El Directorio del Fondo Monetario aprobó este miércoles la séptima revisión del Acuerdo de Facilidades Extendidas (EFF, según sus siglas en inglés) firmado por Argentina durante la gestión de Alberto Fernández y renegociado por el gobierno de Javier Milei a comienzos de enero. De ese modo, liberó el desembolso de 4700 millones de dólares, a los que se le restaron instantáneamente 1945 millones para afrontar los pagos con el propio organismo que tenían como fecha límite de vencimiento este miércoles. Este jueves se continuará cancelando obligaciones con el organismo multilateral, ya que operan vencimientos por intereses por otros 800 millones y otros 960 millones irán a la CAF, que había habilitado ese monto para un pago en diciembre de 2023. El resto se utilizará para hacer frente al compromiso de abril.

Como puede verse, el dinero que giró el Fondo es solo para que se puedan afrontar los vencimientos con el propio organismo y no caer en default. No incluye un solo dólar adicional. No obstante, la aprobación constituye un respaldo al gobierno de Milei, pues el acuerdo firmado por Fernández estaba caído de hecho a fines del año pasado por incumplimiento en las metas fiscales y de reservas.

El organismo había reconocido que el acuerdo estaba “severamente descarrillado”, pero el triunfo electoral de Milei con sus promesas de aplicar un ajuste fiscal todavía más duro del que exige el organismo entusiasmó a los burócratas de Washington que hicieron su esfuerzo para reflotar la negociación y habilitar este nuevo desembolso que le da aire al gobierno. “El presidente Javier Milei y su equipo económico actuaron rápida y decisivamente para desarrollar y comenzar a implementar un sólido paquete de políticas para restaurar la estabilidad macroeconómica y están totalmente decididos a volver a encarrilar el programa actual”, aseguró la entidad a mediados de enero.

Los 4700 millones que giró el Fondo incluyen unos 3300 millones que habían quedado pendientes del último desembolso de 2023 más el adelanto de unos DEG adicionales que debían ingresar en marzo, junio y septiembre.

El pasado 10 de enero, el ministro de Economía Luis Caputo anunció que habían logrado reflotar el programa caído durante la gestión de su predecesor, Sergio Massa, y llegó a un acuerdo técnico con el FMI, por el cual se comprometió a alcanzar un superávit primario del 2 por ciento del PBI y comprar 10.000 millones de dólares de reservas en 2024. A cambio de ese esfuerzo llegan los 4700 millones que el propio Caputo reconoció que solo sirven para evitar el default con el organismo. “Es la plata para pagar los vencimientos de capital ocurridos en diciembre que, para hacerlo tuvimos que pedirle plata a la CAF, (más) el vencimiento de enero y el que va a venir en abril. Esos tres vencimientos suman aproximadamente ese monto”, sostuvo en la noche del miércoles 10 de enero cuando hizo el anuncio junto al titular del Banco Central, Santiago Bausili.

El ministro explicó además ese día que, si el país “quisiera ir a un nuevo acuerdo y eventualmente pedir nuevos fondos, el Fondo Monetario está abierto a esa posibilidad, pero nosotros creemos que es hora que el país resuelva sus problemas financieros solucionando sus problemas estructurales de fondo, que es su adicción al exceso de gasto público”. 

De ese modo, Caputo presentó como una decisión propia lo que en realidad fue una negativa del organismo a ampliar el financiamiento. De hecho, el ministro es uno de los principales responsables del megaendeudamiento que tomó la Argentina durante la presidencia de Mauricio Macri y en ese momento, cuando la canilla del financiamiento internacional sí estaba abierta, optó por endeudarse sin encarar ninguno de los problemas de fondo que ya por entonces jaqueaban a la economía local y que terminaron desembocando en el estallido de una crisis financiera y la vuelta del FMI al país.