"Es muy difícil emprender hoy en día porque las cosas se están complicando, sobre todo con la incorporación de la materia prima. Las ventas han bajado en comparación con el año pasado, pero la gente tuvo herramientas como Cuenta DNI y gracias a eso trabajamos re contra bien, porque los clientes aprovecharon los beneficios y eso ayudó a que hubiera ventas."

Quien describe su realidad a BuenosAires/12 es Carla Rivera Pereyra, una platense de 52 años que a pesar de ser arquitecta egresada de la UNLP y docente, es la creadora de Cestería Cata, un emprendimiento familiar de cestos, platos de sitio y bolsos materos que nació en la cuarentena del Covid-19 y que lleva adelante junto a Leonardo Catalani, su marido, que también es analista de sistemas.

La emprendedora del barrio Los Hornos dice a este diario que la realidad "no es igual a la del año pasado". Explica que la complicación más grande es "vender y tratar de recuperar, aunque sea, lo invertido en materia prima". Juanto a su pareja, ella se define como "dos laburantes que todavía necesitan de sus trabajos formales para seguir emprendiendo".

Los productos que fabrican los venden por su Instagram o a través de diversas ferias como la Expodiseño, donde más de 100 emprendedoras de La Plata y alrededores se juntan para mostrar y comercializar sus productos. Allí, en la Expodiseño, Pereyra y sus colegas de otros puestos conocieron a la ministra de las Mujeres y Diversades de la provincia de Buenos Aires, Estela Díaz.

La funcionaria, impresionada por los productos, se contactó con Belén De Paoli, la organizadora de la muestra, y las citó para "proyectar acciones en común y construir un espacio que acerque sus producciones a todo el mercado bonaerense", según explicó la ministra en sus redes sociales.

"La ministra vio los productos, le gustó, y notó que la mayoría de las emprendedoras somos mujeres, independientemente de que muchas somos acompañadas por hombres", dice la creadora de Cestería Cata a BuenosAires/12. "La reunión fue para conocerse, lanzamos ideas para armar algún evento, donde se pueda llevarle a la gente información sobre las políticas del ministerio y de paso mostrar que hay mujeres que emprenden", amplía Pereyra, que subraya que, de todos modos, "no se habló de nada especifico ni se definieron modalidades, sólo se pensó en voz alta".

La titular de la cartera bonaerense de las Mujeres contó en sus redes sociales: "Resulta fundamental seguir articulando para fortalecer las redes productivas que han construido y crear nuevas oportunidades para que más mujeres y diversidades puedan liderar emprendimientos y proyectos".

Pereyra cuenta que "la idea de Cestería Cata es la organización del hogar". Encerrada por la pandemia, la pareja de La Plata empezó a ver el hogar y los ambientes con otros ojos. "Observamos cosas que antes, en la vorágine del trabajo, por ahí no nos dábamos cuenta", explica la emprendedora, que advierte que el proyecto se forjó "a partir del hecho de vivir los ambientes de otra manera", por lo que "decorar y reorganizar nos pareció una alternativa que hoy nos da resultados".

Su esposo se dedica a la confección de los materiales y ella a las ventas, el diseño, la combinación de los colores y el trato con los clientes. "Surgió como una idea de distracción, nunca tuvimos en mente emprender en este rubro", dice entre risas, y recuerda que "ninguno de los dos tenía experiencia en lo textil". Ni su marido cosiendo, ni ella con los materiales. Investigaron, crearon, y la familia comenzó a encargarles. "Una como arquitecta tiene el oficio de la combinación y de trabajar en tres dimensiones, asi que me ayudó la profesión", agrega.

Explica que a pesar del contexto están "muy contentos por la repercusión", y explica que, a pesar de hacer cosas estándar, su emprendimiento se caracteriza por hacer pedidos a medida. La gente envía fotos de su comedor, consulta según sus necesidades, y Pereyra asesora y combina la necesidad con el deseo. Como ambos todavía tienen trabajo formal, no se dedican únicamente a los productos de Cestería Cata, por lo que fabrican a demanda.

Los materiales que utilizan son cordón de algodón y soga de yute, y ambos vienen de a rollos. La soga de yute es importada, pero dieron con un distribuidor con el cual trabajan cada vez que necesitan. El cordón de algodón es de fabricación nacional, entonces lo consiguen "más fácil, a mejor precio, y lo encargamos a una cordonera familiar que también nació en la pandemia", explica Pereyra. El packaging, a su vez, se lo encargan a un grupo de Berisso. "Hoy buscamos más los precios porque la realidad está más complicada que cuando empezamos", aclara.

Los productos los fabrican en su propio hogar. Como ella pintaba, ya contaba con un lugar específico, que a medida que el emprendimiento creció, fue reciclado y hoy oficia como taller de costura. En él instalaron una máquina semi industrial que adquirieron hace poco. Pereyra remarca que es docente "por vocación", y señala que le falta poco para jubilarse, pero advierte que "si la realidad fuese otra le dedicaría mucho más tiempo al emprendimiento". "De todos modos uno nunca pierde las esperanzas", agrega.