Como era previsible, la Resolución 27/2024 (Res.27), publicada el miércoles pasado con la firma del actual presidente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), Carlos Pirovano, generó un gran impacto y muchísima preocupación en el ámbito de la industria cinematográfica. En su primer artículo, la norma citada ordena “suspender la recepción de todo tipo de proyectos que se realicen mediante el sistema de Ventanilla Continua, por el plazo de 90 días”. La decisión, unilateral e inconsulta, representa la parálisis absoluta de la actividad cinematográfica en el país y provocó el rechazo unánime de todos los sectores que forman parte del desarrollo del cine en la Argentina.

La productora Gema Juárez Allen, miembro del colectivo Unión de Productoras Audiovisuales, cree que la Res.27 viene a “formalizar una situación que la industria cinematográfica argentina está viviendo desde hace 4 meses: su paralización total”. En esa línea, el cineasta y productor Martín Oesterheld considera que, “como sucede en todas las áreas de un gobierno que no gestiona, lo único que parece estar haciendo el actual presidente del Incaa es estirar plazos y vaciar el organismo”. Director de películas como La multitud (2013) y nieto del recordado creador de El Eternauta, Oesterheld confirma que “el fomento se encuentra completamente detenido, no hay un horizonte de gestión ni lineamientos para el sector y todas estas decisiones han sido tomadas unilateralmente, porque tampoco se sabe en qué estado se encuentra la designación del Consejo Asesor, que es el órgano con el que tendría que estar trabajando Pirovano”.

En el mismo sentido, una fuente muy cercana al Incaa, que conoce a la perfección su funcionamiento pero prefirió mantener su identidad en reserva -el Gobierno fue muy exitoso en la aplicación de un sistema basado en el terror, a partir de la implementación de despidos masivos-, al ser consultada por Página/12 coincidió con las miradas de la productora y el cineasta. “El tema es que la Res.27 no solo suspende” la posibilidad de presentar nuevos proyectos, sino que “está claro que es el fin de ese sistema”. “Porque en los hechos también devuelve los proyectos que ya estaban en trámite y eso implica un cambio de paradigma” en la forma en la que el Instituto trabaja. La fuente recuerda que ya algunos de los directores anteriores, “como Alejandro Cacetta, y por momentos Ralph Haiek y Luis Puenzo, también hicieron eso de 'anunciar' que se venía un ‘nuevo régimen de fomento’ y, mientras tanto, en los hechos, frizar todo”. En la gestión de Pirovano, en cambio, todo “es más explícito, porque hasta ahora nadie se había animado a ponerlo por escrito”, señala.

Para Juárez Allen, productora de cineastas muy respetados en el ámbito local e internacional, como Andrés Di Tella, Lola Arias, Santiago Loza, Manuel Abramovich, Leandro Listorti o el ruso Victor Kossakovsky, la Res.27 marca un rumbo nefasto para la industria. “La presentación de proyectos al Instituto demanda muchísimo tiempo de preparación y es clave en la planificación de una empresa”. Entre otras cosas, porque “tener la aprobación del Incaa permite iniciar el ciclo de financiación internacional de las películas y es el primer paso de un proceso larguísimo”, indica. Por eso sostiene que esta decisión, sumada a la inactividad que el sector lleva desde diciembre, “supone que probablemente muchas empresas cierren, profesionales emigren y la industria continúe paralizada durante un largo lapso de tiempo”.

Por su parte, la fuente cercana al Incaa considera que la Res.27 implica el final del sistema de Ventanilla Continua, cuya persistencia “tenía que ver con la inadecuación del costo medio, la bajísima ayuda y los tiempos que se eternizaban”, y que en su lugar “vendrá un sistema más de concursos anuales y cupos”. De todas formas, también aclara que este análisis surge de lo que la resolución lleva implícito, porque en la práctica la medida solo “suspende el sistema y devuelve lo presentado”. Sin embargo, ante la brutalidad mostrada por la gestión de Pirovano como amanuense del presidente Milei, no parece inoportuno evaluar las opciones más radicales, para que los peores escenarios no tomen por sorpresa al sector.

