Cada año unas 3000 niñas de entre 10 y 14 años se convierten forzadamente en madres en el país, de acuerdo con estadísticas oficiales. “Este caso dibuja un patrón que venimos advirtiendo y nos preocupa porque se trata de niñas que llegan a los servicios de salud con embarazos muy avanzados o casi a término y recién ahí familias, escuelas, efectores de salud y comunidad próxima a las niñas parecen tomar conocimiento de lo que a ellas les ocurre”, advirtió Milena Páramo Bernal, coordinadora de Cladem-Argentina. La mayoría de esos embarazos son producto de abusos sexuales perpetrados por varones de su propia familia o de su círculo más próximo. “Esos abusos no son denunciados sea por desconocimiento o porque hay silencio cómplice; producto de la violencia sexual las niñas transitan embarazos que en todo sentido las exceden”, agregó la activista.

En el país hay protocolos de atención en casos de violencia sexual “que deben implementarse”, reclamó Páramo Bernal. Son causales de aborto no punible tanto la violencia sexual como el riesgo de vida de la madre, que convergen en la mayoría de estos casos. “El embarazo infantil es una forma de tortura y como sociedad debemos avanzar en medidas para prevenir, erradicar y sancionar esta forma de violencia”.