Los pormenores que rodean la producción de todo largometraje son desgastantes, muchas veces terminan por desalentar las películas. En este sentido, la posibilidad abierta por el crowdfunding alienta otras perspectivas. Tal es el camino que por estos días emprenden los realizadores Lucrecia Mastrángelo y Claudio Perrin con sus respectivos proyectos.

En El laberinto de las lunas (https://www.idea.me/proyectos/56495/el‑laberinto‑de‑las‑lunas), Mastrángelo propone el retrato de tres mujeres travestis, con el acento puesto en sus infancias. Con El desentierro (https://www.idea.me/proyectos/56369/el‑desentierro‑largometraje), Perrin planea situar su trama durante la celebración del carnaval jujeño. Ambos films fulguran durante el diálogo con sus responsables. Están con ganas de filmar, y saben que para hacerlo hace falta dinero. Y colaboración.

"El crowdfunding es interesante en el sentido de la independencia que nos da, al poder llevar adelante un proyecto sin otro escollo que el de salir a hablar con conocidos o con gente interesada", explica Claudio Perrin. "Es una forma de financiamiento colectivo, apela también a la solidaridad, a entender en cuál situación estamos y que si no es entre todos de ésta no se sale", agrega Lucrecia Mastrángelo, en alusión cruzada a la situación que por estos días aqueja al Incaa. "Estamos en un contexto donde la información que proveen los medios de comunicación está recortada, y la gente no sabe cómo se financia el Incaa, no sabe que es autárquico e independiente".

 

"Apelamos a entender en cuál situación estamos y que si no es entre todos de ésta no se sale".

 

La referencia no es menor, ya que la división entre los realizadores de Buenos Aires y los del interior del país todavía persiste y parece lejos de ser resuelta. Según Perrin, "las autoridades anteriores habían marcado un camino interesante, que si bien no era el paraíso para los realizadores del interior, era algo para seguir. Lamentablemente se ha cortado de raíz, se derrumbó como un castillo de naipes. Como ejemplo, con Umbral [NdR: el más reciente film de Perrin, financiado también vía crowdfunding] estamos por participar en un festival, pero me dijeron que no sabían si nos iban a poder hospedar, porque ya no cuentan con fondos del Instituto de Cine".

Entre otras razones, el crowdfunding alivia preocupaciones relacionadas con "carpetas y presupuestos". Al respecto, Perrin apunta que le parece "muy interesante poner por delante la película y no el presupuesto, de lo contrario terminamos hablando de números, de cuánto cuesta el alquiler de tal o cual cosa, en lugar de estar discutiendo sobre el proceso, la trama, los personajes, sobre lo que más queremos y nos apasiona". A la vez, la necesidad presupuestaria no es menor, está claro. En ello descansa el parecer de Mastrángelo cuando aclara que "un equipo técnico se conforma de trabajadores y no pueden hacerlo gratis. Eso es algo que hicimos durante los primeros años de nuestra carrera, pero ahora ya no. Un compañero no puede dejar de trabajar una semana o lo que sea para ir a hacer cine, cuando el cine es una industria, es un trabajo, es un oficio, que implica de ocho a diez horas diarias".

De cara a los proyectos en curso, Claudio Perrin dice que El desentierro "es un largo sueño que tengo desde el año '99, cuando fui a Jujuy a los carnavales de Humahuaca, que son una maravilla. Ahí mismo empecé a escribir en el camping donde estaba parando. Es la historia de una pareja que se alza con un botín casi fortuitamente, y deciden tratar de salir del país por el noroeste. Cuando llegan allí, el auto se les descompone y nadie los ayuda, porque cuando está el carnaval se suspende todo lo demás. La relación de pareja, a su vez, es algo que se va deteriorando".

