“En un contexto de avance contra el financiamiento del Estado a la cultura, nosotros pudimos hacer un festival que dinamizó el comercio local, movilizó a la ciudad, puso en valor los espacios del municipio y ofreció una programación de calidad que buscó ampliar la mirada y desarmar, con sutileza, algunos sentidos comunes”. Quien habla es José Luis Meirás, uno de los impulsores del Festival de Cine del Río (Ríe) que este fin de semana celebró su segunda edición en el Partido de Magdalena. Con el apoyo del Instituto Cultural de la provincia de Buenos Aires y el Municipio, el festival llenó las localidades de Magdalena y Atalaya con historias bonaerenses vinculadas a la identidad regional, y atravesadas por una fuerte impronta socio-ambiental, con el objetivo de dar lugar a la memoria local y de tender nuevos lazos comunitarios.

Hacer comunidad

Organizado por Meirás, Agustina Crespo y Luciana Barrios, el Festival Ríe nació como una ampliación de los encuentros ambientales “Lo que da vida es la humedad”, celebrados desde 2020 en Magdalena, pero también como una herramienta para formar comunidad y tender puentes en torno a la diversidad del cine y la cultura regional. “Lo que hacemos implica tejer vínculos, generar espacios de encuentro no mercantilizados y articular propuestas culturales con distintos actores locales”, afirma Meirás sobre este festival que realizó su primera edición en 2023.

Sobre esta edición, Barrios recuerda que “pese a que entonces no tuvimos presupuesto, logramos una buena reunión de realizaciones y repercusión, por lo que este año fuimos seleccionados en el programa provincial Cocina de Festivales, que nos aportó un financiamiento pequeño que nos permitió volar un poco más”.

“Este año el festival fue más importante, mucho más grande que la primera edición. Pudimos descentralizar la propuesta para que suceda en distintos puntos de Magdalena. Fueron jornadas muy lindas, con mucha presencia de gente de acá, gente que vino de La Plata y realizadores que se acercaron para presentar sus películas”, afirma Meirás. Así, durante tres días, el festival llenó el Club Amor al Arte de Atalaya, el histórico Teatro Español y el Centro Cultural Abel Barragán de Magdalena con una amplia programación de largometrajes, cortometrajes, un taller para infancias y una exposición a cargo de Carlos Masoch.

La apertura de esta edición tuvo lugar en Atalaya, con una función doble dedicada a la comunidad boliviana que vive en el partido. “Acá hay una comunidad muy grande, pero muy invisibilizada. Buscamos tender un puente y es por eso que invitamos a la vicecónsul de Bolivia en La Plata, programamos el cortometraje La vendedora de lirios de Igor Galuk y el largometraje Cocanis de Fabián Duek, dedicado a la relación de un grupo de inmigrantes bolivianos con el Carnaval de Oruro. Además, recibimos a bailarines de la Diablada de Oruro. Fue un intercambio muy lindo”, relata Meirás sobre este evento que sintetizó, desde la primera fecha, la búsqueda del Festival Ríe.

Contar las propias historias

Si tender lazos comunitarios es uno de los principales objetivos del festival desde su origen, esto es principalmente gracias al espacio protagónico que tienen las historias locales. En esta edición, y con motivo de los veinticinco años del derrame de petróleo ocasionado por la empresa Shell sobre a la costa de Magdalena, Meirás estrenó su documental “La teoría del derrame: educación ambiental, memoria y no justicia en Magdalena", un proyecto colectivo que cuenta con la participación de decenas de estudiantes de tres instituciones educativas de Magdalena.

“El documental no solamente busca narrar este hecho, sino servir como una herramienta para activar con los más jóvenes, para crear una masa crítica que esté más preparada y pueda aportar una respuesta más fuerte desde lo comunitario si esto vuelve a suceder. El hecho, si bien es recordado, no es conmemorado”, afirma Meirás que, con motivo del rodaje, realizó toda una serie de talleres que transformaron al documental en una pieza de activismo artístico.

En los próximos meses, el director espera recorrer las escuelas de la región con su película para seguir discutiendo esta catástrofe ambiental que marcó la historia de Magdalena. Además, a partir del buen recibimiento de esta segunda edición, los programadores se muestran decididos a continuar con el Festival Ríe. “La idea es seguir activando y trabajando con el cine como herramienta para este tipo de articulaciones”, concluye Meirás.

Para conocer al Festival Ríe, y sus propuestas anuales, se puede seguir al proyecto en sus redes sociales (@festivalrie.mgd).