Las dos estructuras partidarias que hasta hoy estuvieron en el centro de la escena política argentina, el peronismo y Juntos por el Cambio, luego del triunfo de Javier Milei, entraron en una profunda crisis. Sucede que la aparición de un personaje que no pertenece a ninguna estructura partidaria y que, más allá de eso, convocó a grandes masas populares para ganar la presidencia, pegó en el corazón de la política en ambos lados de la grieta. En un contexto como este, de desorientación y falta de liderazgos claros, el peronismo --en sus distintos sectores y expresiones-- se encuentra ante la difícil tarea de evitar la diáspora y en la necesidad de construir consensos que abarquen a todos más allá de los intereses o preocupaciones sectoriales de cada uno de los espacios que contiene.
Unión por la Patria llega a este momento con algunas certezas: ganó la provincia de Buenos Aires de la mano de Axel Kicillof --también lo hizo en otras provincias como Formosa y Santiago del Estero--; su fórmula obtuvo en el 45 por ciento de los votos en el balotaje y, gracias al mejor resultado que obtuvo en las elecciones generales del 22 de octubre, logró consolidar un bloque de más de 100 diputados y la primera minoría en el Senado. "No es poca cosa", remarcan en el -todavía- oficialismo. El problema principal es que el peronismo deberá enfrentar el gobierno de ultraderecha de Milei con una crisis identitaria, sin un liderazgo claro y con el peligro de romperse.
El sentimiento de "orfandad", y rol clave de los gobernadores
Sergio Massa quedó golpeado después de la derrota que lo dejó detrás de Mieli por casi 12 puntos; Cristina Fernández de Kircher se aleja cada vez más del centro de la escena --y hasta se habla de que pasará una larga temporada en El Calafate sin saber aún el futuro del Instituto Patria-- y Alberto Fernández, si bien dice que no quiere dejar la conducción del PJ, nunca tuvo un liderazgo concreto y, además, piensa irse a vivir a España. En este esquema, los que serán actores determinantes son los gobernadores. Es decir, dirigentes con representación territorial fuerte que van a salir a defender sus derechos e intereses más allá del espacio al que supuestamente pertenecen (algo que, en muchos casos, es difícil de precisar).
En Juntos por el Cambio pasa algo similar a lo que ocurre en el peronismo: los diez gobernadores de ese espacio no tienen un líder claro y no responden a Macri. De hecho, en una reunión que tuvieron la semana pasada aclararon que no piensan "cogobernar con Javier Milei".
Por otro lado, están los gobernadores de Río Negro, Alberto Weretilneck; de Misiones; Oscar Herrera Ahuad; de Salta, Gustavo Sáenz y de Neuquén, Rolando Figueroa que, si bien apoyaron la candidatura de Massa, no responden de forma lineal al peronismo. Todos ellos la semana pasada se reunieron para decir que, de cara a la próxima composición legislativa, "promoverán en forma conjunta un trabajo articulado con los representantes provinciales en las cámaras de Diputados y Senadores, promoviendo iniciativas que defiendan los intereses provinciales y promuevan el federalismo".
La Libertad Avanza, al no tener peso propio en el Congreso, intentará --y de hecho fuentes revelan que Milei ya comenzó con esa tarea-- negociar con los gobernadores uno por uno para tratar de conseguir votos de los legisladores que responden a ellos y aprobar las leyes que quiere llevar adelante. Amenazando, en muchos casos, con el financiamiento que las provincias necesitan de Nación. En una de las fotos más importantes de la semana pasada, sin embargo, un grupo de 29 gobernadores entrantes y salientes, de la oposición y del oficialismo, se reunieron y consensuaron un proyecto conjunto, que la semana que viene el PEN enviará al Congreso, para pedir que se coparticipe el 50 por ciento del impuesto al cheque. De ese modo, ya comenzaron a marcarle la cancha a Milei y a demostrar fuerza.
La situación en el Congreso y la posibilidad de armar un interbloque
El riesgo más grande que corre el peronismo, en un escenario en el que quedó sin líder, es que ocurra algo similar a lo que sucedió durante el macrismo: que se rompan los bloques en el Congreso y que cada uno empiece a responder "suelto" a sus intereses particulares/provinciales sin pensar en el conjunto del espacio. "Mieli va a necesitar al PJ y lo va a querer partir", opinan en el oficialismo. Voces parlamentarias de UP consideran que el nuevo gobierno va a intentar "fragmentar y generar discusiones en base a apremios que los gobernadores van a tener por falta de recursos", y que, en esa línea, van a "establecer contactos bilaterales para producir un desgajamiento que nos impida cohesionarnos en torno al mandato que tenemos de los que nos votaron".
En el peronismo son varios los que consideran que es necesario, al menos por ahora, "construir un liderazgo colectivo a partir de figuras fuertes dentro de los gobernadores", y que con esa estrategia será factible "darle cohesión al bloque en las cámaras". En el Congreso, el bloque de Diputados de UP tuvo en el último tiempo distintas reuniones en las que conversaron sobre la necesidad de "ensayar posibilidades", para la construcción futura. En esos encuentros entre Diputados, más allá de hablar del sentimiento de orfandad, los legisladores analizan, ante la posibilidad de una fractura, armar "un interbloque", como tiene actualmente JxC, con pequeños bloques que respondan a uno mayor.
"Quizás eso sea una solución intermedia que nos permita mantener una coherencia en las decisiones políticas generales y tener flexibilidad para que en algunas cuestiones algunos hagan juego propio", analizó un diputado en diálogo con este diario ante el riesgo de que "vuele todo por el aire". "Ahora que va a haber un Menem en la Cámara de Diputados se van a dedicar a rompernos a nosotros. Por eso hoy la unidad es fundamental, pero una unidad que no sea uniformidad. Que cada uno tome el carril que quiera, pero todos tirando para el mismo lado", explicó otro legislador.
Aún no está conversado quién liderará el bloque, pero son varios los diputados que consideran que el más calificado para la tarea que viene es Germán Martínez. Un hombre que tiene a su favor no estar identificado con ningún sector en particular: no es kirchnerista, ni albertista, ni massista. "Eso le da la neutralidad necesaria para recorrer distintos campamentos y golpear todas las puertas. Es una figura importante para esta etapa", opinan en UP. Otra figura que algunos diputados consideran que será clave en ese armado es la diputada Paula Penacca. "Si bien ella responde a la Cámpora, es buena operadora, y en tándem con Martínez pueden funcionar bien", opinó un compañero de banca.
El otro escenario: El PJ nacional
Más allá de lo que ocurra en los pasillos del Congreso, también será clave el PJ nacional. "Hay que intentar construir un espacio colectivo que comprometa desde lo político porque si dejamos librado a la conveniencia de cada gobernador será remar contra la corriente", opinó un dirigente peronista. Otro añadió que será necesario que Alberto Fernández tome licencia o deje la presidencia del PJ --el mandatario ya consiguió que el partido proponga a Juan Manuel Olmos al frente de la AGN, algo que él impulsaba-- y que, luego de su partida, se convoque a una reunión del Consejo en la que se comience a armar "una especie de comisión de acción política".
A esa comisión, dicen, se deberá "convocar a todos". Es decir, representantes de las provincias, pero también gremialistas. Allí serán claves las figuras de Gildo Insfrán, pero también la de otros gobernadores que dejaron sus funciones como Juan Manzur o Coqui Capitanich. Gerardo Zamora, por más que no forme parte del PJ, también podría ser de la partida. Axel Kicillof, por supuesto, será central, pero el gobernador tendrá muchos desafíos que atender al frente de la provincia más importante del país, que será otro de los territorios de batalla.