Danilo Montana es compositor, cantante y productor. Nació en la provincia de Buenos Aires y vive en el conurbano bonaerense, en Morón. El artista se desempeña en el arco del género urbano, hace cumbia, reggaetón, RKT y trap. Éste último fue el estilo que utilizó para la canción "En mi barrio", obra que describe las calles que él patea.

La base de trap es acompañada por un arpegio de guitarra acústica que acompaña al estribillo. "Lo que me da mi barrio nadie me da/ lo que me da mi barrio..."

Danilo Montana actúa de cartonero. Está vestido con el uniforme de recolector de basura, tiene una visera amarilla, zapatillas con resortes, anteojos de sol y un rosario de plástico blanco que le cuelga del cuello. Mientras tira del carro muestra un barrio en construcción, con ladrillos sin revocar, pozos, barro y veredas que mezclan pasto y pedazos de concreto. Las tomas, en el medio, intercambian imágenes de caras, plantas de marihuana y sanguches de fiambre.

El video tiene dos historias que se desarrollan en paralelo. Una es la de Danilo Montana, que canta la canción mientras "tira" del carro, y la otra es la de un nene de unos 10 años que camina mirando para los costados, como asegurándose que nadie lo vea. En medio del viaje, el joven frena en la casa de un tipo canoso, que a cambio de plata le llena el bolso con no se sabe qué. 

"En mi barrio se vacila y está todo pago/ Gente humilde, laburante y hay un par de vagos/ En mi barrio miran mal si no sos de por ahí/ Tampoco sos bienvenido si cooperás pa' la ley/ /En mi barrio hay delincuentes pero buena gente/ La poli nunca entra, obviamente/ Hay un niño en la calle ahora exactamente/ Soy lo que descuidó el presidente."

Tal como describe el artista, en los barrios la ausencia policial es catalogada como un alivio, un triunfo, una molestia menos. Cada quien elige el camino que le parece, porque la ausencia de los ordenadores de la vida cotidiana -resultado de años de desinterés, egos y desidia- genera una autoconstrucción de las leyes cuyos extremos son delimitados por los códigos y la cultura de la brea. Y éstos no distinguen edades, porque los nenes y las nenas criados en la carencia no ven un refugio en sus hogares y cruzan la puerta con ése fin: dictar sus propias reglas.

Mientras el nene del video sigue su recorrido, agarra piedras de un montículo para tirar con la gomera. Su pasatiempo es estar en la calle, afinando la puntería. "A ver si con este la pegamos" es una frase que puede escucharse entre vecinos en la previa de una elección, en cualquier fila de almacén, o en una esquina donde tres o cuatro pibes atravesados por el delirio del consumo cotidiano sueñan con robarse un banco "para salvarse".

"En mi barrio se come lo que hay/ Te sirven Manaos, acá no existe la Sprite/ Vos sabés que acá no existe el menú/ tiramos el colchón pa' afuera si se corta la luz /En mi barrio prenden fuego, hacen humareda/ Vecinos con la pileta en la vereda/ Un turro de 20 años en un panamera/ Se preguntan como hizo no encuentran manera".

La cotidianidad del barrio que describe el artista pareciera una pelea de boxeo. La vida nos pega, nosotros reaccionamos. Las cosas nos faltan, las inventamos. Y allí es donde se sube al ring el orgullo, porque por más que a simple vista se vea la carencia de recursos, la pertenencia por lo existente no distingue entre lujos y ruinas.

"Haciendo lo que pueda aunque no se deba/ En mi barrio está asfaltado y hay calles de tierra/ Te ladran los perros, se asustan con piedras/ Se josea de temprano en la semana/ El dinero y el respeto no se pide, se gana", reza la última estrofa de la canción, que se esfuma con la voz de De La Rúa diciendo "he decretado el estado de sitio, en todo el territorio nacional, he informado al Honorable Congreso. Nuestro país vive horas difíciles, que muestran la culminación de un largo proceso de deterioro".

En las últimas imágenes, mientras Danilo Montana atraviesa la oscuridad del atardecer y frena el carro para comprarse una tortilla luego de trabajar, se encuentra con el nene y se saludan. Porque en el barrio conviven todos, los pibes sin camino y los vagos que laburan.

El arraigo es un sentimiento que atraviesa a todo el mundo y no entiende de contextos, por eso el artista afirma en el estribillo que "lo que me da mi barrio nadie me da". El arraigo, sin embargo, merece ser reconocido como un derecho, porque entonces de esa manera nadie debería tirar del carro, vender droga, o "ser delincuente pero buena gente". No debería "ser obvio" que "la poli nunca entre", porque se supone que su rol es cuidar a los ciudadanos y no joderles más la vida. 

El arraigo, un sentimiento tan internalizado para el que lo atraviesa, tiene que estar acompañado por un conjunto de oportunidades que se extienda en cada barrio del país y que genere un nuevo sentido de pertenencia donde la carencia no se transforme en orgullo.