitada la contraofensiva lanzada por Kíev a principios de junio. Esa es la realidad y ya la reconoce hasta el propio presidente Volodímir Zelenski.
El líder ucraniano constató esta semana los apuros de sus fuerzas armadas para mantener su presión sobre el Ejército del Kremlin y consideró que es necesario, al menos en los próximos meses, dejarse de veleidades de reconquista, reforzar las defensas y aguantar un eventual embate ruso.
Rusia ha retomado la misma estrategia que utilizó el año pasado por estas fechas: la destrucción de infraestructuras civiles ucranianas con el bombardeo desde aviones, por medio de la artillería terrestre o con ataques masivos de drones, como el ocurrido esta semana contra Kiev. El objetivo es desalentar a la población civil y minar la resistencia militar con la destrucción de depósitos de combustible, sistemas eléctricos o distribuidoras de agua potable.
En estos momentos, la recuperación del territorio en manos de Rusia a corto o medio plazo queda fuera de los planes de Ucrania. Casi medio año después del comienzo de su contraofensiva, no ha tenido victorias destacables y el desgaste ha sido muy grande, aunque ahora se intente en Kiev y los cuarteles de la OTAN en Bruselas ofrecer una visión un tanto alejada de la realidad.
Stoltenberg y su "visión" de la guerra
En la reunión de ministros de Exteriores y del primer Consejo OTAN-Ucrania que la Alianza acogió esta semana en Bruselas, el secretario general de la Organización militar, Jens Stoltenberg, reiteró el compromiso aliado con Kiev, pero también dejó caer una serie de datos que rozaban más la desinformación que la situación real del campo de batalla.
Según Stoltenberg, Rusia ha perdido más de 300.000 soldados en la guerra contra Ucrania, además de "cientos de aviones y miles de tanques". Y "este año siguen infligiendo grandes pérdidas a Rusia", aseveró el político noruego.
Stoltenberg insistió en las enormes pérdidas de las fuerzas rusas, pero no dio una sola cifra sobre las bajas ucranianas, como tampoco mencionó los problemas que está teniendo el Ejército de Kiev para reponer su munición de artillería o utilizar en un rendimiento aceptable los súper tanques Leopard, Abrams y de otros tipos cedidos por Europa y Estados Unidos sin demasiado éxito.
En esta reunión de Bruselas, el ministro de Exteriores ucraniano, Dmitro Kuleba, recordó que del millón de rondas de munición de artillería prometidas por la Unión Europea, Ucrania solo había recibido 300.000 unidades.
Finalmente, el secretario general de la OTAN se vio obligado a reconocer que Rusia no puede ser subestimada, porque "no han cambiado" sus objetivos en Ucrania y porque ha reunido "un gran arsenal de misiles de cara al invierno" a fin de seguir golpeando los sistemas de energía ucranianos.
El fracaso ucraniano es la solidez de la defensa rusa
Esta es la clave que no han sabido ver los militares de la OTAN. Mientras todo el mundo hablaba de la tan cacareada contraofensiva ucraniana del verano, Rusia se preparaba para el invierno, reforzando sus defensas y acumulando misiles y bombas.
Ante tal situación y antes de que sea demasiado tarde, es imprescindible "una mayor rapidez y efectividad" en el refuerzo de las defensas y fortificaciones ucranianas, señaló esta semana Zelenski, El líder ucraniano reconocía así que el fracaso de la contraofensiva lanzada por Kiev se debió en buena parte a la solidez del atrincheramiento ruso a lo largo de un millar de kilómetros, con inmensos campos minados y numerosas trampas anticarro que hacen cuanto menos muy difícil cualquier avance motorizado hacia el este.
"Los fondos existen y todas las decisiones están tomadas. Ahora debe hacerse el trabajo correspondiente sobre el terreno. Todo está perfectamente detallado. Hay minas y cemento suficientes", explicó Zelenski. Para ello, el Gobierno de Kiev ha destinado la mitad de su gasto público a pertrechar al Ejército en este nuevo rumbo de su estrategia.
El problema es que Rusia está haciendo lo propio y ya ha incrementado en un 67% su presupuesto en defensa para 2024.
Esto se ha reflejado en la fijación rusa por determinados puntos del frente. Ya ocurrió con Bakhmut, en Donetsk, que finalmente cayó en mayo pasado en manos rusas, tras meses de asedio y decenas de miles de muertos en ambos bandos.
Rusia ya ha incrementado en un 67% su presupuesto en defensa para 2024
Ahora sucede lo mismo con Avdiivka, no lejos de Bakhmut. Las tropas rusas han avanzado en la dirección de aquella localidad devastada por la guerra, pero clave para cualquier avance hacia el corazón de Ucrania. Desde principios de octubre, el Ejército ruso ha hecho avanzar un par de kilómetros su línea del frente en esta zona, en la mayor conquista de terreno lograda desde la primavera.
