MIL UNO 7 puntos

A Thousand and One; Estados Unidos, 2023

Dirección y guion: A.V. Rockwell.

Duración: 117 minutos.

Intérpretes: Teyana Taylor, Aaron Kingsley Adetola, Aven Courtney, Josiah Cross, William Catlett.

Disponible en HBO Max.

“¿Por qué siempre me abandonan?” La pregunta que se hace Terry (y les hace a los demás) a lo largo de diez años, mientras atraviesa su infancia y adolescencia en una Nueva York que cambia de manera radical y definitiva, es central en la ópera prima de A. V. Rockwell, ganadora del Gran Premio del Jurado en el Festival de Sundance. Mil uno acompaña al joven y a su madre Inez en una ciudad que, lenta pero inexorablemente, comienza a gentrificarse, los viejos boroughs de afroamericanos transformándose en futuros barrios hípster. Pero el interés de la realizadora no está exclusivamente centrado en las mutaciones edilicias o sociales, sino esencialmente en la compleja y muchas veces dura relación entre Inez y Terry, una mujer joven que al comienzo del relato sale de prisión y se reencuentra con su hijo, entregado a una casa de acogida para chicos abandonados. Peluquera de profesión, Inez decide tomar el toro por las astas, lo cual implica llevarse al pequeño, falsificar sus identidades e iniciar una nueva vida, mudándose de Brooklyn a Harlem.

Interpretada con intensidad por la cantante Teyana Taylor, Inez es puro nervio, bronca, fiereza y rebeldía. Y mal humor. Como si fuera un polvorín humano, basta un comentario sobre su actitud, manera de vestir o incapacidad de madurar para que estalle como si le acercaran un fósforo encendido. Luego de unos días en la calle o viviendo de prestado, Terry, de unos seis años, tímido y usualmente poco efusivo, crece en un departamento alquilado en el cual debe pasar el día solo mientras su madre trabaja, rogando que ningún agente del servicio social golpee la puerta. La reaparición de Lucky, un ex de Inez con quien termina casándose, introduce un nuevo elemento en la existencia de los protagonistas. La atención al detalle de Rockwell no está dada solamente por los planos de una Nueva York que hoy parece prehistórica sino esencialmente por el cuidado con el cual construye la dinámica cotidiana de los personajes, un realismo construido a base de diálogos furiosos y una cámara que los sigue de cerca.

No le faltan ambiciones a Mil uno, que en su construcción temporal recuerda a Luz de luna, de Barry Jenkins. Mientras la banda sonora destaca un par de discursos de Rudy Giuliani y Michael Bloomberg, el primer corte temporal abandona 1994 y se ubica en 2001, poco antes del atentado a las Torres Gemelas. Terry es ahora un púber de 14 años que comienza a interesarse por las chicas mientras se destaca sin esfuerzo en la escuela. Sin embargo, esa timidez innata se ha transformado en cierta torpeza social, y los titubeos y tartamudeos son una marca de esa condición, como si Terry estuviera siempre un poco “alejado” del mundo. El vínculo con Inez sigue siendo tierno y amargo en partes iguales, al tiempo que la madre ha endurecido su talante con el clásico discurso “quiero que tengas todo lo que yo no pude tener”, en particular cuando el muchacho se le presenta la oportunidad, beca mediante, de cambiarse a una mejor escuela.

El último tramo, cuatro años más tarde, con Terry a punto de cumplir la mayoría de edad, es el más esquemático del film pero también el más potente. Rozando por momentos el melodrama, A. V. Rockwell introduce cambios radicales en la vida del dúo, algunos de ellos inevitables, mientras una situación de raíz burocrática permite que, finalmente, varias verdades salgan a la luz. Es el momento de las lágrimas y el reconocimiento de que el amor no siempre viene empaquetado de manera tradicional. Mientras una gotera en el techo amenaza con destruir el departamento y el nuevo encargado del edificio introduce sutilmente la idea de una mudanza, Terry e Inez se miran nuevamente a los ojos. Son los mismos pero diferentes, al borde de otro cambio de vida. Como la ciudad misma, que sigue fiel a su esencia en algunos aspectos pero es inapelablemente otra.