Es incesante el murmullo del bar de Lima y San Juan. Escucharlo y ver, en retrospectiva, esos dos rostros que ni se inmutan ante los anárquicos ruidos, puede llevar la imaginación cincuenta años atrás, cuando parecía que el mundo se resolvía en los bares. Cuando canciones como “La marcha de la bronca”, “Che ciruja” o “Los caminos que no sigue nadie”, podían dar letra a parroquianos, bohemios y soñadores. Pero no. Lo que Miguel Cantilo y Jorge Durietz oyen –a medias– es un entramado de palabras un tanto inconexas, que no repara en aquellas improntas. Que distan de detenerse ante el dúo que le contó historias a la ciudad, porque la ciudad se las había contado primero, allá por fines de los sesenta. O principios de los setenta. Y que después la siguió con el campo, con el Bolsón de los cerros, incluso con Europa. “Lo que tienen muchas canciones de Pedro y Pablo, que en nuestro nuevo disco parece acentuarse, es lo cotidiano. Nuestros temas no son lucubraciones filosóficas, sino flashes de bares o sitios, que luego pasamos a lenguaje de canción”, sorprende Miguel Cantilo, a quien, por lo visto, le atrae más de lo intuido el anárquico ruido del lugar. 

O por lo menos le da letra. “A mí la que más me gusta del disco, y que tiene mucho que ver con esto, es ‘Para bien’”, prosigue el cantautor. “Es una canción de amor de pareja, pero vista desde afuera. Una historia que uno puede escuchar en lugares como éste, por ejemplo, y que habla de cosas que pasan en una relación de amor momento a momento, desde estar en la cocina hasta estar en la cama, pero de una manera sutil. Es una canción que me remite a lo que hace hoy Lucho Guedes, por ejemplo, que reproduce situaciones de pareja con mucha precisión”, se planta el creador de “Padre Francisco”, ante la inminente presentación de Unidos por el cantar, primer disco en estudio de Pedro y Pablo, luego de Corazón Sudamericano, publicado allá lejos en el tiempo: 1985. “Yo creo que hoy es momento de cantarle a esas cosas, de exponer los sentimientos de la gente. No es momento de salir con visiones panorámicas de la sociedad, o cuestionamientos políticos que ya sabemos que están hace años, y que en la canción no han conducido a nada, porque siguen las mismas taras y los mismos obstáculos. No son las canciones las que han despertado conciencia en la masa como para combatir esas taras. Por eso, hoy creo que es más útil pararse en las cosas sustanciosas del ser humano”, se envalentona Cantilo, en una postura “intrépida” que recuerda aquella que sostuvo en épocas de “La gente del futuro”. 

Unidos por el cantar consta entonces de doce canciones nuevas y propias, y será estrenado en público (gratis) hoy a las 20, en la sala Argentina del Centro Cultural Kirchner (Sarmiento 151). “Yo lo que digo es gracias por la posibilidad de trabajar junto a Miguel con la misma pasión, claridad y respeto que teníamos hace cincuenta años, cuando nos encerrábamos con el Geloso de cinta abierta en el baño de la casa de mis padres para cantar”, se engancha Jorge Durietz, acerca del enésimo reencuentro entre ambos que, como dúo –y contando el flamante–, llevan grabados diez discos a la fecha: siete en estudio (Yo vivo en esta ciudad; Conesa; Apóstoles; Contracrisis; Pedro y Pablo No venta;  Corazón Sudamericano y Unidos por el cantar). Y tres en vivo (En concierto; En gira; Pedro y el registro de los últimos conciertos en el Teatro Maipo y el Auditorio de Belgrano). “Entiendo que en nuestro último disco hay un centro de atención puesto en la tierra a través del tema ‘Soy latinoamericano’, donde además el corazón está puesto en la hermandad de los hombres, con los que compartimos el continente”, continúa Durietz. 

–El abanico, en este sentido, puede abrirse y espejarse en discos solistas de Miguel, como Sudamérica va, por caso…

Miguel Cantilo: –Sí. Es que me obsesiona Sudamérica porque cuando viajo afuera me siento muy sudamericano. Cuando estás en otra parte del mundo, te situás más en tu origen que cuando estás en tu tierra.

–¿Qué los une a ustedes, el amor, el espanto, o las dos cosas?

M. C.: –(Risas) Yo creo que nos une, como dice el título del disco, el cantar, porque si no cantáramos no sé si seríamos tan amigos.

Jorge Durietz: –O lo seríamos, pero como esos amigos que se ven cada tanto. En realidad, más que amigos somos parientes, porque nos conocemos desde la adolescencia, y después de cincuenta años de compartir cosas tenemos una familiaridad intensa. Es eso. 

M. C.: –Claro, porque los amigos se eligen y los parientes no. Y nuestra unión se da a través del cantar. Habrá habido amor, habrá habido diferentes grados de emocionalidad entre nosotros, no sé. Lo que sé es que básicamente nos unieron las voces y las guitarras.

–Desde lo subjetivo, claro. ¿Y desde lo objetivo, qué pasa?, ¿qué línea baja hoy, en estos tiempos, Pedro y Pablo?

M. C.: –Una vez, un periodista nos dijo que siempre nos reuníamos en los momentos difíciles del país (risas). Y, bueno, esta no es la excepción. La reunión empezó a gestarse hace un año, más o menos, y en perspectiva podíamos visualizar lo que se venía, pero el contenido del disco no está tan agarrado a los vaivenes políticos y sociales, sino que tiene una línea que a veces tuvimos… muy latinoamericanista y progresista, si se quiere, pero no con bajada de línea política, como en otros tiempos. 

