Los asesinatos de Murdaugh (disponible en Flow) es hija de la lógica. Un raid criminal al que le siguieron varios documentales de True Crime. Una serie de hechos brutales que culminaron con un juicio mediatizado. Lo que seguía era una película que dramatizara lo realizado por un prestigioso abogado reconvertido en uno de los hombres más odiados de los Estados Unidos. Sin embargo, Bill Pullman (Día de la Independencia, Carretera perdida) dudó de ponerse al frente de la película número 500 de Lifetime, y parte de la franquicia “Ripped From The Headlines”. ¿La razón? Un hecho puntual y tremendo spoiler. “No me veía matando a mi esposa y a mi hijo. No había escuchado mucho de la historia y no sabía cómo iba a ser la cosa. Pero cuando terminé de leer el guion la situación cambió por completo, porque me llamó tanto la atención cómo los diálogos sonaban tan reales. Después me enteré de que muchos eran transcripciones de lo que realmente se había dicho. Entonces me di cuenta de que no lo podía rechazar”, dice el actor en una conferencia de prensa de la que participó Página/12.

Amén de su costado truculento, esta producción (dividida en dos partes) ahonda en la compleja identidad de Alex Murdaugh, miembro de una de las familias más poderosas de Carolina del Sur, con su seguidilla de estafas y delitos financieros que terminaron de la peor manera hace dos años. No sería exagerado ver en este letrado a un Walter White/Heisenberg que fue mucho más allá que el protagonista de Breaking Bad. “Yo no pensé que él fingía el amor por su familia o que su familia fingía el amor por él, parecía ser algo genuino. Entonces es difícil imaginar, y creo que acá el foco de la cuestión es cómo alguien que demostraba amar a su mujer y a su hijo, termina asesinándolos de un tiro. Ese es el misterio de toda esta serie, ¿no?”, apunta el actor.

El último gran suceso de Pullman en la pantalla chica fue The Sinner, serie de cuatro temporadas donde encarnó al detective Harry Ambrose. Un investigador que se adentra en casos como el de Alex Murdaugh. Paradójicamente, el intérprete de 70 años sabía muy poco de este caso hasta que le ofrecieron intrepretar a este hombre de dos caras. “Empecé a absorber al personaje y algo muy desafiante era cómo poder hacer que esa historia pudiera mostrar escenas que en realidad nunca se grabaron, que son imaginarias en cuanto a lo que había pasado entre él, su mujer y su hijo. Esa parte de encontrar la naturaleza orgánica del personaje me pareció muy interesante, y cuando llegué a hacer las escenas, ahí ya había perdido ese temor que me preocupaba hacer exactamente igual al tipo de la llamada”, postula.

-Lo primero que resalta del personaje son sus ojos, negrísimos y terroríficos. ¿Qué tan difícil fue representar la mirada de Alex Murdaugh?

-A ver. Las condiciones que él atravesó sucedieron durante un tiempo, entonces algo que era un desafío, por ejemplo, era su peso, porque antes de los asesinatos estaba más gordo, pero en la cárcel ya no podía tener acceso a los opioides, por ejemplo, y ahí también sucedían otras cosas como la bebida, y ahí bajó muchos kilos. Entonces tenía una apariencia bien diferente, y eso tuvimos que hacerlo todo en un tiempo más limitado de filmación. El tema de los ojos es fuerte, porque hay momentos donde no se ve si son negros o no, pero sí se ven ojos que parecieran no contar lo que es la verdadera historia, parecieran enmascarar lo que está pasando. Siempre es un desafío contar este tipo de cosas.

-El subtítulo de esta producción podría haber sido “Alcohol, píldoras y corrupción legal”. ¿Podrías agregar algún otro elemento a esta ecuación tan trágica?

-Creo que hay algunos vicios como esos que tratan de esconder el dolor, ¿no? Y también la corrupción y la mentira, donde uno trata de evitar también eso de ir con la verdad. Y el hecho o el nivel de uso de opioides me llamó tanto la atención, yo no me había dado cuenta de que cuando recién se empieza en esos casos con una dosis tan potente de oxicodona u otras drogas similares, a veces puede arrancar de a poquito, pero cuando se vuelven adictos necesitan cada vez más, y él terminó pagando miles de dólares cuando ya era muy adicto para poder seguir recurriendo esa dosis que él necesitaba para trabajar, y terminó además usando y malversando muchísimos fondos. Y entonces está el tema de la corrupción, los líos financieros, y como todo eso se fue acelerando cada vez más, cuanto más él se iba metiendo en tratar de evitar que lo juzgaran.

-¿Le gusta el género de True Crime

-Hay historias maravillosas que fueron contadas sobre crímenes que se basan en hechos reales, y algunas de ellas me engancharon mucho. Cuando se trata de True Crime, siempre hay ciertos elementos de excentricidad, ¿no?  Como está basado en hechos reales, uno está muy atento a esos detalles que pueden llegar a sorprender y que pueden ser fuera de la norma. Y creo que hay mucho de lo que era la vida de la familia Murdaugh en Carolina del Sur, y la forma en la que funciona la vida en un pueblo chiquito como Hampton County, que de alguna manera creo que es universal... 

-¿Logró identificarse con algún aspecto de Alex Murdaugh?

-Yo creo que Alex Murdaugh no podía enfrentarse a sí mismo. Y había como una necesidad de no ir muy hacia adentro, en cuanto a las ideas de lo bueno y lo malo. Nos pasa eso de sentir que somos libres y que ya no tenemos la carga de conciencia alguna. Simplemente a veces estás intentando sobrevivir y decís lo que tenés que decir para no quedar expuesto y no exponer algunos aspectos de vos mismo. Me parece que a todos nos pasó esto, y por eso ver una historia así, de alguien que está mintiendo todo el tiempo, y de otra manera, a veces lo que está haciendo es evitando la verdad, es algo que a veces todos y todas hacemos.