--No sé si reírme o llorar Don Hugo  --me dice Osvaldo apenas me siento en mi mesa preferida de su bar. Y sigue: El gobierno da un índice de inflación del 11 %, que es una barbaridad, y lo festeja como un logro. Además, lo que yo me pregunto, es que mierda miden. Que alguien me lo explique. A usted ni se lo pido porque los periodistas a todo le buscan la vuelta, pero yo leo todos los diarios que llegan gratis a este barsucho y sigo sin entender. Se nota que en los medios también están de ajuste,'ejemplares gratuitos', de paso le digo, cada vez entregan menos. Ojo, no sea que en cualquier momento usted también se quede sin laburo, como la gente de Télam, que está acampando en la puerta de la Agencia.

--No solamente en Télam Osvaldo, es aún peor, en todos los medios públicos hay cientos de despedidos. Y en algunos privados también.

--Ya lo sé Don Hugo. Pero los que más y mejor resisten son los de Télam. Le acabo de decir que leo los diarios y acá, cómo los clientes cada vez son menos, veo la tele. Antes el trompa ponía TN y ahí la dejaba. Yo ahora zapineo por todos los canales y el quía no se queja. Será porque otro Osvaldo no va a conseguir ni aunque explore las redes, como dicen ahora. Y antes de que pida nada le voy a actualizar los precios, no vaya a ser que no le alcance. No aceptamos más tarjetas de crédito. Sólo débito. El 11 por ciento de Lavagnita, en el barsucho de Osvaldo, es más del 30. Aunque a usted, mucho no le va a cambiar. De su cortado no sale. Y las medialunas sólo una vez por semana, no vaya a ser cosa que le caigan pesadas. Pesadas a su bolsillo, digo. Lavagnita tendrá su índice, pero acá el único que cuenta es el índice bandeja. Ya se lo dije más de una vez: la bandeja enseña jefe, pero no todos saben escucharla.

--Mi querido mozo, usted con la plata ajena hace maravillas, pero la propia la cuida como a su hijo. Asi que corte la cantinela y empiece a decirme los precios. Deje de llorar la carta que ya me tiene esgunfiado.

--No me provoque con las palabras antiguas, jefe, porque ahi también compito, y soy capaz de pasarle el trapo al más pintado. El café vale 1800 pesitos. El jarrito, que antes valía lo mismo que el pocillo, pasó a 2 mil. La medialuna 750 pesos. La promo de café con leche y dos medialunas 2800 morlacos, las gaseosas 2.600 y el pebete de jamón y queso 3.700 el de cocido y 4200 el de crudo. Y le aclaro que al pebete hacemos un esfuerzo por mantenerle el precio porque las dos panaderías vecinas cerraron. No podían pagar el alquiler. Ahora al pan lo traigo yo desde Boedo. Por suerte puedo seguir pedaleando y le gasto la ciclovía al pelado Larreta, al que al final vamos a extrañar si Don Jorge le sigue haciendo honor a ese apellido nefasto. También le aviso que seguimos dando el vasito de soda que acompaña al café, porque los bares de la zona ya no le dan ni agua de la canilla. Ni hablar de los maníses con la birra. No le dan nada, Don Hugo. Vaya a esos boliches con los que me traiciona y verá que no le miento. Acá seguimos con los manises, la soda y la masita. Pero no sé hasta cuándo, porque el trompa ya nos dijo que en junio, si no mejora, cerraremos a las seis de la tarde. Para ahorrar luz. La factura de Edenor pasó de 70 mil a 220 mil pesos. En cuanto oscurezca bajamos la cortina. Además, entre nosotros, le cuento algo: la heladera de las bebidas la desenchufamos a la noche, cuando nos vamos, y la volvemos a enchufar a la mañana cuando abrimos. Total, hasta el mediodía la gente desayuna y no consume gaseosas. Sólo dejamos algunas en la otra heladera, la de la comida, por las dudas que alguno se le ocurra pedir una Coca Cola. Nunca falta el zanguango y no lo podemos defraudar, como decía el Carlos Saúl. No se le ocurra completar con el apellido que es mufa. Desde el cielo debe estar cagándose de risa de todos nosotros, como durante su gobierno. Hasta al sobrino nos dejó para seguir jodiéndonos la vida. Mire el quilombo que armaron él y Karina en el Congreso. A Zago ahora le dicen Rezago. Aunque los rezagos somos nosotros; las mesas vacías son más que las llenas y las propinas es lo único que bajó en los últimos meses. Cada vez entran menos turistas, y los que entran se quejan de que estamos más caros que en Europa. En fin, periodista, a Osvaldo siempre le toca el repecho, nunca la bajada, como decía mi abuela. Los supermercados inventan planes que se los debe cranear el Toto. Precios corajudos se llama uno. Corajudo hay que ser para agarrar un changuito, jefe. Con la canastita alcanza y sobra. Los changuitos solo están para pasear a los chicos mientras los padres miran las góndolas y van directo al producto imprescindible. No al deseado. Se acabó el pan Bimbo, las Oreo, los yogures cremosos, los quesos untables, el aceite de oliva. Si hasta la bondiola se fue al carajo. Un día de éstos la mortadela será un lujo y el sánguche no sé con que lo haremos porque, si siguen cerrando panaderías, al pan también lo compraremos en Farmacity.

--Ni me hable de Farmacity, Osvaldo: ¡ Lo que aumentaron los remedios y las prepagas!. Yo también me río de ese 11 % de Lavagnita, como le dice usted. Y el Toto, que es el que nos empuja a todo esto, se hace el enojado y habla de cartelización.

--Por lo menos aprendí lo que quiere decir esa palabra jefe. Me la explicó Luciana, mi nuera. Hasta ayer los únicos carteles que conocía eran los que iba a pegar con la cara de Insúa pidiendo que no se fuera. Una injusticia que el gallego se vaya: Cuervo de alma. La Olga lo va a extrañar más que yo. Lo miraba más a él que al partido. Siempre decía que era su permitido. No sé quien le habrá dado ese permiso porque yo no fui. Y el Beto menos, que la cela más a la madre que a la novia.

Entre los precios, los cuervos que todavía estamos puteando a Lammens, el Peluca, el Toto, y los propios que no dan pie con bola, ya no me quedan ganas ni de jugar al dominó con la patrona. Como dice Luciana, mientras no se componga esa nueva canción de la que habló Axel, y a las que algunos naboletis se resisten, seguiremos sufriendo.

--Disculpe mi querido Osvaldo, además de la nueva canción, habrá que buscar también los intérpretes, porque salvo algunas honrosas excepciones, los que vemos en los medios son todos del club de la derrota.

--Por fin estamos de acuerdo en algo, Don Sabiondo, pero sigamos remando. Uno ya está de vuelta, pero el Beto y Luciana están esperanzados con la movilización del primero de mayo y el paro del nueve que esperemos lo confirmen, porque el Andrés Rodriguez ya amagó con arrugar. Sea como sea, ya le avisé al trompa;¡ a mi el 9 nadie me mueve! Y usted no le haga caso al índice Lavagnita. Escuche el índice bandeja: ese siempre bate la posta.