“Boca Juniors, Boca Juniors, ¡gran campeón del balompié!
Que despierta en nuestro pecho, entusiasmo, amor y fe”.
Himno de Boca, compuesto en 1926 por ÍItalo Goyeche.

Lectóribus semper fidelis:

Tiempos difíciles, los que recorremos en estos días. Papá Noel está haciendo lo imposible para que le den un par de cuotas sin interés en la tarjeta de crédito; José y María se preguntan angustiados a cuánto se irá el alquiler del pesebre en enero; Melchor, Gaspar y Baltasar fueron a la estación de servicio más cercana a cargar sus camellos, y, en cuanto a la estrella de Belén, ni sabemos si brillará o no, porque para pagar la tarifa de la luz se necesitaría una religión politeísta –cosa que se junten varios dioses–. Y, hablando de eso, Diana (la cazadora, según los romanos) ya avisó –como si hiciera falta– que se vienen tiempos oscuros, o al menos oscurantistas.

El Tutto Capotó, o algo así, nos anunció que se venían varios desastres "temporales" y, cuando creíamos que era una metáfora, se vino uno de verdad, trágico, para que quizás nos olvidemos por un ratito de los males que los seres humanos podemos causarnos a nosotros mismos creyendo que “a mí no me va a tocar”.

Mientras nos explicaba que el mal que nos hace ser como somos es el endeudarse, nos miraba con la linterna de los de Men in Black, para que nos olvidásemos de los miles de millones de dólares que él mismo, cuando era el Messi de las finanzas, le había solicitado al FMI en nuestro nombre (en el sentido deudor del término). Y, ya que estaba, nos apuntó que nos olvidásemos de unos 30.000 palos verdes más que les regalaba a los importa-deudores ricos que tienen tristeza. Le debe haber salido bien, porque mucho no se habla del tema.

O quizás sea que Patrífice, otra de los Men in Black, nos apuntó para que nos olvidásemos de cuando ella salía a cortar la calle defendiendo el derecho de los argentinos de bien a regalar las Malvinas a cambio de unas vacunas de su laboratorio favorito y, ya que estamos, olvidarse ella misma de que alguna vez fue –o se autopercibió– militante popular y decir ahora: “El que corta no cobra”. Es posible que alguno de sus subordinados de uniforme la haya interpelado: “Pero señora, no dijo usted 'cuidado los que marchan, porque van a cobrar’”, y que ella le haya introducido un comentario holístico de alguna manera interesante. Y ya que nos apuntan, también tratan de que nos olvidemos que una ley de hace un par de meses, votada por ellos mismos, derogó el impuesto a las ganancias. Los Men in Black laburan horas extras.

Por todo esto y mucho más, entre enojo y tristeza, en algún abrazo entrañable y con una energía extrañable, me preguntaba por dónde empezaría esta vez la resistencia. Porque, a verrr… Si de verdad creen que eso va a ser sin resistencia, si de verdad creen que vamos a aceptar que la mano invisible del mercado nos haga una colonoscopía continua sin anestesia para sacarnos lo que haya, es que están más locos que hablarle a un perro muerto, que creerse Moisés, que suponer que el mundo nos quiere prestar plata, que aceptar que el Sumo Maurífice te mande a que te abucheen mientras se raja. O que votar a alguien que te promete un ajustazo solo porque creés que no lo va a hacer, o que se lo va a hacer a los otros. ¡Y nadie está taaan chiflado!

Absorto en mis tribulaciones existenciales, melancólico como góndola que extraña precios normales, miraba el cielo esperando un águila guerrera, o un áureo rostrimita (yo creía que era un ser de otro planeta que se me había metido en “Aurora”). Y en eso… ¡llegó Román! Llegó y dijo que el club es de los socios, que no se vende, que no es una sociedad anónima, que es de La Boca y no de Catar y que ¡Sumo Maurífice, nunca más! Creo que fue esto último lo que me convenció… ¡Acá, acá empieza la resistencia, tal como en 2018 la empezó la hinchada de San Lorenzo cuando impuso el hit del verano: "¡MMLPQTP!", ¿recuerdan?

Ahí me puse a inundar mis redes con consignas pro Román, y a recibir insultos de personas que yo ni sabía que existían, que no eran mis contactos. Creo que algunos de ellos eran seres creados al solo efecto de insultarme por mi apoyo a Román: ipso facto me convertía en fanático kirchnerista-peronista- comunista-populista-, etc. Y lo decían muy agresivamente, denigratoriamente. Ese “aluvión gorílico” numeroso –y nada habitual en mis redes– me hizo preguntarme si no estaría pasando algo más.

Aparte, “tontificaban” con que no sé nada de fútbol, como si hiciera falta saber de fútbol para darse cuenta de que todo lo que toca el Sumo Maurífice lo convierte en negocio para él y desgracias para el resto. De todas maneras, tampoco sabían que soy de Boca desde 1962, cuando mi papá y mis tíos festejaban como si fuera un triunfo familiar el penal que Roma le atajó a Delem. Ni que tengo en mi living el banderín “Boca Campeón 1965”, con caricaturas de Roma Silvero y Marzolini, Simeone, Rattin y Silveira, Pianetti, Ángel Rojas, Alfredo Rojas, Menéndez y González (rodeando todos ellos a Alberto Jota Armando). Tampoco tienen por qué saber que admiré, entre otros –pido perdón porque solo nombro a algunos–, a Julio Meléndez (mi ídolo personal, un “Súperman” de mi infancia que era impasable pero jamás cometía infracciones), Madurga, Novello, Trobbiani, los cuatro goles de García Cambón a River en el Metropolitano 72, Coch, Ferrero, Potente, Curioni, Navarro Montoya, el Loco Gatti, Mastrángelo, Latorre y Batistuta. Brindisi, Márcico, el Puma Morete ¡y Diegó Diegó y cuantas veces más Diegó! Me exilié (lo escribí entonces, en este mismo diario) cuando Maurífice ganó en 1995, y retorné de la mano de Carlitos Bianchi a dar la vuelta en el '98.

Y en este siglo XXI: Córdoba, Rossi y Chiquito Romero atajando penales, Abbondanzieri, los goles de Palermo, Tévez; ahora, los pibes Barco, Langoni, Zeballos, y… ¡claro, clarísimo, brillando ¡Ro-mán, Ro-mán! Román, cuando va despacito como quien no quiere la cosa y la clava en el ángulo. Por sus goles, sus pases, su ubicación. Por “verla” cuando muy pocos la ven. Por estar contento a veces, y triste otras. Por amar a Boca, al fútbol. Y también, por sus “Topo Gigio” dirigidos al poder, a esos dicen que son hinchas de Boca pero siempre gobiernan para los millonarios. ¡Gracias, Román, y gracias a quienes lo votaron! Una a favor, entre tantas palideces.

Sugiero al lector acompañar esta columna con el video “Zambita de los vulgares” de Rudy-Sanz, en homenaje al futbol , simbolizado por el triunfo de la Scaloneta en el mundial de Qatar, hace ya un año:

https://www.youtube.com/watch?v=s__B8fBl-C0