Por eso no resulta fuera de lugar preguntarse cuáles serán las eventuales consecuencias que debería afrontar el cine argentino si estas proyecciones se cumplen, tanto en lo inmediato como en el largo plazo. “Los efectos del golpe que representa esta resolución son inconmensurables. La suspensión de la recepción de proyectos se suma a la falta de pagos de subsidios y otros recursos legítimos que el Incaa adeuda a productoras, al despido de empleados del Instituto, el cierre de áreas enteras sin un criterio lógico evidente, la ausencia de políticas de promoción y exhibición, o la falta de apoyo a festivales”, explica Juárez Allen.

“Haber postergado a través del tiempo una discusión seria respecto de dónde provienen los recursos y cómo aprovecharlos, nos encuentra hoy frente a un gobierno que ve al Instituto del Cine como un problema deficitario”, reflexiona Oesterheld. “Un Incaa que no tiene la capacidad de lectura de los escenarios actuales, que fueron transformándose y que requieren de una mirada conocedora del sector que pueda trabajar en su crecimiento. La constante negativa de no gravar a las plataformas de streaming nos lleva a un estancamiento de la producción y a un vaciamiento de hecho”, concluye.

"Toda esta situación se suma a una ruptura de pactos sociales y a un discurso propiciado por el Gobierno nacional, que denosta y ningunea a quienes nos dedicamos a la educación, a la ciencia, a la cultura y al cine", agrega Juárez Allen. "Se vilipendia a nuestra industria y se acusa a los productores de la crisis económica y hasta del hambre de los niños del Chaco, con el fin de restarle valor a la producción de bienes culturales y simbólicos", completa la productora.

“El cine va a seguir. No creo que haya otra opción”, afirma por su parte la fuente consultada respecto del futuro. “No comparto tampoco políticamente esto de andar diciendo que si pasa X se termina todo. Esa cantinela fortalece a esta gestión (somos el enemigo perfecto; el único poder real que tienen es estar contra el pasado). Creo que se encontrará el modo, aun cuando sea más difícil por un tiempo. No pueden hacer demasiados disparates con la Constitución que tenemos”, sostiene, amparándose en la lógica democrática de que es imposible ir contra las instituciones pasando por encima del derecho.

Conocedora del funcionamiento del Incaa, la fuente consultada tampoco elude la autocrítica, instancia necesaria para entender de qué forma se llegó a esta situación. “Hace mucho que el sistema está mal y nosotros, la parte interesada, no nos ocupamos de hacer el cambio. Ahora es más difícil, porque lo hacen quienes tienen cero interés en la cultura”, razona. 

Juárez Allen coincide en esa mirada. “Todas las instituciones tienen deficiencias y problemáticas en su funcionamiento y el Incaa no es una excepción”, afirma. “Pero detener por completo una actividad cuando la institución tiene como finalidad su fomento me parece un absoluto desacierto y una gran irresponsabilidad”, sigue. ”Es necesario repensar, corregir desbalances, reestructurar lo que creció de manera irregular, en especial en un contexto tan cambiante y en una industria tan dinámica como la audiovisual. Pero ¿por qué detener una actividad que venía funcionando bien, dando trabajo, trayendo divisas, generando reconocimientos internacionales? ¿Existen necesidades y problemáticas? Sí. ¿Justifican parar la actividad? Claramente no”, concluye la productora.

A pesar de lo desalentador del panorama que abre la Res.27, la fuente consultada por Página/12 elige mirar hacia adelante con esperanza. “Confío en los anticuerpos y en lo aprendido en democracia. Todo lo hecho es demasiado importante y demasiado bueno como para que un tipito con un plan de fomento liquide todo. La forma es seguir laburando, explicando y difundiendo”.

