Los apoyos europeos a Ucrania en la Conferencia de Seguridad de Múnich celebrada este fin de semana se sucedieron sin pestañeos, con compromisos para mandar armas (sin concretar fechas ni tipo de armamento) y con acuerdos sobre seguridad que, en el actual estado de guerra, no valen más que el papel sobre el que se firmaron. Pero la guerra se decide en el campo de batalla y en el frente las cosas pintan mal para Ucrania. También para los países que la han apoyado sin pestañear apostando por la conflagración para conseguir la paz.

La retirada ucraniana de la localidad de Avdivka y su conquista por el Ejército ruso tienen un valor simbólico a un mes de las elecciones presidenciales que revalidarán a Vladímir Putin en el poder: refuerzan la estrategia militar rusa, confirman que Moscú lleva la iniciativa bélica y muestran el fracaso occidental para cubrir las necesidades mínimas armamentísticas reclamadas por Kiev.

Las unidades rusas sofocaron este lunes los últimos focos de resistencia en la planta metalúrgica de Avdivka, donde se habían atrincherado tropas ucranianas atrapadas en su retirada. La ocupación de esa localidad de la región de Donetsk es el mayor éxito ruso desde mayo pasado. Entonces el Ejército ruso arrebató al ucraniano la cercana localidad de Bakhmut, escenario, durante meses, de los combates más encarnizados de esta contienda.

¿Un punto de inflexión en Avdivka?

Es posible que la victoria de Avdivka sea, incluso, el mayor logro ruso en la guerra. Al menos desde el punto de vista político. Gracias a ella, en Occidente se reconoce ya sin tapujos que quizá la contienda se ha de solventar en la mesa de negociación y que la cesión territorial por Ucrania es inevitable.

La batalla de Avdivka ha demostrado que Ucrania no dispone ni de munición ni de efectivos suficientes. También hay confusión en la dirección de la contienda. La derrota de Avdivka se ha producido a pocos días de la defenestración de la cúpula militar ucraniana y del comandante en jefe del ejército, Valeri Zaluzhni, quien reclamaba medio millón de soldados para darle la vuelta a la contienda.

Un panorama muy sombrío para Ucrania

A casi dos años del comienzo de la guerra, el 24 de febrero de 2022, el panorama para Ucrania es sombrío. La ayuda militar europea, pese al compromiso renovado en Múnich, se ralentiza debido a los mecanismos complejos de Bruselas y a la creciente desconfianza de algunos socios comunitarios.

Entre tanto, el apoyo financiero y armamentístico de Estados Unidos está en el filo de la navaja, con la oposición republicana, que apuesta ya de forma abierta por la paulatina desconexión estadounidense de este conflicto.

En breve llegará ante la Cámara de Representantes del Congreso estadounidense la propuesta aprobada en el Senado de un enorme paquete de ayuda exterior, del que 60.000 millones de dólares serían para Ucrania. La parte de este monto que se dedicaría a la compra de armas es imprescindible para que el Ejército ucraniano pueda resistir el embate ruso y recuperar algo del territorio ocupado.

Si esto no fuera posible, sería insostenible la posición ucraniana ante unas eventuales negociaciones de paz que ya en Europa se empiezan a ver como inevitables, aunque sentencien la perdida de casi una quinta parte del país bajo la bota rusa.

Piden misiles, pero les dan retórica

En la conferencia de Munich, la delegación ucraniana, encabezada por el presidente Volodímir Zelenski, lo dejó bien claro. El Ejército ucraniano precisa de más munición, de más artillería de campo, de más sistemas antimisiles y, sobre todo, de misiles de gran alcance. Como los Taurus alemanes, que Berlín se hace el remolón para conceder, a pesar de toda la palabrería de apoyo y los vistosos, pero poco efectivos, acuerdos de seguridad firmados este fin de semana con Zelenski. Sin esas armas, el curso del conflicto lo marcará Moscú: una guerra de posiciones y una negociación cuando Ucrania quede exhausta.

En estos momentos, si no se aprueba la ayuda estadounidense, lo único que puede hacer Ucrania es resistir. Fallaron todos los pronósticos europeos que veían una debacle de Rusia, sin armas y sin dinero por las sanciones. Pero las fábricas de armamento rusas están a pleno rendimiento y el PIB de ese país no solo no se ha desplomado, sino que en 2023 creció un 3,6%.

Ahora la Unión Europea apuesta por nuevas sanciones a Rusia. Sin embargo, los dos años de guerra también han demostrado que ese camino no acaba de dañar a la economía rusa, sino que ha propiciado la búsqueda de otras salidas. China, India y otros países asiáticos aparecen como los beneficiarios del gas y petróleo rusos que iban hacia Europa y que ahora los europeos han de pagar mucho más caro, para beneficio de las empresas gasíferas estadounidenses.

Zelenski minimiza la pérdida de Avdivka

La caída de Avdivka no es solo una derrota moral para los ucranianos. Es un golpe estratégico, por mucho que Zelenski quiera minimizar la pérdida. Solo queda ver si Moscú puede sacar partido de su toma y del avance de cerca de nueve kilómetros en el Donbás aún controlado por el Ejército ucraniano.

