Desde Roma

Once Premios Nobel –entre ellos el argentino Adolfo Pérez Esquivel–, expertos de la ONU y de la OTAN (Organización del Atlántico Norte), diplomáticos de Rusia, Estados Unidos, Corea del Sur, Irán y muchos otros,  expertos en armamentos y representantes de distintas religiones, fueron invitados por el Vaticano para discutir sobre las armas nucleares y sus consecuencias y diseñar, según algunos de los expertos, una suerte de plan de acción conjunto que permita presionar a los países productores para que acaben con ellas. Las armas nucleares “generan un equívoco sentido de seguridad y no pueden constituir la base de la pacífica convivencia entre los miembros de la familia humana”, subrayó el papa Francisco en un mensaje dirigido a los asistentes.

La conferencia, titulada “Prospectivas para un mundo libre de armas nucleares y por un desarme integral” fue promovida por la oficina vaticana para el Servicio del Desarrollo Humano Integral dirigida por el cardenal de Ghana, Peter Turkson. Inició ayer y concluirá hoy sábado en el Vaticano. “Estamos al borde de un holocausto nuclear”, dijo Turkson al inaugurar el encuentro. Pero la realización de esta conferencia, explicó, nada tiene que ver con el viaje del presidente estadounidense americano Donald Trump a China, Japón, Corea del Sur, Vietnam y Filipinas. Las dos cosas han coincidido por casualidad en las fechas pero nada más, aclaró el prelado tratando de evitar deducciones inexactas como algunas, publicadas por la prensa italiana, que hablaron de una posible  “mediación” del papa entre USA y Corea del Norte, hecho desmentido luego por el Vaticano.

Al recibir a los participantes poco después en la Sala Clementina del Palacio Pontificio, Francisco destacó que el tema de los armamentos es “crucial en este momento , tanto en sí mismo como por la complejidad de los desafíos políticos del actual escenario internacional”. “Es un hecho que la carrera armamentista no se detiene y que los costos de modernización y desarrollo de las armas, no sólo nucleares, representan un gran gasto para las naciones que así hacen pasar a segundo plano las prioridades reales de la humanidad que sufre: la lucha contra la pobreza, la promoción de la paz, la realización de proyectos educativos, ecológicos y sanitarios y el desarrollo de los derechos humanos”.

No es la primera vez que Francisco se refiere a los armamentos y a la necesidad de luchar por la armonía entre los pueblos de modo pacífico. Lo había hecho en septiembre de 2015, cuando visitó la asamblea de Naciones Unidas en Nueva York y recordó el preámbulo y el primer artículo del acta constitutiva de esa organización que habla de la solución pacífica de las controversias. “Debemos comprometernos a favor de un mundo sin armas nucleares aplicando plenamente el Tratado de No proliferación de esas Armas”, dijo. El Tratado, que la ONU estableció en 1968, fue firmado por 190 países pero increíblemente exceptúa a los principales productores de armas nucleares que son los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (USA, Rusia, Francia, Reino Unido y China). Hoy, según algunos datos publicados por la prensa italiana,  otros cuatro países están armados nuclearmente: Israel, India, Pakistán y Corea del Norte. Aunque no las producen ni las tienen regularmente entre sus armas,  países como Italia, Bélgica, Alemania, Holanda y Turquía, alojan algunas armas nucleares en sus territorios, generalmente de la Otan.  El papa volvió a referirse a las armas nucleares en un mensaje dirigido a la ONU en marzo de 2017, en ocasión de una reunión que intentaba negociar un instrumento jurídico que condujera a la eliminación de esas armas. 

En su mensaje de ayer Francisco recordó además que una reciente votación en la ONU “estableció que las armas nucleares no solamente son inmorales sino que deben considerarse un ilegítimo instrumento de guerra”, como por lo demás ha sucedido con las armas químicas: Pero  todavía no hay un nuevo acuerdo internacional que establezca reglas en este sentido, válidas para todos los países sin excepción. “Teniendo en cuenta además que podría haber una detonación accidental por un error de cualquier tipo, hay que condenar con firmeza la amenaza del uso de armas nucleares y el hecho de poseerlas, precisamente porque su existencia es funcional a una lógica del miedo que no afecta sólo a las partes en conflicto sino a todo el género humano”, concluyó Francisco.

Desarmar la “conciencia armada”

En declaraciones a PáginaI12, Adolfo Pérez Esquivel –que ayer además dictó una conferencia en         la Universidad La Sapienza sobre “Memoria y resistencia” donde también abordó estos temas- calificó de “muy importante este encuentro” porque “hay amenazas de países que de concretarse provocarían el holocausto de la humanidad. No se trata de poner más sanciones a Corea del Norte sino de abrir instancias de diálogo. Las grandes  potencias quieren reservarse para ellas el uso de las armas nucleares. Y no debe ser así. Hay que pedir el desarme de todas. India, Pakistán, Corea del Norte, Irán están tratando  o pensando en aumentar sus armas nucleares y eso no es traer paz al mundo sino la destrucción planetaria”.

“Lo que vamos a hacer en estos días es reflexionar juntos y ver los caminos posibles para cambiar la situación. No es que dentro del Vaticano vamos a resolver el problema sino que trataremos de elaborar algo para que pase a la ONU”, dijo además, destacando sin embargo la necesidad también de cambiar ciertas reglas de la ONU. “Cuando empezó la ONU eran 57 los estados miembros. Hoy son 192 y sigue existiendo la misma estructura del año 45. Cinco potencias controlan todo. No puede ser que la vida del mundo dependa de esas cinco potencias”. En efecto los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (los restantes 10 miembros son rotativos) son los únicos que tienen derecho de veto sobre las decisiones de ese Consejo. “Con los Premios Nobel, con quienes venimos trabajando desde hace tiempo sobre este tema, pensamos que hay que cambiar esto y pedir el desarme nuclear total, de todos”.

Pérez Esquivel contó asimismo que estuvo en Malvinas del 11 al 18 de marzo pasado y que quedó impresionado por las armas nucleares que allí existen. “Hay una base militar enorme. Hay submarinos nucleares. Hay operaciones militares. Son armas que pertenecen a la OTAN”, dijo, pese a que Celac (Comunidad de Países Latinoamericanos y del Caribe) y Unasur(Unión de Naciones Sudamericanas) han hecho pedidos y declaraciones para crear en Latinoamérica zonas de paz.

Según el Premio Nobel argentino, “lo primero que hay que hacer es desarmar la conciencia armada. Si no hay algún nuevo movimiento y pensamiento desde las iglesias, desde los pensadores, ¿dónde vamos a ir a parar? ¡Esto es un desafío! Por eso lo primero es desarmar la conciencia armada de todos los que piensan que tienen el poder  de controlar el mundo. Y el papa Francisco puede influir en esto. Pero no lo puede hacer sólo. Podrá hacerlo si nos unimos, si la ONU, los Premios Nobel, trabajamos juntos para cambiar esto. Hay que proteger, salvar lo que el Papa llama ‘la casa común’. Si destruimos este planeta, pensar en otro es ciencia ficción. No nos olvidemos de Hiroshima y Nagasaki”.