Con su apoyo a la rebelión fiscal para no pagar impuestos en la Provincia, el Presidente transita un camino que, si no tiene freno institucional, convertirá Buenos Aires en un ARA San Juan. La diferencia numérica entre la tripulación del submarino y los habitantes del mayor distrito argentino es significativa: 44 vidas contra 17 millones. Pero, poco a poco, quienes viven en el conurbano o en el interior van experimentando la cercanía del colapso. Y si el colapso se transforma en implosión, ya conocen el efecto: la altísima presión hace implosionar el aparato y comprime los cuerpos. Así sucedió con los submarinistas.
Está de moda discutir la psicología personal de Javier Milei. Es un tema interesante, y eventualmente puede convertirse en un asunto de Estado. Pero hasta tanto no suceda, la verdad es que los presidentes se miden por sus actos --o más bien por el resultado de sus actos--- y no por su psiquis. También está de moda escarbar en la presunta ineficacia administrativa del Gobierno. Puede ser que exista. Pero, de nuevo, ¿cuál sería la ineficacia del Caputazo cuando ya les quitó a los jubilados el 40 por ciento de su poder adquisitivo real entre diciembre y marzo? ¿Qué importa si hay despachos sin firma habilitada mientras la actividad económica en la Provincia cayó casi un 20 por ciento del primer bimestre de 2023 al primer bimestre de 2024?
José Luis Espert fue quien hizo el llamado al sabotaje impositivo endosado luego por Milei. “No hay que pagar los impuestos que quiere Kicillof”, afirmó, sin decir que fueron aprobados por ley. Dijo que él mismo no los pagaría y explicó que dejar de pagar el aumento en patentes, el inmobiliario residencial y el inmobiliario rural “no es rebelión fiscal al pedo, sino rebelión fiscal con sentido común”. Siempre fino, como se ve, Espert no es un caído del catre. Es cierto que cambia seguido de catre: de La Libertad Avanza a Avanza Libertad, de Avanza Libertad a Juntos, de Juntos a La Libertad Avanza. Pero no modifica el rumbo. Su principal objetivo, que jamás oculta, es terminar con el poder de negociación de los sindicatos y ahora, en lo inmediato, complementar a Milei en lo que el especialista Mario Riorda llama en Anfibia “brutalismo comunicativo”. El brutalismo, explica Riorda, en la década de 1950 “fue una vanguardia de grandes proyectos arquitectónicos”. Para que nadie piense que LLA quiere destruir el aparato estatal completo, el brutalismo anarcocapitalista del Presidente siempre tiene en cuenta, como apunta Riorda, que el Estado no debe dejar de actuar. Debe hacerlo, eso sí, “como garante de un poder coercitivo y coactivo”.
La coerción, en este caso, se ejerce desde la leonera de la Casa Rosada y sus filiales en el Congreso, donde Espert es nada menos que presidente de la Comisión de Presupuesto.
En las figuras de Espert y Milei el brutalismo tiene su costado explícito. El Presidente ordenó a su ministro de Economía Luis Caputo repetir el presupuesto de 2023 en 2024. Con una devaluación del 118 por ciento a poco de asumir y la inflación que desató, esa repetición significa automáticamente un ajuste brutal, que los economistas calculan en un mínimo del 30 por ciento. El número surge de no haber actualizado el presupuesto del año pasado según el índice esperado de inflación para este año.
A ese recorte palpable de manera inmediata se suma la baja en la recaudación tributaria nacional, provincial y municipal por la caída en la actividad económica. A menos actividad, menos recaudación. La baja impacta en la coparticipación, porque son menores los recursos a disposición del Estado nacional y de las provincias.
El huracán perfecto se completa con el recorte proactivo de fondos: los de fomento, los de transporte o los del incentivo docente, por ejemplo. O el parate de la obra pública, que pulveriza la chance de mejorar las condiciones de vida digna y quita fuentes de empleo.
El brutalismo del Presidente y el Profe, como llama Milei a Espert, adereza el plato con el pimentón del dogma: “Kicillof tiene que bajar el gasto, no aumentar impuestos”, dijo Milei, sin aclarar que la suba impositiva en la Provincia se debe a la inflación y no afecta a todos los sectores por igual. Y que la inflación ya venía en alza desde el gobierno anterior, sin duda, pero recibió un formidable estímulo con la megadevaluación de Caputo.
Es el camino a la implosión.