Tras el traspaso del mando, el próximo domingo 10, Cristina Fernández de Kirchner se quedará sin fueros. Como ella misma quería. Es obvio que, con un levísimo gesto de pedido, CFK hubiera estado en el primer puesto de las listas de diputados o senadores de Unión por la Patria. Pero no. Traducido en palabras, tal vez sea “acá estoy, vénganme a buscar”. La realidad es que la actual vicepresidenta afronta, principalmente, cinco causas judiciales. En ninguna hay detenidos, lo que hace suponer que no tiene la menor lógica que le impongan prisión domiciliaria, con tobillera incluida, como insiste un periodista alineado con Mauricio Macri. Pero ya se sabe que ni en Comodoro Py ni en el Palacio de Tribunales reina la lógica: el principio es la persecución política. Como ocurrió con Lula en Brasil, Rafael Correa en Ecuador o Evo Morales en Bolivia.
1. La farsa de Vialidad
Como se sabe, CFK fue condenada en la causa por las rutas de Santa Cruz, tras un juicio de más de dos años y medio en que nadie nombró a Cristina. Ni un solo testigo dijo, por ejemplo, que ella intervino de alguna manera, no hay un mensaje ni un correo electrónico. Tomaron un par de chats del celular del exsecretario de Obras Públicas, José López, que ni siquiera fueron comunicaciones con ella ni arrojaban un indicio en su contra: apenas diálogos y una supuesta reunión con un enviado de Lázaro Báez, en los últimos días de su gobierno, con el eje en la catastrófica situación que afrontaba Santa Cruz ante la paralización de las obras que iba a concretar Mauricio Macri.
El fallo será evaluado por tres integrantes de la Cámara de Casación: Mariano Borinsky, Gustavo Hornos y Diego Barroetaveña. Los dos primeros, asiduos visitantes de Mauricio Macri en la Quinta de Olivos y en la Casa Rosada. Barroetaveña encabezó la Lista Bordó, la más agresiva contra el gobierno de Fernández-Fernández. Esa lista es la que ganó en las postulaciones para el Consejo de la Magistratura. Es decir, que es un partido con cancha totalmente inclinada. Los abogados de CFK, Carlos Alberto Beraldi y Ari Llernovoy, recusaron a Borinsky y Hornos, cuestión que está en la Corte Suprema, sin resolución.
El 14 de diciembre hay una audiencia preparatoria con los magistrados y en febrero, sucesivamente, cada parte presentará sus argumentos. CFK fue condenada a seis años de prisión por defraudación contra la administración pública y absuelta de la acusación por encabezar una asociación ilícita. La defensa de Cristina apeló la condena, pero también lo hizo el fiscal Diego Luciani, quien insiste en que la expresidenta debe ser condenada también por asociación ilícita.
La lógica es que esta causa, iniciada en 2016, termine en la Corte Suprema, no sólo por las recusaciones, sino por lo que resuelva Casación.
2. El insólito expediente del Memorándum
Como se sabe, los jueces de Casación, Barroetaveña y Daniel Petrone, ordenaron reabrir la causa por el Memorándum de Entendimiento con Irán, un tratado que nunca entró en vigencia y que votó el Congreso. La reapertura derivó en una especie de pelea de jueces de tribunales orales para no tener que hacer lo que se prevé: sentarse en un juicio oral durante más de un año y afrontar el hecho evidente de que tendrán que absolver a los imputados.
Dos de los jueces, Rodrigo Giménez Uriburu y Andrés Basso, que ya condenaron a Cristina en Vialidad, argumentaron que tienen mucho trabajo y que, por lo tanto, no podrán estar a cargo del juicio por el Memorándum. Con el voto de Borinsky, el apartamiento fue rechazado y se completa el trío de jueces con Javier Ríos.
Sin embargo, los tres fueron recusados por las defensas porque ya intervinieron en expedientes relacionados con el caso AMIA, una razón que se utilizó en su momento para apartar a una jueza, Sabrina Namer.
Todo este paquete, la reapertura y las recusaciones, también llegará a la Corte Suprema, lo que hace presumir que el juicio no empezará de ninguna manera en 2024 y posiblemente tampoco en 2025.
Es una causa de pura persecución que encabezó la DAIA y en la que llegaron a acusar al canciller de traición a la patria. Varios de los imputados estuvieron en la cárcel —Carlos Zannini, Luis D’Elía, Fernando Esteche, Yussuf Khalil—, pero todos fueron excarcelados. A Timerman también le dictaron la prisión, cuando ya estaba gravemente enfermo, mientras que CFK tenía fueros.
No hay hipótesis de prisión para ninguno de los imputados. Tampoco para CFK.
