Mañana se inicia en la sede de La Montonera, en Pilar, la 114 asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina, máximo organismo de los obispos católicos. La principal tarea de esta reunión es elegir nuevas autoridades de la jerarquía eclesiástica. El actual presidente, José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe, cesa en el cargo después de cumplir dos períodos consecutivos de tres años de mandato y sin posibilidad estatutaria de ser reelecto. Quien aparece como su posible sucesor es el cardenal Mario Poli, arzobispo de Buenos Aires, quien durante el último período ocupó la vicepresidencia primera.

De acuerdo a lo que establece el estatuto, “la Asamblea Plenaria es el órgano primario y principal de la Conferencia Episcopal que expresa de forma particular el afecto colegial de sus miembros” y se celebra dos veces por año. En esta ocasión se convocó a 89 obispos (diocesanos, coadjutores, auxiliares) que tendrán participación activa en la elección. También están invitados 43 obispos eméritos y el nuncio apostólico (embajador del Vaticano) Emil Paul Tscherrig, obispo suizo que ocupa ese cargo desde enero de 2012 y que se encuentra próximo a partir hacia un nuevo destino diplomático en Italia.

La asamblea episcopal se extenderá durante todo la semana y el martes por la tarde se iniciarán las votaciones para elegir primero a los miembros de la Comisión Ejecutiva (presidente, dos vices y secretario general) y luego a los titulares de 19 comisiones episcopales, Cáritas y otros organismos de la Iglesia. Está previsto que las votaciones continúen al menos hasta el viernes a la mañana con la integración de los miembros de todas las comisiones, intercalando en la agenda otros temas de interés eclesiástico.

Poli aparece como firme candidato a suceder a Arancedo, a pesar de que el cardenal porteño expresó a varios colegas su reticencia a asumir el cargo. El arzobispo de Buenos Aires es un hombre de bajo perfil político y poco dispuesto a las apariciones públicas que no sean estrictamente religiosas. Desde el punto de vista pastoral se lo considera un hombre moderado, muy alineado con las posiciones del Papa Francisco, que fue quien lo eligió para esa responsabilidad.

Otro nombre que se mencionó para ocupar la presidencia es el de Oscar Ojea, obispo de San Isidro y actual presidente de Cáritas. Ojea cuenta con prestigio entre sus pares, es un hombre que muestra preocupación por los temas sociales y tiene muchos contactos en el ambiente político. De no ser elegido para la presidencia es posible que ocupe un lugar como vice en la Comisión Ejecutiva. A la otra vicepresidencia podría arribar el arzobispo de San Juan y actual titular de la Comisión de Pastoral Social, Jorge Lozano, interlocutor frecuente del mundo político y sindical. Lozano es de los obispos que no ocultan sus aspiraciones a seguir proyectándose dentro del episcopado.

El actual secretario general, Carlos Malfa, obispo de Chascomús, cumple un primer mandato de tres años en el puesto, y es altamente probable que se produzca su reelección para que continúe allí por igual periodo hasta el 2020. También se elegirán nuevos presidentes de las comisiones episcopales y los obispos que integrarán esos cuerpos. Entre las más importantes se cuentan Educación y Pastoral Social.

En todo el proceso electoral se utiliza un sistema electrónico mediante el cual cada obispo está identificado con un código de barras que puede leerse con un lápiz óptico, lo que permite agilizar el mecanismo de las votaciones que, en esta oportunidad, serán aproximadamente 170. En las semanas previas a la asamblea la Conferencia Episcopal realizó una consulta entre los obispos para que cada uno de ellos expresara en qué comisión desea participar de acuerdo a sus capacidades y disposición, y siempre que resulte electo para ello por sus pares. Esta compulsa no corre para quienes integrarán la Comisión Ejecutiva.

Al hacer el balance de su gestión durante los últimos seis años, Arancedo recordó sus encuentros con los presidentes Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri, señalando que con ambos se buscó “una relación diálogo” en la que “ni antes ni ahora, hemos sido nunca ni oficialistas ni opositores”. El presidente saliente insistió también en que “Argentina necesita diálogo”, algo que ha venido subrayando en muchas de sus apariciones públicas.

Arancedo ha sido criticado por actores de la Iglesia Católica comprometidos con los sectores populares por lo que consideran falta de una actitud más activa y comprometida en favor de los pobres y excluidos, a pesar de que el arzobispo santafesino se manifiesta seguidor y admirador, además de amigo personal, del Papa Francisco. El presidente saliente asegura que “la Iglesia ha buscado salir (a la sociedad) y estar cerca de la gente”. 

El propio Arancedo destaca como un logro de su gestión el haber organizado y puesto a disposición los archivos de la Conferencia Episcopal que dan cuenta de las relaciones de los obispos con la dictadura militar (1976-1983) y en los que se presume puede haber datos que aporten a las investigaciones sobre la situación de personas desaparecidas y niños nacidos en cautiverio. 

Los obispos recibirán en asamblea al obispo Paul Richard Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados dentro de la Secretaría de Estado de la Santa Sede, virtual canciller del Papa, quien se encuentra en el país invitado por el gobierno argentino.

No se espera que del encuentro episcopal surja un pronunciamiento eclesiástico que refiera a la situación del país, si bien esto puede variar a partir de los intercambios iniciales entre los obispos que se concretarán en sesión plenaria entre lunes y martes. Es habitual que una vez elegida la Comisión Ejecutiva las nuevas autoridades tramiten de forma rápida una entrevista con el Presidente de la Nación, pero la celeridad para concretar el encuentro dependerá tanto de quienes resulten electos como de la disponibilidad de la agenda presidencial.