Dejar el mundo atrás 6 puntos

Leave the World Behind, Estados Unidos, 2023

Dirección: Sam Esmail

Guion: Rumaan Alam y Sam Esmail

Duración: 138 minutos

Intérpretes: Julia Roberts, Ethan Hawke, Mahershala Ali, Kevin Bacon, Myha’la, Farrah Mackenzie, Charlie Evans.

Estreno: Disponible en Netflix.

Como ocurre desde hace décadas con las películas de Navidad, que en Hollywood suelen estrenar durante la temporada de fiestas, o con las románticas, que se programan en coincidencia con el festejo de San Valentín en febrero, e incluso con las de terror, que llegan a finales de octubre para aprovechar el clima de Halloween, parece que desde Netflix están decididos a iniciar una nueva tradición estacional: convertir a las películas sobre el fin del mundo en un evento de fin de año. Ocurrió en diciembre de 2020 con Cielo de medianoche (George Clooney) y también en 2021 con No mires arriba (Adam McKay).

La plataforma de la N roja sube su apuesta con Dejar el mundo atrás, que comparte con ellas la intención de imaginar una nueva versión de un colapso global, con una propuesta muy distinta. Es cierto que con solo tres casos es apresurado inferir que se trata de una tendencia planificada. Pero la idea no resulta descabellada, en tanto los finales de año del siglo XXI se han ido cargando de un clima cada vez más oscuro, que no era tan notorio antes del Y2K, creando la atmósfera adecuada para ponerse a pensar en el Apocalipsis. Si lo sabremos en la Argentina post-2001.

La película construye tensión a partir de la empatía que generan sus personajes, una familia tipo que alquila una casa de veraneo para descansar unos días fuera de la ciudad. Pero una sucesión de hechos inexplicables y la llegada de una pareja de extraños los pondrá a la defensiva. Buena parte de ese clima se apoya también en un registro muy estilizado, construido sobre la base de puestas y movimientos de cámara tan complejos como disruptivos. Pero esas muestras de virtuosismo, que en principio resultan atractivas por su carácter atípico, pronto se revelan inocuas. Como si su acumulación respondiera muchas veces al capricho de una cinefilia frívola que banaliza sus propios procedimientos, al mismo tiempo que esteriliza la mirada del espectador.

Dejar el mundo atrás dialoga con su época, dotando a su historia de un trasfondo político que abreva en lecturas cada vez más conspiranoicas de la realidad. Una característica que hasta hace poco parecía potestad de las derechas radicalizadas, pero que también ha comenzado a pregnar al otro extremo del arco ideológico. Que es desde donde se narra esta película. De hecho, todos sus protagonistas pertenecen a una clase media alta progresista, cuya percepción, sin embargo, está signada por un desencanto muy hobbesiano. Un pesimismo nacido en la imposibilidad de reconocer como propio un mundo cuya lógica resulta cada vez más difícil de entender (y por lo tanto de predecir), en la que un muy cerrado Círculo Rojo se encarga de promover el caos en beneficio propio.