3. Hotesur-Los Sauces
En ese expediente, por lavado de dinero, Cristina y otros 25 imputados habían sido sobreseídos porque todos los alquileres —hoteles y departamentos— siempre fueron en blanco, con facturas, con pagos por transferencias bancarias. De manera que los magistrados del juicio oral consideraron que no hubo lavado, que consiste en blanquear dinero negro. En este caso, nunca hubo movimientos en negro.
Nuevamente, la Casación —Barroetaveña y Petrone— ordenó la reapertura con el argumento de que “no hubo circunstancias novedosas” que cambiaran la causa y que, por lo tanto, el juicio debía hacerse, sí o sí. Al menos corrigieron la grotesca acusación contra Florencia Kirchner, que tenía 12 años cuando se crearon las sociedades y nunca participó de la administración de los bienes.
La reapertura fue apelada por Beraldi-Llernovoy a la Corte Suprema, de manera que es otro caso que está trabado en el máximo tribunal. Además, uno de los jueces del tribunal oral sorteado, Fernando Canero, terminó su subrogancia este jueves, de manera que habrá que sortear otro.
En este expediente —armado por Claudio Bonadío en una especie de causa colectora— nunca hubo prisiones preventivas, de manera que el proceso parece destinado a extenderse mucho en el tiempo. No se prevén prisiones para nadie, tampoco para Cristina.
4. La larga marcha de los cuadernos
El expediente de los famosos cuadernos fue elevado a juicio por el fallecido Bonadío en 2019, hace más de cuatro años. El tándem Carlos Stornelli-Bonadío se quedó con la causa de manera arbitraria, en lugar de mandarla a sorteo, y arrancó con numerosas detenciones. Los imputados siempre sostuvieron que hubo una especie de extorsión: el que mencionaba a Cristina se iba en libertad, el que no lo hacía, quedaba preso.
En paralelo, como se publicó en Página|12 este sábado, el juez Marcelo Martínez de Giorgi dio por probadas una larga serie de alteraciones, tachaduras, cambios, con la participación del chofer Oscar Centeno, su amigo expolicía Jorge Bacigaluppo y tal vez otras personas. Bacigaluppo fue procesado por falsear la prueba.
La realidad es que el juicio, con más de 100 acusados —empresarios, exfuncionarios—, tiene muy pocas chances de empezar en 2024. Hay mucha prueba previa para concretar y un proceso de recusaciones y nulidades que seguramente llegarán a la Corte Suprema. Hoy en día, no hay prisiones preventivas de ningún tipo.
5. La Ruta del dinero y la jugarreta macrista-republicano
Durante la semana que pasó, la Cámara Federal M (por macrista) revocó el sobreseimiento de Cristina en la causa que se llamó La Ruta del Dinero. De la mano de jueces puestos allí por Macri, después de diez años, se convalidó como querellante a una organización denominada Bases Republicanas, integrada por exfuncionarios del gobierno de Cambiemos. En una década entera, Bases no había participado ni emitido opinión.
El sobreseimiento de Cristina tenía hasta la opinión favorable del fiscal Guillermo Marijuan, aquel que excavó partes de la Patagonia buscando dinero de los Kirchner. El juez Sebastián Casanello y el propio Marijuan coincidieron en que no había una sola evidencia de que el dinero de Lázaro Báez fuera en realidad de los Kirchner. Todas las cuentas y propiedades, incluso el testamento del santacruceño, tenían como únicos beneficiarios a sus hijos. No apareció ninguna sociedad rara, atribuible a un dueño oculto.
Sin embargo, el camarista Mariano Llorens —arquero del Liverpool, aquel equipo que jugaba en la quinta de Macri— encabezó un fallo en el que sostuvo, que como planteó Bases, todo debe mirarse como un conjunto, que Cristina fue condenada en Vialidad y por lo tanto el dinero de Lázaro debe tener relación con ella. No aporta ni una sola evidencia.
El expediente será motivo de apelaciones y, todo indica, que en algún momento se confirmará el sobreseimiento. Como es obvio, no hay chances de detención de CFK.
El modelo Lula
A Luiz Inacio Lula Da Silva (Lula) le abrieron diez causas judiciales y estuvo 19 meses en prisión. Quedó en claro que hubo un complot político de persecución. Hoy, a los 78 años —es ocho años mayor que Cristina— regresó a la presidencia de Brasil.
En ninguno de los expedientes que afronta la Vicepresidenta hay pedidos de detención ni prisiones preventivas de ninguna naturaleza. Es evidente que CFK siempre estuvo a derecho, que no existe peligro de fuga y no hay ninguna razón para restringirle la libertad.
No obstante, como en el caso de Lula, no se puede descartar que algún fiscal o juez se despache intentando coronar la persecución política. En todo caso, fue Cristina misma la que tomó la decisión de quedarse sin fueros y confrontar con la alianza política-mediática-judicial, idéntica a la que hubo detrás del encarcelamiento de Lula.
Es un partido desigual, pero CFK resolvió afrontarlo.