José Luis Espert es economista, no abogado, y quizás por eso prefirió citar la opinión de “un amigo” a la hora de fundamentar por qué Victoria Villarruel no debería haber convocado a una sesión especial del Senado para tratar la vigencia del decretazo de Javier Milei. “Dale para adelante con lo que conviene políticamente que el taparrabos jurídico siempre aparece”, sintetizó.

Espert no dio el nombre de su amigo pero Luis Novaresio, que es abogado y lo escuchaba en el estudio de La Nación+, acudió en su ayuda: “La del taparrabos es una teoría jurídica que se usa mucho en la facultad de Derecho”.

Envalentonado, Espert completó su idea. “La decisión debería haber sido no convocar para tratar el DNU, bancar la parada política”, sostuvo, lo que provocó que el periodista inmediatamente le preguntara si “Villarruel quiere desestabilizar a su gobierno”. La respuesta de Espert ya estaba preparada. “No sé, a la luz de todo esto me genera dudas”, dijo casi sonriendo, satisfecho por el deber cumplido.

Espert no es cualquier diputado, es la estrella del momento en La Libertad Avanza. Acompañó al presidente en varias de sus contadas apariciones públicas y el propio Milei lo presentó hace dos días con bombos y platillos como nuevo integrante de su fuerza. Nadie puede dudar de que sabe de lo que habla.

(Paréntesis necesario: En realidad, hay alguien que lo hizo. Nada menos que el vocero presidencial Manuel Adorni que, apenas horas después de lo afirmado por todos los inquilinos de la Casa Rosada, hizo gala de la filosofía oficial de alejarse de cualquier contacto con la realidad y negó las diferencias entre Milei y su vice. “Espert no tenía el conocimiento fino”, aseguró ante los sorprendidos asistentes a su conferencia de prensa de este jueves.)

El único problema ante semejante versación jurídica es que el reglamento del Senado dice que el presidente del cuerpo debe llamar a sesión especial solo con el pedido de 5 de sus miembros. El senador Luis Juez, que no oculta su fanatismo por el Gobierno, aseguró que Villarruel no tenía más remedio que cumplir con la convocatoria. “El reglamento es muy claro. Si no lo hace es ilegal, no son 5, son 40 los que pidieron la sesión –se enojó el senador por Córdoba--. ¿Qué queremos, tener de nuevo una presidenta del Senado imputada?”

Como ya hizo evidente en innumerables oportunidades, el Gobierno no está preocupado por cumplir con reglamentos, leyes o constituciones, por lo que Milei y sus íntimos interpretan que las razones que tiene Villarruel para comportarse como lo hace obedecen al terreno de la política y no a las enumeradas por Juez. Después de todo, ella misma no parece demasiado creíble en sus convicciones republicanas si está dispuesta a defender públicamente a los genocidas de la última dictadura.

Desde antes de asumir, lo que explica que no haya cumplido la promesa de dejar a su cargo las carteras de Seguridad y Defensa, el presidente está convencido de que su vice conspira con Mauricio Macri para desplazarlo. En palabras de Eduardo Feinmann, uno de sus principales voceros periodísticos, “Milei siente que Villarruel es fuego amigo”.

El razonamiento “libertario” es más que sencillo. Todo lo que hace la vice está destinado a ese objetivo y, en el caso del DNU, su extrema puntillosidad con los requisitos legales tiene el único propósito de no dejar ningún cabo suelto que en el futuro pueda ser considerado causal de juicio político. En otras palabras, si llegase el momento en que el Presidente pueda ver amenazado su lugar, enjuiciado por el Congreso, ella no quiere correr el más mínimo riesgo de acompañarlo en su suerte. 

No hay ninguna prueba de que este sea el motivo oculto del comportamiento vicepresidencial, pero no hay ninguna duda de que eso es lo que creen Milei y su hermana. Más allá de cómo se resuelva el round desatado por el DNU, ese convencimiento, justificado o no, garantiza que la pelea no tiene final a la vista.