La propaganda occidental insiste en que tales magras ganancias han sido a costa de miles y miles de muertos rusos. No se mencionan las bajas ucranianas en esos mismos combates ni tampoco la inquietante realidad de que Rusia sigue incorporando a filas a miles de soldados a un ritmo que hace tiempo dejó de tener Ucrania.
La importancia de la aviación o de su carencia
La batalla de Avdiivka también ha puesto de manifiesto la importancia que está teniendo la aviación rusa en esta ofensiva, con sus misiles disparados incluso desde fuera del territorio ucraniano. Por eso se espera que los cientos de pilotos ucranianos que se entrenan en Estados Unidos y que comandarían las decenas de F-16 que podría recibir pronto Ucrania puedan suplir sus carencias en este ámbito y suponer un punto de inflexión en la guerra.
Precisamente esta semana el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Seguridad, Josep Borrell, ha prometido 194 millones de euros adicionales para el entrenamiento de militares ucranianos. La UE ya ha destinado más de 27.000 millones de euros a la ayuda militar a Ucrania.
Cerca de 100.000 soldados ucranianos han recibido entrenamiento o están siendo entrenados en Europa y Estados Unidos. Si estas tropas bien pertrechadas pudieran entrar en acción esta próxima primavera, o incluso antes si Ucrania dispusiera del armamento invernal reclamado por Zelenski este miércoles, entonces las cosas podrían cambiar en la contienda.
Lo único que crece en Bruselas es el nerviosismo y la incomprensión de la estrategia rusa
Si de alguna forma, el Ejército ucraniano logra atravesar masivamente algún punto de la línea rusa del frente, especialmente en las regiones de Jersón y Zaporiyia, se podría producir una reacción en cadena que despejaría amplias zonas de sus defensas. Las fuerzas ucranianas podrían alcanzar el mar de Azov y partir en dos el territorio conquistado por Rusia desde la invasión del 24 de febrero de 2022.
Esta posibilidad de momento solo es un sueño. Entretanto, lo único que crece en Bruselas es el nerviosismo y la incomprensión de la estrategia rusa, como han evidenciado estos dos días de reuniones de ministros de Exteriores de la Alianza, con asistencia ucraniana.
El temor en el Báltico a la guerra híbrida rusa
Finlandia y los países bálticos (Lituania, Letonia y Estonia) han entrado en pánico ante la supuesta maniobra de Moscú de enviar oleadas de inmigrantes irregulares procedentes de terceros países a través de las fronteras que esos estados tienen con la Federación Rusa. El objetivo de esta "operación híbrida" sería provocar la "inestabilidad" en el nordeste de Europa.
Trump dijo en una ocasión que, de ser presidente de EEUU, pondría fin a la guerra de Ucrania en 24 horas
"Rusia representa una amenaza existencial a largo plazo para la comunidad euroatlántica y nos sentimos dispuestos a hacer cualquier cosa como parte de la Alianza para reforzar la defensa y disuasión de nuestra región", indicó en Bruselas la ministra finlandesa de Exteriores, Elina Valtonen. Finlandia y sus vecinos ya han cerrado el paso de personas en la frontera con Rusia ante esa llegada masiva de refugiados y otros migrantes.
Los bálticos, junto a Ucrania y Polonia, han decidido además boicotear la reunión que la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) celebra este jueves y viernes en Macedonia del Norte tras conocer el anuncio de Rusia de que enviará a su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, al encuentro.
Este será el primer foro de la OSCE en la que participa Rusia desde que invadió Ucrania y ha sido contemplado como una entreverada señal del Kremlin de que podría estar pensando en negociaciones a largo plazo.
EEUU, la clave para un alto el fuego en Ucrania
En Kiev y Bruselas crece la preocupación de que un eventual cambio de liderazgo en Estados Unidos, es decir, si el demócrata Joe Biden fuera sustituido por el republicano Donald Trump tras las elecciones de noviembre de 2024, pudiera llevar a que Washington, principal aliado de Kiev contra Moscú, cambiara el tablero de juego y admitiera la partición de Ucrania a cambio de la paz.
Este miércoles, Kuleba insistió en que Ucrania ni se plantea la secesión de su territorio. "Nuestro objetivo estratégico, que es la integridad territorial dentro de las fronteras internacionalmente reconocidas a partir de 1991, permanece sin cambios. Y nada nos detendrá", explicó el ministro de Asuntos Exteriores ucraniano.
Lo que está en juego, argumentó, "no es solo la seguridad de Ucrania, sino la seguridad de todo el espacio euroatlántico".
No es de extrañar que el presidente ruso, Vladímir Putin, aplace cualquier negociación sobre Ucrania
El problema para los ucranianos es que tal espacio queda cada día más lejos de Estados Unidos y más aún de unos Estados Unidos eventualmente gobernados por Trump, quien, en una ocasión, dijo que, de ser reelegido, pondría fin a la guerra de Ucrania en 24 horas.
No es de extrañar, entonces, que el presidente ruso, Vladímir Putin, aplace cualquier negociación sobre Ucrania hasta que el año próximo se decida quién será su homólogo en la Casa Blanca. Entretanto solo queda ganar tiempo.