A los 42 años, todos lo creían retirado, terminado, parte de la historia pero ya no del presente del boxeo argentino. Pero Omar Narváez sigue ahí, eterno como el agua y como el aire. Y aunque nadie puede pretender que el chubutense sea como aquel que llegó a ser bicampeón mundial de los moscas y los supermoscas y que desde 2002 se mantiene en el podio del pugilismo nacional, su actualidad, su total dominio de la técnica y la estrategia arriba de un ring y su estupenda condición física, todavía le permiten soñar en grande. Tanto que volver a ser campeón del mundo figura en la primera línea de sus planes para el futuro.

En la madrugada del domingo dio un gran paso en tal sentido. En el estadio Obras, Narváez (53,450 kg) reapareció después de un prolongada inactividad (no combatía desde junio del año pasado), derrotó por nocaut técnico al comienzo del 8° round al ruso Nikolai Potapov (53,350 kg luego de un tercer pesaje) y se instaló como retador al título de los gallos de la Federación que ostenta el sudafricano Zolani Tete con un desempeño que fue de mayor a menor.

Empezó frío, conservando demasiado y sacando menos golpes de lo necesario. Pero una vez que tuvo la radiografía completa de su rival, del 4° round al cierre fue apabullante. El chubutense trabajó con ritmo sostenido e intenso, repartió bien el castigo, aplicó fortísimos ganchos al cuerpo y vació física y anímicamente al ruso (hasta entonces invicto en 17 peleas) quien luego de ser vapuleado en el 7°, llegó a su rincón y le dijo al árbitro estadounidense Celestino Ruiz que quería salir de semejante martirio.

Es posible que Potapov haya quedado filtrado por el esfuerzo que debió hacer para dar el peso. Mientras tuvo sus baterías más o menos cargadas, fue un rival de cuidado y llegó a ganar, inclusive los dos asaltos iniciales asumiendo una postura dominante y haciendo valer su volumen físico superior. En verdad, era el enfrentamiento entre un mosca agrandado y supergallo apretado. Pero la calidad aún vigente de Narváez pasó por encima de todas las diferencias y le permitió definir el pleito acaso antes de lo previsto.

“No sentí el año y medio de no haber peleado, estaba preparado como siempre y mejor que nunca. Ojalá podamos traer la pelea por el título a la Argentina” dijo Narváez en declaraciones al público luego de su regreso a los rings y al triunfo. Con la ilusión renovada de volver a ser campeón  y la certeza de que todavía queda físico y boxeo para poder sostenerla.