@humoristarudy

¿Cómo le va, lector, cómo anda? Esperamos que bien, festejando  que a Lilita se le cayó el bozal y ahora va a poder decir todo lo que no dijo. Capaz que nos enteramos de algo que ya sabíamos, o quién le dice por ahí dice algo que no tenía pensando decir y terminamos pidiéndole perdón por haberla escuchado. Porque así son las cosas ahora: si usted escucha algo que no debía. es su culpa y debería pedirle perdón a quien lo dijo. 

Si usted no está de acuerdo con esto, usted no está respetando la libertad de expresión “de mercado”, que es la que reina ahora. Mejor dicho, decir “libertad de expresión de mercado es una verdadera redundancia. Porque ahora todo es de mercado, 

Con la Nueva Revolución de la Alegría,  cuando uno dice “Amor”, sexo”, “ciencia” “sabiduría”  “Amistad” “ comida” o lágrimas”, es obvio que son Amor, sexo”, “ciencia” “sabiduría”  “Amistad” “ comida” o lágrimas” de mercado. Si no, no le interesan a nadie , no los vota nadie.

“Mi amor no es amor de mercado/Porque un amor sangrado /

No es amor de lucrado/Mi amor es todo cuanto tengo/Si lo niego o lo vendo/¿Para qué respirar?” cantaba Silvio Rodríguez en su  tema “Por quien merece amor”. 

Pero lo hizo en Cuba, y en la década del 80.  Para su cuñado neoliberal que mira esta nota de ojito, decir “En Cuba” y decir “ en los 80” es otra redundancia, ya que para él Cuba es sinónimo de pasado. 

El futuro, según su visión, es un país en donde las fuerzas de mercado de liberen de toda forma de opresión, como lo son los aportes patronales, las indemnizaciones, los aguinaldos y otras herramientas de tortura de mercado que la Asamblea de 1813 se olvidó de abolir. 

Porque como estaba copada por el kirchnerismo, les hicieron creer a los argentinos que podían ser libres, y que los títulos de nobleza no hacían que una persona fuera superior a otra. Por suerte, así como en Cuba “En eso llegó Fidel”, acá “En eso llegó Mauricio, y se acabó la diversión” 

Por ahí usted está festejando, pero otra cosa, lector. 

Por ahí lo que lo tiene muy contento es el resultado de las últimas elecciones. Quizás cree usted que, a partir de ese resultado, el conservadurismo se disfrazó muy bien de neoliberalismo y llegó para quedarse, y más que eso, para quedarse en el gobierno, con el beneplácito popular, que antes cada represión, ante cada aumento de tarifas, ante cada quita de  poder adquisitivo, aplauda de pie, o acostado ( sentado está difícil) y marche a la Plaza al grito de “¡otra, otra!”. 

Personalmente, no deja de ser una opinión, el resultado está más cercano a los efectos de la hegemonía mediática-empresaria.-económica-militar-judicial-religiosa ( y sigue la lista de hegemonías) que a cualquier otra cosa. 

Había un viejo refrán en idish, que, traducido al castellano, dice algo así como “Si sos rico, sos lindo, sos joven sos alto, y hasta es probable que bailes bien”. Traducido a la coyuntura nacional: “si tenés todos los factores de poder a tu favor, es posible que ganes las elecciones, más allá de lo que la gente vea, piense o sienta”

Pero quizás usted esté en un tiempo muy especial. Quizás esté rememorando, celebrando, incluso festejando, los 100 años de la Revolución Soviética. Aquella que en octubre  (en realidad ya era el 7 de noviembre, pero esta gente estaba tan atrasada que recién iba por el 24 de octubre) tomara el poder en nombre del proletariado. Encabezada por Lenin y Trotsky,  instauró un régimen  socialista que se mantuvo ( con muchos matices) en el poder, hasta 1990, días más, días menos

Usted ya me conoce, lector, sabe que la historia me interesa.  Y ya le conté el sábado pasado, que un amigo me regaló un libro  de su autoría sobre aquellos tiempos (¡Gracias Claudio Ingerflom!). 

Y para evitarme durante un rato más noticias sobre todo lo que nos van a quitar las medidas que se vienen, me refugié en el libro en cuestión. ¡No hay nada mas agradable que leer sobre la historia de Rusia en una tarde de lluvia! (Bueno, sí hay muchas cosas más agradables, pero yo hice esta)

Así me enteré que el Zar ( gobernante absoluto hasta 1917), además de ser todopoderoso, inefable y una especie de Dios sobre la Tierra,  tenía, sobre el resto de los individuos, una relación de servidumbre ( al menos hasta la década de 1860, cuando se abolió esa relación).

¡Ojo, cuando digo servidumbre, no es que “él, como gobernante, tenía que servir a todos sus gobernados, buscar el bien para todos ” sino que “ todos lo debían servir a él” tanto en las medidas que podrían modificar la economía nacional, como en sus más exquisitos caprichos, e incluso en sus deseos inconscientes. Y si él no te decía cuales eran, era tu obligación saberlos.  ¡ Eso es despotismo en serio, y no las paparruchadas que se hacen ahora!

O sea, si vos nacías, y no eras el Zar, automáticamente tenías que servirlo. Si no, no servías. Para ser claros. había habitantes que servían y otros que “no servían”. Súbitos, todos, ciudadanos, nadie. Cualquier parecido con la situación actual de los desocupados, jubilados, empleados  y demás ciudadanos que no son el Zar ni el CEO, es pura resiliencia.

Si se tiene tratado como un súbdito,  sepa lector, y también que lo sepa su cuñado neoliberal, que los voto y ahora no sabe a quien pedirle perdón (¡a Lilita no, por favor!) que ese no es el futuro, es el pasado.

De todo esto  trata este suplemento

Hasta el sábado, lector.