Dos de los custodios de Alberto Nisman ratificaron ayer todo lo que dijeron desde el primer día. Rubén Benítez repitió que el fiscal le pidió un arma prestada el sábado 17 de enero de 2015, el día anterior a su muerte. Fue la primera vez que Benítez entró al living del departamento de Nisman, pese a que llevaba 15 años como custodio del fiscal. Se ve que Nisman buscó ese ambiente inusualmente amigable, ya que se tiró el lance de que Benítez le prestara un arma. Ante la negativa del custodio, el fiscal finalmente intentó convencer a Benítez de que comprara un arma a su nombre para prestársela después. Adujo que quería la pistola para defender a sus hijas, el mismo argumento que usó para pedirle el arma al técnico informático Diego Lagomarsino. Ayer también declaró otro custodio, Néstor Durán. Contó que ese sábado 17, después de las 20, Nisman le entregó un sobre para un periodista de Infobae. Tras llevarlo, llamó al fiscal a las 20.40 y le dijo que ya había concretado la entrega. Nisman le dijo que guardara el auto en la fiscalía y se presentara en el edificio al día siguiente, a las 11. Esto prueba que el fiscal estaba vivo a las 20.40, un dato de importancia teniendo en cuenta que Lagomarsino dejó el edificio Le Parc a las 20.32, algo que está registrado en las cámaras. El dato deja a Lagomarsino fuera del escenario de la muerte del fiscal, aunque le siguen imputando que fue parte del supuesto plan criminal. 

Si no estuviera de por medio algo tan grave como la muerte de una persona, la declaración de Benítez y Durán sería más propia de una película de humor:

Esas respuestas y relatos de los custodios contrastan con la seriedad de la acusación. Se los imputa por incumplimiento de los deberes de funcionario público, pero el fiscal Eduardo Taiano englobó en esa acusación hechos muy graves: que permitieron que entraran los supuestos asesinos y que permitieron que ingrese el arma con la que se provocó la muerte del fiscal. La contestación de Benítez y Durán fue básicamente la misma: Nisman era el que daba las instrucciones, “nosotros no hacíamos más que lo que él decía”, “no teníamos órdenes distintas de la jefatura sino cumplir con lo que Nisman pedía”, “el fiscal decidía cuándo debíamos llegar y cuándo nos podíamos ir”. Uno de los argumentos de los custodios es que ellos debían custodiar a Nisman cuando se transportaba de un lugar a otro, no cuando estaba en su departamento, el lugar donde murió. 

En ese marco en el que quedó claro que Nisman no se sentía en peligro ni tomaba reales medidas de seguridad, las indagatorias de Benítez y Durán reafirmaron lo que ambos testificaron el primer día. Benítez confirmó que Nisman le pidió un arma prestada, tal como hizo después con Lagomarsino. Esto deja un indicio de que no actuó ningún comando en la muerte del fiscal sino que fue el propio Nisman el que estaba buscando un arma. Es una prueba adicional en el sentido de que el fiscal se disparó. Por el otro lado, Durán ratificó que habló con el Nisman a las 20.40, cuando Lagomarsino ya se había ido de Le Parc. En toda la causa no hay un sólo indicio de que alguien extraño haya entrado al edificio ni al departamento ni al baño donde apareció el cuerpo del fiscal. 

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