Rocco Siffredi es uno de los actores porno más famoso de la historia del cine XXX. No sólo por el tamaño desconcertante de sus atributos, sino porque es el único que se ha mantenido en carrera por más de 30 años. Con una filmografía record que cuenta con más de 1700 películas (lo que lleva a otra cifra asombrosa que se calcula en unas 6000 partenaires, el propio Rocco perdió la cuenta), ha recreado todas las fantasías posibles de realizar y ha despertado amores y odios: su estilo, brutal, tiene fans y tiene detractores acérrimos. 

Aunque su personalidad seductora y pícara le ha conseguido una gran cantidad de fanáticos defensores, su carrera está infestada de críticas brutales a causa del maltrato que sufren las mujeres en sus películas, de estilo “sexo duro”. Lo que hace Rocco no es, desde luego, políticamente correcto. Y hasta hace poco parecía ser, además, imparable. Pero después de un largo camino, y tras algunos amagues, finalmente a los 53 años el “semental italiano” se ha jubilado. 

Esta larga despedida es el tema central del documental Rocco, del dúo de directores franceses Thierry Demaiziere y Alban Teurlai, estrenado el año pasado en el festival de Venecia y que ahora puede verse en Netflix. Y es recomendable verla pronto: ocurre que el canal de streaming no suele dejar mucho tiempo este tipo de producciones, tan claramente para adultos, al aire. El antecedente fue el excelente documental del actor porno transexual Buck Angel, que habla de su carrera y su activismo por los derechos de la población trans: este film, Mr. Angel (2013) duró apenas un mes en el canal.

Como para disipar dudas y calmar el morbo de más de uno, el documental comienza con un primerísimo primer plano del miembro del actor en un escena en blanco y negro que lo muestra cansado y tomando una ducha, una imagen con un background algo triste que pone de manifiesto el agotamiento del actor y marca un poco el sentimiento que la película busca.

Demaizière y Teurlai se encontraban filmando Reset, su anterior documental sobre el director del ballet de la Ópera de París Benjamin Millepede (más conocido por el público por ser el marido de la actriz Natalie Portman) cuando recibieron la oferta de una productora para hacer una película sobre la industria del porno: “Comenzamos con eso, pero no estábamos muy inspirados, entonces nos propusimos hacer una serie de retratos de actores porno. Uno de ellos era Rocco. Fuimos a Budapest, donde pasamos un día con él, y nos convenció de que en realidad era el sujeto de la película. Conseguimos la luz verde de la compañía de producción y así empezamos”, cuenta Teurlai.

Luego de un año de seguimiento el resultado es un retrato que muestra a la mega estrella del porno en todos los aspectos de su vida. A través de entrevistas, Rocco Tano (tomó el apellido Siffredi del personaje de Alain Delon en la película Borsalino) cuenta  su relación con su madre “la mujer más importante de su vida”, que deseaba que fuese cura pero que finalmente aprobó su carrera; sus orígenes en la pobreza y también la muerte de su hermano. Cada palabra y cada gesto de Siffredi hablan de sexo y de la  relación que mantiene con su miembro: el “diablo entre sus piernas”, como él mismo lo define. Y también cuenta cómo, después de 30 años, pudo vencer la  tortuosa influencia que ejercía sobre su vida.  

Estos momentos de honestidad acerca de su historia (con detalles escandalosos como, por ejemplo: después del velorio de su madre tuvo sexo con una anciana amiga de la difunta), se mezclan en la edición con la cotidianeidad de su familia en relación a su carrera: su esposa Rozza Tassi, también actriz porno, y sus dos hijos: Lorenzo, de 20 años, que acepta y se ríe de la profesión de su padre y Leonardo, de 17, que permanece estático con un silencio reprobador: “¿Merezco esto?”, se pregunta Rocco mientras los mira orgulloso.  Cabe aclarar que quizá el documental no cuenta muchos detalles de la dinámica familiar debido a que resulta redudante: la familia entera protagonizó un reality al estilo Kardashians, llamado Casa Siffredi, estrenado el año pasado y que ahora se puede ver por YouTube.

Toda la familia vive en Budapest donde Rocco dirige una productora junto a su primo Gabriele Galetta, un frustrado actor porno que vive de Rocco y se pregunta qué va a ser de su vida una vez que el semental se retire. La relación entre primos aporta cierto tono de comedia italiana al film, que pronto se disipa con las escenas en el set de filmación en donde Demaizière y Teurlai deciden mostrar el otro lado de la industria y de Rocco. Los castings a las actrices los hace el propio actor y rozan lo violento: es que él, explica como disculpándose, tiene que estar seguro de hasta donde pueden llegar las actrices. Las escenas de sexo son editadas en cámara lenta sin mostrar las penetraciones, y tras la filmación se puede ver cómo se bañan las actrices, lastimadas y doloridas después de una maratónica jornada. La insinuada comedia no sólo se disipa: se destruye.

Las charlas entre estas mujeres vuelven al documental más oscuro y trágico: la joven inocente de 20 años que viene de Europa del Este y no tiene mucha idea de donde se está metiendo, la actriz norteamericana que sólo quiere triunfar y la leyenda del porno Kelly Stafford, elegida por Rocco para filmar su escena de despedida y que realiza al final del film una declaración militante acerca del poder del sexo. “Queríamos mostrar lo más posible de la posición de las mujeres en este campo. Queríamos mostrar estos ejemplos. Creo que esta película también anuncia el final del mundo falocrático, el superhombre, que el macho dominante ha terminado”, cuenta Thierry Demaizière.

Más allá de su profesión, la figura de Rocco Siffredi siempre provoca escándalos. Cuando probó suerte en el cine independiente (y digamos mainstream) de la mano de la genial directora Catherine Breillat, quien lo convoco para sus películas Romance de 1999 y la maravillosa y tremendamente oscura Anatomía del infierno de 2004, las películas y la dupla tuvieron tantas buenas críticas como reacciones airadas. Se las consideró misóginas y en algunos casos explotadoras (es el mismo tipo de objeción que recibe el cine de Gaspar Noé); Breillat asegura que son películas feministas y la polémica sigue. Breillat quizás no hubiese recibido los cuestionamientos sin Siffredi, a quien sin duda contrató como desafío.   

Cuando Rocco, este documental, se estrenó en Cannes fue todo un acontecimiento, con alfombra roja y entrevistas en televisión. Pero en Italia poca gente (celebridades amigas en su mayoría) fue a la premiere. Rocco es así: su personaje: oscila entre la curiosidad culposa, el rechazo y el entusiasmo. “Apuesto a que ahora que llegó a Netflix todos los que se avergüenzan de verlo en el cine, porque quién sabe qué dirán los vecinos, lo mirarán”, desafía Siffredi. Si dura, medio escondida como está entre la oferta del canal, posiblemente tenga razón.