La maravilla es la tabla periódica, que predijo cosas en el siglo XIX que aún hoy se siguen constatando. Por ejemplo, los cuatro nuevos elementos, el 113, el 115, el 117 y el 118. De esta forma se completa la séptima fila. Si se encuentran o crean el 119 y 120 se abrirá una nueva. Y no hay certezas sobre cuánto más puede extenderse. “¿Quién podría saberlo? Pero ahí ya entramos en la ciencia ficción, pensando en planetas con otras situaciones”, explica la doctora en Química María Joselevich.

Dmitri Mendeléyev era un profesor de química ruso que quiso mostrarle a sus estudiantes una forma ordenada de aprender su materia. Y entonces dispuso los elementos químicos en forma de tabla, ordenados por su número atómico. Y cambió el mundo para siempre. “Dijo: ‘debería existir un elemento que tenga tales características (más conductor de la electricidad que TAL y menos que CUAL, más maleable que XXX pero menos que YYY, y así)’, y el elemento aparecía”, explica la doctora Joselevich, y agrega: “los que ‘faltaban’ ya estaban acá, pero no los habíamos descubierto”. Los clásicos, por llamarlos de alguna forma, se encuentran en la naturaleza, pero los últimos –los cuatro recientes y algunos otros- son sintéticos.

Desde 1869, cuando Mendeléyev publicó su libro Principios de la química, en el que desarrolló su teoría, la tabla periódica se amplió muchas veces, a medida que se iban constatando los elementos. Y aunque es cada vez más complejo de comprobar, ya que resulta más difícil producirlos, se puede esperar que en el futuro siga habiendo aún nuevos elementos, después de este último lote.

En junio de este año los científicos que habían descubierto estos cuatro elementos a fines de 2015 le solicitaron a la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada que se denominaran nihonium, moscovium, tennessine y oganesson (en español serían nihonio, moscovio, téneso y oganesón). Pasados los plazos correspondientes, la UIPAC aprobó de manera oficial los nombres y sus correspondientes abreviaturas de dos letras, que son Nh, Mc, Ts y Og.

“Había dudas porque son muy inestables, duran poco tiempo en esa forma y enseguida se transforman en otros elementos”, explica el biólogo y neurocientífico Pedro Bekinschtein. La doctora Joselevich concuerda: “Esos elementos nuevos ‘viven’ unos milisegundos, son efímeros. No podés hacerte una mesa con ellos... hoy. Mañana, en otra galaxia, ¿quién sabe?”.

Para bautizarlos, se siguió la tradición de elegir términos geográficos o referidos a científicos y en este caso se optó por denominar tres en honor a Japón, Moscú y Tennessee, y el cuarto en homenaje a un investigador ruso. Pero según explica la doctora Joselevich, lo importante es que se sigue demostrando que la tabla periódica es perfecta: “Imaginemos una cultura que es capaz de descubrir que todo está hecho de elementos específicos. Y que eso (los elementos) tiene una organización y un orden. Descubrir y comprobar ese orden es lo que aún es excepcional. Es un producto cultural impresionante”.

Los equipos que pudieron producir estos cuatro elementos sin que la comunidad mundial lograra rebatirlos son investigadores japoneses del RIKEN Nishina Center for Accelerator-Based Science, otros rusos del Instituto para la Investigación Nuclear en Dubna y más de diversos centros de Estados Unidos como el Laboratorio Nacional Oak Ridge, la Universidad Vanderbilt en Tennessee y el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore en California.

Pero el logro, explica la doctora Joselevich, es de la comunidad científica mundial. “El conocimiento se comparte. Un equipo descubre algo y otros tratan de refutarlo. Lo fuerte de la confirmación de los cuatro nuevos elementos  es que no hay con qué darle. Los experimentos para constatar estos cuatro elementos se hicieron muchas veces y ya no se pueden objetar”, cuenta.

Lunes 5 de diciembre de 2016, planeta Tierra: Es oficial. Se tienen que actualizar las tablas periódicas en todo el mundo, ya que la IUPAC aprobó los nuevos cuatro elementos y sus nombres. Misma fecha, Buenos Aires Argentina: Dora Barrancos, directora del CONICET en el área de Ciencias Sociales y Humanidades, ratifica el rumor que daba vueltas hacía una semana y confirma que va a haber un 60 por ciento menos de ingresos en 2017.

“No se va a cumplir el Plan Innovadora 2020, que proponía un incremento de los científicos cada año. Con menos científicos hay menos producción y menos presencia en la comunidad internacional. Claro que se verá en varios años, no inmediatamente. El problema es que recuperarlo llevará otros tantos años también. Por eso no se puede poner en pausa la ciencia”, dice el  investigador de CONICET Pedro Bekinschtein.