–Si no la hay, pues no se está hablando del Pedro y Pablo más clásico (o conocido) que es el de “Apremios ilegales” o “La marcha de la bronca”, sino del más intimista… el de Contracrisis, tal vez, o el de Corazón Sudamericano...

M. C.: –Tal vez haya ahora una modulación en la forma de expresión. En “Soy latinoamericano” trato de abordar el tema de la colonización, pero con sutilezas y síntesis, sin ahondar, como hubiésemos hecho en otra época, de una manera más detallada en la cosa más política. Igual que “Resistencia”, el tema que abre el disco, que aborda la temática ecológica, y a través de ella, cuela temas como la esclavitud de las masas o la desintegración social. Estos temas, quiero decir, se abordan pero menos detalladamente.

J. D.: –Sí, lo social y combativo es apenas un ingrediente, porque lo central de “Resistencia” pasa por el cuidado del planeta y del medio ambiente. De todas maneras, al ser el tema que abre el disco y al tener ese título, liga más con la imagen previa que parte del público tiene respecto del dúo. Respecto de lo puntual de su pregunta, sí, tal vez hoy estemos más cerca de Contracrisis y Apóstoles. Pero además, este disco tiene mucho de latino en los ritmos, como habíamos hecho en “Chicuelo tropical”. También estamos cerca de Corazón Sudamericano, disco en el que incluso metimos reggae. Lo que veo un poco distinto en Unidos por el cantar, es que se ve volcado el paso de los años como experiencia de vida en la forma de hacer las letras por parte de Miguel, en la reflexión y el tempo en que se dicen las cosas. Está bueno haber vivido los años que hemos vivido. 

M. C.: –Se ganó en ternura, sí. Hay temas como “Para bien” o “Los nuevos viejos”, donde al amor vence al odio. Y creo que en este sentido, no solamente en el estético, el disco es una continuidad de Corazón Sudamericano. 

Corazón Sudamericano, en efecto, es el último disco que el dúo grabó en estudio, porque el resto del material en conjunto que hay entre 1985 (año de publicación de aquel) y hoy, son trabajos en vivo. “Ahora, que volvimos al estudio después de tantos años, volvimos a los experimentos latinos, un poco reivindicando nuestra pertenencia al continente americano”, refrenda Miguel, sobre el trabajo poblado de temas nuevos. “Temas sin uso, sí”, ratifica el cantautor, mientras pide un cortado miti miti y el clima humano del bar sigue su curso. 

–Decía Jorge que la experiencia suma y es difícil contrarrestarla. ¿Puede “restar” también?

M. C.: –También resta, sí (risas). Cuando retornamos a principios de los ochenta, recuerdo que hicimos giras por todo el país y teníamos un nivel de actividad y una energía que hoy no tenemos. No podríamos hacer semejante laburo. Entonces teníamos 32 años, y mucha energía. En eso, la experiencia resta, sí.

La formación sostén de Pedro y Pablo para presentar el décimo trabajo discográfico de su zigzagueante trayecto es con el baterista Rodrigo Genni, más Sufián Cantilo en teclados, Anael Cantilo en bajo, Facundo Guevara en percusión y una sesión de vientos “tropical”, que en el disco contó con los arreglos del Pollo Raffo. “Se trata de una banda afiatada, con dos de mis hijos que crecieron escuchando la música de Pedro y Pablo, un poco a la fuerza, digamos –se ríe Miguel–, más la presencia de Facundo, porque se necesitaba percusión a sangre… las canciones no podían resolverse con samplers y máquinas”. Respecto del factor musical, Unidos por el cantar hace convivir la idea de marcha a través del tema “Resistencia”; el legado –también propio del grupo–en el que conviven resonancias de Simon & Garfunkel, The Beatles y el folk-country, en “Los nuevos viejos”); o lo latino-percusivo muy presente en “Lo que soy, seré”. “Yo creo que este tema es el que mejor sintetiza el espíritu del disco”, opina Cantilo. “Pero también hay toques de bossa nova, un estilo que tocamos desde que el dúo nació, y que es tan de raíz, tan familiar para nosotros como el tango, el rock o lo latino… ese es terreno de Jorge, y lo demuestra en el tema que compuso él, llamado “La tibia música”. 

–¿Y qué hay de “Las gaviotas de Liverpool?

J. D.: –Uhhh… sí, nos estábamos olvidando de éste tema tan importante, que no tiene a ninguno que lo acompañe, pero tiene un significado muy importante, porque es un homenaje a nuestro amor por lo Beatles. Tiene guiños a temas como “Blackbird”, y lo hicimos desde un punto de vista muy original, porque Miguel lo escribió luego de visitar Liverpool, algo que para nosotros había sido una cosa inalcanzable, cuando teníamos 15 años y escuchábamos a los Beatles. Ellos han sido una influencia total para nosotros, tanto en lo musical, como en lo poético y sobre todo en nuestras formas de vida. Fue hermoso para nuestra generación haber crecido junto con ellos… haber aprendido de ellos nuevos acordes, nuevas armonías, nuevas maneras de ver el mundo, y las cosas. En fin, es un homenaje tal vez tardío, pero que había que hacer por todo lo que implica. 

–Era el tema que faltaba para darle un sentido holístico al disco, quiere decir...

M. C.: –Si, porque si bien se desprende del resto, también nos completa. Es el matiz rockero que nos completa como dúo, porque jamás nos cerramos en un género particular.