Desde Cannes

La película argentina Simón de la montaña ganó este miércoles el Grand Prix de la Semana de la Crítica, una histórica sección paralela que se realiza en el marco del Festival Internacional de Cine de Cannes. El film marca el debut en el largometraje de Federico Luis y está protagonizado por Lorenzo “Toto” Ferro en su segunda incursión en la Croisette después de su revelación aquí en Cannes con El ángel (2018), de Luis Ortega. El jurado presidido por la legendaria productora francesa Sylvie Pialat, una de las más experimentadas y prestigiosas de su país, le otorgó el premio mayor de la sección por unanimidad.

"En este momento necesitamos el apoyo de todo el mundo para mantener vivo el fuego del cine argentino”, manifestó "Toto" Ferro al recibir el premio, en un momento de crisis para el sector audiovisual por los recortes del gobierno de Javier Milei y el cierre del INCAA. En la misma línea se pronunció el director Federico Luis, quien deseó que este “reconocimiento tenga un valor político”, en especial para “los que dicen que en Argentina hacemos un cine que nadie ve. Pienso mucho en lo que esto significa para los compañeros de mi país porque durante estos años nos va a costar todo un poco más”.

Históricamente, el cine argentino siempre ha tenido una presencia sostenida y relevante en la Semaine de la Critique a lo largo del último cuarto de siglo. Desde Bolivia (2001), de Adrián Caetano, hasta La patota (2015) de Santiago Mitre, pasando por XXY (2007), de Lucía Puenzo, y Las acacias (2011), de Pablo Giorgelli, los premios para el cine nacional han sido un una constante en esta sección paralela, integrada mayoritariamente por talentos emergentes.

El premio al Simón de la montaña llega en un momento crucial para el cine argentino, que a pesar de ser uno de los de mayor reconocimiento internacional, está siendo sistemáticamente atacado por el gobierno del presidente Javier Milei, que ha ordenado la virtual paralización del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales. De hecho, el año anterior el Incaa contribuyó al financiamiento del film, una producción de 20/20 Films de Argentina (Patricio Alvarez Casado) asociado con las compañías Mother Superior de Uruguay, Planta Producciones de Chile y Doce Treinta Medios de México. 

El domingo pasado, cerca de un centenar de profesionales del cine argentino se manifestaron el domingo en el Festival de Cannes, entre ellos varios directores que presentan películas en la muestra, en contra de los recortes en la cultura del presidente Milei. "El Gobierno ha emprendido una cruzada contra la cultura, la ciencia y la educación", leyó María Alché, co-directora de Puan,en uno de los espacios de la Quincena de Cineastas, al que acudieron colegas franceses y de todo el mundo.

Los manifestantes desplegaron una bandera argentina gigante con el lema “Cine argentino unido” y alertaron de que “es muy probable que los festivales de cine de los próximos años tengan poquísima o nula representación argentina. “Esto no nos hace más libres ni más ricos; muy por el contrario, profundiza el rumbo marcado por el presidente Milei: hambre, ignorancia e intolerancia”.

Los cineastas argentinos recordaron que hay siete películas participando en las distintas secciones en esta edición del Festival de Cannes, algo que “solo es posible gracias al respaldo de políticas cinematográficas que durante años fomentaron activamente nuestra industria audiovisual, prolífica y reconocida a nivel mundial”.

Como en su arrolladora composición del asesino múltiple Robledo Puch en El ángel, en Simón de la montaña Lorenzo “Toto” Ferro también se convierte en el primer motor de una película que gira enteramente a su alrededor. Él es Simón y también pareciera ser la montaña misma, tan inexpugnable es su personaje, un muchacho de 21 años que se niega a dejar la adolescencia de la manera más radical posible.

Habitante de un pequeño pueblo al borde de la Cordillera de los Andes, todo es fronterizo en Simón, que para escapar de la triste rutina de su casa, donde tiene una pésima relación con su madre (Laura Nevole, la “tenista” de las películas de Lucía Seles), se mezcla y se mimetiza con un grupo de chicas y chicos de una escuela para adolescentes con discapacidades. La primera virtud de la opera prima de Federico Luis –que ya había estado aquí antes en Cannes con su corto La siesta (2019)- es que no pretende explicar nada en términos psicológicos; elige en cambio sumergirse en la realidad interior de ese muchacho de quien la cámara casi nunca se desprende.