Antes de que La Renga pisara el escenario para hacer el primero de sus cuatro shows en Racing, el hecho social de la noche ya estaba consumado. Cada vez que toca la banda, en las inmediaciones y accesos se produce ese "evento antes del evento" que constituye "la previa". Allí, el sábado 6 ya el público renguero había incubado un cantito popular breve pero concluyente, que luego se condensaría en varias partes de esos recitales: "La patria no se vende".

Es cierto que también se cantó mucho "El que no salta, votó a Milei". Incluso, en un momento brincaron Chizzo y Tete. Casi como una continuidad litúrgico-histórica del "Mauricio Macri, la puta que te parió" que supo ser el hit del verano en 2018 gracias, justamente, a su repetición en aforos multitudinarios. En ambas temporadas, las M venían de resultados electorales favorables (Milei en las presidenciales del '23, la coalición de Macri en las legislativas del '17), pero por lo visto no basta solo con eso para contentar el ánimo social.

Nadie puede dudar que parte del público de La Renga (mucho o poco) le dio uno o varios votos al actual presidente en las distintas elecciones del año pasado, que llegaron a ser cinco en los distritos donde los comicios provinciales se desdoblaron de los nacionales. Del mismo modo, también se puede inferir que otra cantidad -imposible de determinar- no lo hizo 100% convencida, o bien que ahora está arrepentida. El "juego de la democracia" también contempla esas variables.

Por todo eso es que -mal que le pese a los que militan justamente "no mirar al pasado, sino al futuro"-, el leitmotiv de "La patria no se vende" pregnó más y mejor, pues implica juzgar lo que ocurre de ahora en adelante más allá de lo que cualquiera haya votado, acaso confiando en algo que muy pronto mostró vocación de pulverizar ese contrato social de promesas a cuenta.

El video en el que Chizzo salta con Tete y reconoce que estamos "viviendo tiempos difíciles" antes de presentar la canción Hielasangre ("a modo de conjuro protector") se viralizó pocas horas después del primer Racing, precisamente en la madrugada del domingo 7. El hecho abandonó la órbita de la crítica musical o artística y aterrizó sin escalas en la discusión pública.


Es que el posicionamiento de una banda masiva (o bien del cantante en nombre de ella) sobre un tema candente de la agenda actual no admitiría otra reacción. Y así como muchos aprobaron la manifestación del grupo, otros multiplicaron cuestionamientos, aunque gran parte con los argumentos propios de las campañas difamatorias que populares trolls de la derecha vienen haciendo desde ese día; lo que es uno de los motivos por los cuales La Renga sigue siendo tendencia en X, la ex Twitter.

Con su atención, los libertarianos legitiman toda esa trama popular que buscan impugnar porque, en el fondo, la envidian. Si hasta ellos mismos descubrieron de qué se trataba cuando Milei se las intentó cantar. No la ven.

Un intercambio similar se produjo una semana después, el sábado 13, en el último de los cuatro Racing, cuando Chizzo muy astutamente aprovechó la expectativa que podía generar su preludio antes de volver a tocar Hielasangre para hablar de Un Paso Atrás, No Me Toques, el colectivo que toma nombre de aquella letra y visibiliza y denuncia la violencia en los recitales.

El rock argento tiene pocos registros de esto en shows con bandas que no integran mujeres, y acaso el antecedente más emblemático lo ostente Nekro desde Fun People. La militancia socialmedia de nombres raros, dibujos en la foto de perfil y tildes verificados en dólares alimentaron el algoritmo de la semana tuitera con críticas de la preadolescencia, cuando cargabas a un compañero porque tenía novia.

Pero más allá de las redes sociales -o "las redes del escapismo”, como anticipó un poeta diez años atrás- está la vida real, cárnica y analógica marcando su propia tendencia molecular. Así, el cantito de "La patria no se vende" siguió creciendo Racing tras Racing, acompañado con su bullicio una semana en la que (casualmente, o no) se discutió en las altas esferas de la política la pertinencia del Estado de financiar o cuanto menos intervenir en el mercado cultural de Argentina.

Naturalmente, La Renga dio noticias más allá de las proclamas políticas propias y las de su público (o gran parte de él). Detrás de todo eso pero siempre a la vista, como siempre está la obra artística que construye el sentido del asunto. Es por donde mejor le habla la banda a quien la quiera escuchar. A quien guste de sus canciones, pero también a quien no. Tienen diez discos, algunos mejores pero todos indiscutibles: cada cuál es un mojón de ese viaje y de esa búsqueda que la banda motoriza desde hace tres décadas y media, aniversario cumplido el reciente 31 de diciembre.

Y la postal que quedará para siempre de ese póker en Avellaneda también tuvo una fuerte consideración política con la aparición de Ricardo Mollo primero y su grupo después. Así lo dijo el propio Chizzo: fue en agradecimiento al convite del año pasado en Vélez, cuando Divididos puso el pecho y subió al escenario de Liniers a una banda que está impedida de tocar en CABA y en distritos conurbanos gobernados por el PRO, al punto de que en 2022 le suspendió dos presentaciones en Tecnópolis el municipio de Vicente López, bajo la gestión del actual alcalde porteño, Jorge Macri.

La discusión acerca de qué es patria y que no va más allá de un cantito, supone un análisis más profundo y nos remonta a siglos de historia por fuera de nuestras propias categorías de clasificación. Pero vivimos tiempos de consumos frenéticos y fugaces, de hiperinformación y reacciones intempestivas para las cuales no disponemos de las suficientes herramientas. Y, de repente, una frase repetida con fuerza sirve para marcar una posición y abrir debate desde la potencia de decenas de miles que coincidieron en un recital de rock.


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