El 30 de mayo de 2016, la actriz Zuleika Esnal leyó en las noticias que una chica de 16 años había sido violada por treinta hombres en Brasil. Inmediatamente escribió un relato que se llamó “Bancatelá”. Tres días después, un periodista del diario El País, de España, se comunicó con ella para preguntarle si sabía que en su país ese texto había sido compartido 34.000 veces. “Yo no sabía de qué me estaba hablando. Me mandó el link para que lo viera y cuando fui a la bandeja de mensajes de Facebook, cincuenta mujeres de toda Latinoamérica me habían escrito para contarme sus historias” dice a Las12. 

Con ese relato que se volvió viral, abre la obra Piel de cordero. Estoy acá, cuya dramaturgia se basa en historias que Zuleika siguió recibiendo día tras día. Dice así: “Violaron entre treinta hombres a una piba de la edad de mi sobrina. Un año más, ponele. Treinta; aunque no es seguro. Ella contó veintiocho pero antes de quedar inconsciente le pareció escuchar a uno gritando ¡Somos treinta tres! O treinta y ocho. No recuerda. Dice que cree que la drogaron porque no podía moverse, que se reían de ella y que pensó que iba a morir. Dice que el alma duele más que la vejiga destrozada y es más difícil de sanar. Dice que se baña todo el tiempo, todo el día. Que siente culpa aunque no sabe bien de qué. Y que sueña que le sale basura de los ojos y la boca. Dice que no entiende”. 

El texto de Zuleika continúa: “Yo creo que tiene vergüenza porque es lo primero que aprendemos. Lo que nos hacen creer. Que si la pollera era corta, bancatelá. Te emborrachaste, bancatelá. ¿Te gusta coger pero no querés que te violen? Bancatelá ¿Te gusta andar sola de noche? Bancatelá. ¿Te ponés a hablar con cualquiera? Bancatelá”.

“Vivimos en un mundo donde denunciar una violación se convierte en otra violación peor. Porque el que debería protegerte te llama puta aunque no lo diga. Lo que deberíamos cuestionar es la clase de hombres estamos criando como sociedad porque pudo ser cualquiera de nosotras. Y puede volver a ser”.

Impactada con lo sucedido, Zuleika reflotó su página No me calmo nada, a donde le escriben desde Argentina, México, Costa Rica, Colombia, Chile, Uruguay, Bolivia, Perú, Paraguay, Venezuela, El Salvador, Brasil y hasta Curazao. Recibió más de cuatro mil testimonios, tiene ciento veinte relatos publicados y habla con muchas chicas por día.

Ese universo de historias de violencia contadas en un vaivén de escritura y sostén compartido conformaron para ella y para quienes le escriben un lugar de resistencia y una forma de comunicación. Ahora, cada lunes, desde un escenario despojado, tres actrices -Zuleika, Cecilia Cócero y Antonia De Michelis- dirigidas por Patricia Tiscornia, le ponen el cuerpo y le dan voz a esos relatos. “Fue difícil abordar los textos para conformar una obra de teatro porque son extremadamente ricos en verdad pero no teatrales”, cuenta Patricia. Por eso, decidió trabajar desde la poética y el ritmo que imprimen. Y fue de manera colectiva que ese ritmo propio de cada relato fue “bañando la totalidad de la obra”. “Tenía claro que no quería victimizar a estas mujeres ni caer en golpes bajos, ni personificaciones estereotipadas. Sí hubo una búsqueda en las diferentes energías que estos relatos tienen. Nos enfocamos en lo que hay que contar. Es un hecho teatral, pero sobretodo es una denuncia política y social”. 

Piel de cordero se configura, así, a través de relatos de mujeres valientes que dan cuenta de las violencias cotidianas que sufrimos. Y lo hace sin artificios: un escenario vacío y tres cajones peruanos que impregnan con su música las imágenes y los sentimientos que brotan de los textos. Los cuerpos de las actrices sostienen con fuerza esa dramaturgia que se funda en verdades dolorosas, en las tragedias de tantas mujeres que compartieron sus historias de vida. Las tres ofrecen cuerpo, voz y corazón en una amalgama donde la palabra que denuncia se manifiesta, se hace presente y se conjuga. ,

Piel de cordero. Estoy acá. Lunes, 20.30 en Patio de actores. Lerma 568, CABA.