Se escucha en muchas ocasiones esta frase, son raras las frases que se ponen de moda, empiezan a circular, se reproducen sin paternidades ni complejos, incluso sin saber bien qué significan, quizás porque sus significados son múltiples, y el sentido va cambiando. “Fingir demencia” no deja de ser una frase viscosa, supone que la demencia puede ser episódica y hasta voluntaria, cuestión que claramente no comparte ningún criterio médico ni científico, por tanto se trataría de una frase de la psicología profunda de la sinrazón y la gracia divina.

Es una forma de anoticiar al otro que estamos atentos al contexto que nos circunda pero que en ese marasmo lleva a una pleamar tal que preferiríamos no saber nada del mismo. Por tanto, bajamos el dimer (regularidad del intensidad) y nos hacemos los otarios con la realidad.

¡Qué la situación general no afecte tanto! Es como hacer que esto que está pasando, no existiera. Los jóvenes, que han sido el núcleo del electorado mileinista y son la generación llamada de cristal (viven en su burbuja y son fáciles de quebrar) son quienes la utilizan con mayor profusión. Es deseable fingir demencia cuando la cosa no anda muy bien. Pero no deja de ser un acto de cordura poner en palabras, la concreción de un imposible, decir que se finge demencia es gracioso justamente porque se trataría de una paradoja. La pérdida de las condiciones cognitivas y la explicitación de un objetivo imposible.

Sin llevarlo al paroxismo y la idealización, pareciera más un mecanismo de defensa que afloran en épocas de crisis. Para poder seguir vivo, fingir demencia, finalmente sería como un privilegio, pues alguien que no puede llegar hasta el 20 del mes, ¿puede fingir demencia?

El demente es de alguna manera el que vive en su realidad fuera de la realidad, el que hace una realidad distinta. Pero como mecanismo tiene sus bemoles, ni siquiera es la negación de la realidad sino su renegación, su sepultamiento. Cuando vos sepultás a alguien, y no está muerto, reaparece de otra manera. Se trata de una frase zombie, una estrategia de sobrevivencia de corto plazo, dura un ratito y después te sacude una trompada al estómago todavía más fuerte que la realidad que se quiere olvidar. Entonces, fingir demencia es de corto plazo y después lo que vas a sentir es peor. Finalmente es la evidencia de un haber entrado en dificultades.

“Fingir demencia” es una “frase divertida” y discurre algo de la verdad tras su velamiento. No deja de ser riesgosa, si te sale demasiado bien te convertís en un mitómano y la recomendación es empezar a ver a alguien que te pueda dar una mano, ya sea psicólogo, ya sea amigo, ya sea amiga, lo que sea.

Finalmente fingir demencia es asegurarse que después de un límite, la angustia será todavía peor. Quizás mejor estrategia sea racionar, en épocas de crisis y de redes sociales, tomar recaudos. Cuando sabemos que viene un gran nubarrón, se trata de no fingir demencia porque no te va a salir muy bien, se trata de saber cómo moverse, inventar salidas. Es un momento para estar alertas y también tener empatía. Fingir demencia es desconectarse de lo que le está pasando al otro. ¡Si desconoces lo que te pasa a vos, cuánto más lo que le pasa al otro!

¿Cómo buscar el equilibrio entre estar alerta, ser empático con los demás y con uno mismo, y ese viralizado fingir demencia? ¿Cuál es el punto medio para lograr el equilibrio entre estar conectado con lo que pasa y que la realidad no nos coma?

¿Qué es el equilibrio? Lo más difícil de conseguir. Vos cuando te parás, por ejemplo, en un sube y baja, tratás de quedarte en el medio y hacer equilibrio pero te vas para un lado, te vas para el otro, se trata de soportar el peso, en una época como ésta, ¡qué difícil es estar equilibrado! O sea, hay que bancarse el desequilibrio y ver que en el futuro quizás se pueda equilibrarse.

Cuando uno va al supermercado y ve que algo que valía 10, ahora vale 15, se desequilibra. Época desequilibrante, estar atento y ver por dónde, que el desequilibrio no lo lleve a un sube y baja, tan rápido, tan expuesto y tan de arriba y abajo. Allí arriba y allí abajo te pueden golpear, te pueden pasar cosas, venirse todo abajo.

¿Época para estar tranquilos? Saber dónde hay que luchar, dónde poner la fuerza, pero cuidarse. No quedarse en la casa sino salir a luchar pero cuidándose y viendo dónde están los amigos, dónde está la gente que uno quiere, y dónde está de alguna manera la posibilidad de salir de este mal momento que estamos pasando.

 

La inflación estimulada por un gobierno desregularizador llevó a estos desequilibrios que nos están complicando mucho la vida cotidiana. No perder esta cuestión empática, la solidaridad en un momento complicado. No volverse loco es cosa recomendable. Salir a hacer lo que uno sabe y tratar de hacerlo con toda la pasión del mundo, y tratar de saber que no es una época para tirar manteca al techo.