Lo sabe todo el mundo, toda la prensa internacional ya reconoce el carácter insostenible del desgobierno argentino. En todos los casos solo queda la duda de cómo se puede salir sin un alto costo sacrificial de semejante desastre. Es la primera vez que el neoliberalismo combina en su experimento elementos que vuelven imposible la gobernabilidad mínima. Reseñamos para el lector una rápida descripción.

1) Capitalismo financiero que incluso le da la espalda a las grandes corporaciones, y que solo puede existir durante el tiempo acelerado de las operaciones financieras.

2) Una experiencia insólita en el campo de las ultraderechas, incluso en su modelo más determinante que es el norteamericano: destruir el Estado y sus conexiones institucionales, empresariales y sociales, para solo preservar su dimensión represiva en términos de enemigo interno y no de orden y seguridad.

3) Un presidente que resultó atractivo en su promesa rupturista y disruptiva pero que ahora está dominado por un estado de ira hacia todo lo que lo excede, de tal modo que su performance transgresora ahora es pura pasión vengativa y de castigo. Un personaje aferrado a una lectura rígida de textos anarcocapitalistas que desconoce y que no desea ninguna construcción de consenso.

Se podría seguir enumerando una larga lista de desquicios que podrían mostrar el bloqueo estructural al que está sometido un país cuando está frente a un escenario de dolor, pobreza e injusticia, en un tiempo record. Pero ahora la gran incógnita es cuando aparece el Límite, y quienes serán capaces de sostenerlo, y lo más importante, qué forma política y económica debe asumir para que la Argentina no explote y caiga en formas violentas, si bien por ahora imprevisibles, finalmente factibles si uno repasa la historia argentina.

Ahora ya no se trata de un "proyecto que enamore" ni de volver a un estadio político anterior. El Límite que debe impedir que la Argentina pase a ser un nuevo país fallido de Latinoamérica demanda lo nuevo, una alianza de voluntades políticas que se tome su tiempo responsable para decidir sobre la figura a elegir como responsable final. Despues del ultraderechista libertario se amaneció en una pesadilla de la que hay que despertar, sabiendo que si bien se debe contar con los grandes legados históricos de la historia, los mismos deben surgir organizados desde una nueva lógica política. Si logra ser algo nuevo de verdad es porque ha conseguido trabajar el pasado político para elaborar lo diferente, lo que pueda hacerse cargo de una herida gravísima. Hay que tener en cuenta que la conjunción del ultraderechista libertario, su gran equipo comunicacional y hegemónico como el lugar privilegiado de su soporte político y sus alianzas internacionales, practican a conciencia una gran voluntad sádica que goza de manera impúdica de la promoción del dolor popular. El proyecto de esta voluntad es lograr que la Argentina se transforme en un mero conjunto de individuos despojados de toda dimensión comunitaria. Quebrar la dimensión ética del hombre y la mujer del pueblo. Si lograrán algo así porque no se cuentan con los recursos políticos y culturales para el Límite habremos cedido en nuestro deseo frente a la mayor voluntad de atomizar definitivamente la nación que aún se presenta con apariencia democrática en este estado de excepción que le da forma a nuestra historia actual.