Sobre su trabajo, Mastrángelo comenta que El laberinto de las lunas "no puede esperar los tiempos de los concursos, siendo un documental de denuncia social". Hay un ejemplo que la ratifica: "yo hice el documental sobre la cárcel de mujeres [NdR: Nosotros, detrás del muro, documental de cuatro capítulos ganador del concurso de Televisión Digital del Incaa] y no se vio en ningún lado; siento que a veces soy funcional al sistema: me hacen entrar para filmar, tengo premio del Incaa, pero después no tengo pantalla. Este camino de los concursos, el esperar, no me parece, y el crowdfunding me dio un empuje, empecé por la mía. Como soy maestra jardinera, me empezó a dar vueltas y preocupar las infancias trans, y me contacté con tres mujeres travestis que me contaron sus historias. Estas historias de mujeres grandes me hacían pensar en todo lo que se hubiera evitado si hubiera habido mamás que las hubiesen alojado durante esa infancia. Las tres me cuentan lo mismo, lo que sentían desde muy chicas, y que fueron expulsadas de su casa. Por eso el título elegido es El laberinto de las lunas, porque me parece que todo lo femenino es como un laberinto que a los hombres les cuesta entender".

 

"Muy interesante poner por delante la película y no el presupuesto, para no terminar hablando de números".

 

Es distinguible que mientras la tarea de Perrin se circunscribe a la ficción, la de Mastrángelo hace lo propio desde el documental. Ambos, con la preocupación puesta en lo social. Umbral, vale recordar, toma como referencia argumental el linchamiento de David Moreira en Rosario. Mastrángelo, a su vez, posee un recordado y valioso trabajo dedicado a la trabajadora sexual y militante Sandra Cabrera, asesinada en 2004: Sexo, dignidad y muerte (Sandra Cabrera, el crimen impune). Desde lo formal, el acercamiento que la cámara de la realizadora logra con sus entrevistados es siempre sorprendente. Un rasgo que puede apreciarse en el teaser de El laberinto de las lunas. "Sostengo mucho el vínculo para cualquier proyecto, incluso en la docencia, donde los chicos aprenden porque formás un vínculo, donde hay mucha ternura", precisa la realizadora. "Con el entrevistado me pasa lo mismo, entablo este vínculo y lo voy construyendo de manera tal que cuando se produzca lo más frío -‑la puesta de luces, la cámara-‑ haya una fluidez natural y que parezca que están solas. En El laberinto de las lunas me encontré con mujeres muy frescas, dispuestas a hablar, una de ellas es militante de DDHH, así que tiene una posición más definida frente a la cámara, pero las otras no, son de un barrio muy humilde. Una de ellas está en pareja hace veinte años y está criando un hijo que le dieron cuando era chiquito, que nadie reclamó y que ahora tiene más de 20 años. Me mostraba fotos del bautismo, del cumpleaños, de cuando lo llevaba al jardín. Muchas de ellas trabajan en la calle porque no tienen inserción laboral. Una de ellas me contaba que trabajar en la calle le daba miedo, y que lo que le gustaba hacer es jugar al fútbol. ¡Y es muy buena! Tiene su equipo, y el día que va a practicar es el mejor día de su vida. Imagino que en el documental vamos a trabajar todas esas imágenes".

Por su parte, las imágenes que despiertan ilusión en Perrin pasan por la imprevisibilidad y el arrojo. De acuerdo a sus palabras, "lo que quisiera hacer es una película en donde la llegada y representación del carnaval sean un estado de ensoñación, algo situado entre el sueño y la realidad. Lo que me gustaría mucho afrontar es cómo personajes de costumbres y cultura más ciudadana, se desenvuelven en una festividad que les resulta totalmente distinta, casi ajena. Va a ser una mezcla entre ficción y documental, porque la idea es sumergirnos durante el desarrollo del carnaval, vamos a estar en el medio del fragor, con los eventos sucediendo delante de nosotros. No es casualidad que lo primero que hagamos sea eso, si bien el primer desarrollo del guión ocurre en Rosario. Será como una especie de batalla. Creo que vamos a sentir que el caos nos sobrepasa, pero la tensión estará ahí mismo, al meter a los actores entre medio de una festividad que es maravillosa".