En el marco de la Conferencia de Seguridad de Múnich, Zelenski dijo que la retirada ucraniana fue "una decisión correcta" para recuperar fuerzas y aguardar la llegada de más armas occidentales.

En primer lugar, habrá que esperar a que lleguen de verdad esas armas en un volumen suficiente sin comprometer la economía ni la seguridad europea ante Rusia. En segundo lugar, esas afirmaciones se hacen desdeñando el uso que de este cambio en el frente nororiental pueda hacer Rusia.

Blogueros militares rusos indicaron con fuentes desde el frente que había habido una desbandada de soldados ucranianos en algunos sectores de la defensa de Avdivka y que el Ejército ruso podría aprovechar esas brechas para avanzar hacia el oeste. Otras informaciones desde Kiev apuntaron que las fuerzas ucranianas se están reagrupando para cerrar esa posibilidad a los rusos, retirando su presión de otros puntos del frente.

Rusia podría utilizar Avdivka de cabeza de puente para avanzar hacia el norte en dirección a Kramatorsk y Kupiansk, y amenazar de nuevo la región de Járkov, clave para Ucrania y uno de los objetivos de Rusia al principio de la guerra.

No es casualidad que Zelenski haya elegido la ciudad bastión de Kupiansk para hacer una visita relámpago este lunes a las tropas allí estacionadas.

Pero además, como ha indicado el estadounidense Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), el Ejército ruso puede verse tentado a abrir focos similares en otras regiones anexionadas aprovechando el reagrupamiento ucraniano. La ofensiva rusa que Ucrania dice haber repelido en Zaporiyia apuntaría en esa dirección.

¿Puede vencer aún Ucrania en la guerra?

La pregunta que ahora resuena más que nunca desde que empezó la guerra es si Ucrania todavía puede vencer en la contienda. La respuesta es negativa, salvo que ocurriera una hecatombe interna en Rusia. Y el presidente Vladímir Putin está apretando las tuercas para que eso no ocurra. En menos de un mes se celebran elecciones presidenciales en Rusia y Putin, sin rivales, renovará su mandato del país, cuyas riendas, como presidente o como primer ministro, ha llevado 24 años.

Ni siquiera con los miles de millones de dólares bloqueados en el Congreso estadounidense se alcanzaría esa victoria. Principalmente porque se necesitan tiempo y hombres para lanzar una nueva contraofensiva masiva que supere las barreras casi infranqueables tendidas por los rusos por todo el frente mientras distraían a los ucranianos en Bakhmut y Avdivka.

Para ello Ucrania precisaría de centenares de misiles de largo alcance, decenas de tanques y cazas F-16, millones de rondas de munición para la artillería y cientos de miles de efectivos totalmente entrenados. Un espejismo en estos momentos. Y, sobre todo, necesitarían que los rusos se quedaran quietos, lo que tampoco parece posible.

El Ejército ruso, tras el caos de los primeros meses de invasión, ha mostrado una capacidad de adaptación superior a la ucraniana. Fortificó más de mil kilómetros de línea del frente con campos de minas, barreras antitanque y bunkers por doquier y, sobre todo, hizo que Occidente gastara decenas de miles de millones en armamento de última generación en Ucrania sin resultados decisivos.

Rusia apuesta por una guerra larga

Según afirmó este lunes la embajadora ucraniana ante la ONU, Eugenia Filipenko, "Rusia no tiene intenciones de sentarse a negociar". La toma de Avdivka lo demuestra. Moscú está preparado para una guerra larga y apuesta por ella, devorando poco a poco más territorio ucraniano y fortificando sus posiciones.

Y está dispuesta al sacrificio de los soldados que haga falta (cualquier país habría parado la guerra con las pérdidas sufridas en estos dos años de contienda), pues sabe que tiene miles de reservistas esperando ir al matadero del frente.

Lo dijo Zelenski en la Conferencia de Seguridad de Munich: Rusia pierde siete veces más soldados que Ucrania, pero está dispuesta a afrontarlo. Ucrania no puede.

Además, Rusia ha unificado su cadena de mando, tras la debacle de los mercenarios Wagner y su asimilación. Las fuerzas armadas rusas tienen una dirección monolítica en Putin, que no admite las disidencias. Todo lo contrario a lo que sucede en el bando ucraniano marcado por las diferencias entre Zelenski y Zaluzhni, hasta la destitución de éste, por mucha razón que tuviera sobre el curso que estaba tomando el conflicto.

Ahora, Zelenski empieza a reconocer la flexibilidad rusa ante los vaivenes del conflicto. "Mantener a Ucrania en un déficit artificial de armas (en referencia al bloqueo estadounidense) especialmente en un déficit de artillería y de capacidades de largo alcance, permite a Putin adaptarse a la actual intensidad de la guerra", aseveró en Múnich. Adaptación, la clave de esta guerra, de cualquier guerra.