En 1978, Bob Dylan cumplió 37 años y no paró de tocar por todas partes. Tras las inolvidables giras con The Band que lo habían devuelto al contacto directo con sus seguidores después de ocho años de ostracismo escénico, una película sin mucha suerte (Renaldo and Clara) y dos discos en estudio (Blood on the Tracks y Desire) que sumaron gemas como “Idiot Wind” y “Hurricane” a su acervo, encaró una gira maratónica… Hizo 114 shows, con epicentros candentes en Estados Unidos, varios países europeos, Oceanía, y una parada sugestiva: Japón. Pese a la carga de discos en vivo que el poeta de Minnesota acumulaba durante el período (Before the Flood, Hard Rain), no podía dejar pasar la ocasión de registrar la odisea oriental. Los conciertos en el Nippon Budokan Hall de Tokio fueron ocho, pero solo se grabaron los del 28 de febrero y el 1° de marzo, y en abril ya estaban a la venta bajo el nombre de Bob Dylan at Budokan.

Los primeros en escucharlo fueron los locales, luego el disco se publicó en Australia, y año después –tras la proliferación de ediciones piratas- vio la luz en el mundo. Lo primero que resalta en él es una decisión que se tornaría costumbre en Dylan: cambiar radicalmente los arreglos de sus canciones, a punto de tornar casi irreconocibles ciertos clásicos. Descansando en la solidez ya no de The Band –cuya despedida había registrado Martin Scorsese en The Last Waltz- sino por las guitarras de Billy Cross y Steven Soles, la batería de Ian Wallace, los teclados de Alan Pasqua, el bajo de Rob Stoner, el arsenal de instrumentos country-folk que ejecutaba con sobrada solvencia David Mansfield, el set de percusión a manos de Bobbye Hall, y los vientos de Steve Douglas, el debut de Dylan en la tierra del Sol Naciente incluyó en su edición original 22 piezas, esparcidas en los 4 lados del Lp doble.

La noticia es que una buena parte del material hasta ahora inédito de aquellos conciertos en el lejano oriente, acaban de de ver la luz -Sony Music mediante- bajo el nombre de The Complete Budokan 1978. Mientras su autor se desprende -por unos módicos cinco millones de euros- de Aultmote House, la mansión de las tierras altas escocesas donde concibió parte de Time Out of Mind, la flamante edición conlleva remezclas y remasterizaciones a partir de las cintas analógicas multipista originales de 24 canales. "El álbum completo documenta el notable sonido de los legendarios shows de Budokan que están grabados para siempre en la historia. Intentamos reproducir fielmente el sonido que el público japonés habría escuchado en la sala de conciertos", ha dicho al respecto Heckel Sugano, productor e ingeniero del disco, que ya está subido a plataformas digitales.

La edición en formato físico incluye cuatro CDs, con un total de 58 piezas. Y 36 de ellas son las inéditas que esta joyita ilumina, ilustrada por un libro de fotografías, notas, boletos y folletos vinculados a los shows en el Budokan japonés. También se publica un vinilo doble bajo el nombre de Bob Dylan – Another Budokan 1978, con 16 piezas inéditas.

No es espoilear si se avisa que entre el enorme paquete de canciones, la reedición incluye una heterodoxa versión introductoria, “al violín”, de “A Hard Rain's A-Gonna Fall”, perla del '63. Otra “aflautada” de “Mr Tambourine”, que la saca de su molde original gracias –al igual que la anterior- a la labor de Douglas. Y un par con asiento en la centralidad del trío de coristas (Helena Springs, Jo Ann Harris y Debi Dye), dado por "I Threw it All Away" y principalmente en “Blowind in the Wind”, configuran una forma inaudita –hasta hoy- de volver sobre el viejo Dylan, en clave de pasado permanente.