“En lo inmediato es evidente una parálisis total”, confirma Oesterheld. “Pero por otro lado, veo a todos los sectores de la cultura muy movilizados, con una comunidad cada vez más cohesionada, orgullosa de su trabajo, que le hace frente con mucha fuerza a este gobierno anti nacional y anti creativo. Un gobierno embrutecido que pelea contra todas las fuerzas productivas del país. El arte los complica porque sirve para romper líneas. Le temen a la cultura porque saben que es desde donde emerge la disidencia y por eso necesitan desmontarla, inventando una batalla que solo existe en sus cabezas”.


Qué pueden las películas

Por Andrea Testa * 

Tuve un maestro que escribía poesía y siempre nos dejaba sintiendo y pensando. Él me enseñó que una película tenía que iniciar fuerte, sembrando el nacimiento de un árbol que iba a ser el relato. Con él también aprendí que el arte en contextos de encierro libera a las personas. Y que no es cuestión de tener talento, sino de la posibilidad que tenemos de abrir ese encuentro con otros. Escribió: “¿Qué hiciste con el amor mientras el otro sufría?” (Vicente Zito Lema).

Resuena su voz en mi memoria, insiste su pregunta. Qué estamos haciendo con el amor frente a tanta destrucción, a tanto daño que nos circula y que va ahogando poco a poco a nuestros seres queridxs, a las personas que conocimos en cada película de la que participamos. ¿Qué estamos haciendo con el dolor que están sufriendo aquellas personas que fueron parte de las historias?

Una vez, desde el programa del INCAA Cine en Cárceles participé de un conversatorio virtual con jóvenes privados de su libertad. Con un filo que admiré, uno de los chicos tomó la palabra y enojado se puso a enumerar todas las cosas que estaban necesitando. No supe bien cómo intervenir. Recuerdo la sensación de impotencia y callarme para dejar que la demanda avance. Cuando cerré la computadora me quedé pensando qué podía hacer ahí una película, aunque en definitiva ellos estaban pudiendo hablar más allá del muro.

Otra vez, me tocó ir a un penal de mujeres en el marco del Festival de Cine de Tandil. Montaron la pantalla gracias al Cine Móvil del Instituto y comenzó la función. Las chicas compartían el mate y charlaban, cada tanto alguna bardeaba o se reía. Cuando terminó la proyección hicimos una ronda y la palabra empezó a brotar: los abortos que sufrieron, lxs hijxs que extrañaban, la violencia, la sangre. Lloramos mucho esa vez. Recuerdo a dos chicas que se abrazaban y besaban: una de ellas contó que se amaban y se iban a casar. Antes de despedirnos nos pidieron más películas, pero que ellas querían elegir qué ver. Quedé impactada, las rejas se cerraban detrás de mí, cada vez más lejos de ellas.

Nuestra Ley de Cine dicta que se debe fomentar una Cinematografía Nacional en su valor cultural, artístico, técnico e industrial. No estamos hablando solo de la producción de películas, sino de todo aquello que el cine y el audiovisual puede hacer circular en la sociedad. La Cinematografía son las películas que mi abuela veía cuando era chica y que estamos perdiendo, a pesar del compromiso de trabajadorxs del INCAA que intentan preservar cada lata de fílmico recuperada, porque nos falta una Cinemateca Nacional. La Cinematografía es cada debate en cada escuela de cine, son los estudiantes y todas las generaciones. La Cinematografía Nacional se arma todos los días con cada entrada que se vende o cada play que se aprieta en las pantallas, porque las películas terminan de ser cuando alguien las ve en su casa, en una escuela, en salas de cine de todo el mundo, en comunidades indígenas, en las cárceles.

Quien hoy está a cargo del INCAA desprecia la Cinematografía Nacional y está llevándola a su ruina. Aliado a un Gobierno que censura la pluralidad de relatos y que con su agresividad y odio nos empuja a los lugares más oscuros que alguna vez ha llegado la historia de nuestro país, me pregunto qué hacemos con nuestro dolor frente a su incompetencia para fomentar una cultura del amor.

* Cineasta, directora de Pibe chorro (2016), Niña mamá (2019) y La larga noche de Francisco Sanctis (2017), codirigida con Francisco Márquez, que compitió en Cannes. Integra la agrupación Colectivo de Cineastas.