A lo largo de 2017, la Copa Davis de tenis dio síntomas de estar herida. El poco respaldo de los jugadores y el surgimiento de nuevos torneos y proyectos colocaron a la histórica competición entre la espada y la pared. Renovarse o morir. 

La final del torneo por naciones entre Francia y Bélgica (ver aparte)servirá este fin de semana para echar el telón a la temporada tenística. El año será recordado sin dudas por el resurgir de Rafael Nadal y Roger Federer, pero fueron también 12 meses clave para la Copa Davis.

Cuatro hechos demuestran que la Federación Internacional de Tenis (ITF) hace bien en proponer nuevas ideas y formatos: en la primera ronda de este año sólo jugó un “top ten”; la ATP planea resucitar la Copa del mundo; los jugadores no se cansan de reclamar cambios; y la primera edición de la Copa Laver en septiembre fue un éxito.

La ITF tiene en la Copa Davis y la Copa Fed, la versión femenina, sus dos principales productos. Y es totalmente consciente de que necesitan un lavado de cara para no perder atractivo. Se barajaron varios cambios, como crear una sede conjunta para las finales de ambos torneos, reducir los partidos masculinos de cinco a tres sets, bajar de tres a dos días los días de competición o que los países anfitriones no hicieran frente a tantos costes.

Sin embargo, el único cambio sustancial que se aprobó en la reunión de la Asamblea General de agosto fue que los finalistas decidirán si arrancan el siguiente año de anfitriones. “Respetamos la decisión de los miembros del asamblea a pesar de estar desilusionados por no poder implementar todas las reformas en la Copa Davis y Fed Cup propuestas”, lamentó el presidente de la ITF, David Haggerty. “Los cambios son necesarios para asegurar la supervivencia de nuestras históricas e icónicas competiciones estrella”.

Pocas semanas después, la ITF anunció que probará ciertos cambios la próxima temporada en los grupos I y II, la segunda y tercera división, respectivamente. Las series se jugarán en dos días y los partidos serán al mejor de tres sets. 

Los principales problemas de la Davis, cuya primera edición se disputó en 1900, es que no reparte puntos para el ranking y que no entrega premios en metálico. A ello se suman los desplazamientos —en ocasiones de miles de kilómetros— y los cambios de superficie. La consecuencia es que muchas de las mejores raquetas deciden no jugar.  

“La ITF necesita hacer cosas. Es verdad que durante muchos años han estado unos señores mandando ahí que han estado totalmente parados y no se han sabido adaptar a los tiempos nuevos y no han sabido buscar soluciones para una competición que sí es verdad que se ha quedado parada en el tiempo”, analizó en mayo Nadal, actual número uno y campeón de 16 Grand Slam.

“Hacer cosas nuevas en el tenis nunca es fácil”, opinó en ese momento el británico Andy Murray, ex número uno. Y tiene razón: el mundo del tenis es tremendamente complicado desde el punto de vista organizativo. Está la ITF, la ATP (circuito masculino), la WTA (circuito femenino) y los cuatro Grand Slam. A ello hay que añadir los intereses de los torneos, de las televisiones y de los propios jugadores, que llevan muchos años reclamando un calendario menos saturado.

En el circuito masculino, desde enero a finales de noviembre se disputan cuatro Grand Slam, el Masters de Londres, nueve Masters 1.000, 13 torneos de categoría 500 y otros 40 de 250. A esos 66 certámenes hay que añadir las cuatro semanas de la Copa Davis. 

Sin embargo, los jugadores ya han demostrado que el calendario no es lo que los empuja a no jugar. Todos aplaudieron los planes de la ATP para organizar una nueva versión de la Copa del mundo por equipos, torneo que se disputó entre 1978 y 2012 en Düsseldorf, y muchas de las principales figuras participaron en el estreno de la Copa Laver en septiembre.

Ese torneo congregó en Praga a tenistas de talla mundial como Federer, Nadal, Alexander Zverev, Tomas Berdych, Nick Kyrgios, Marin Cilic, Dominic Thiem, Jack Sock o John Isner. 

“Fue una sensación que estaba al nivel de los grandes momentos de mi carrera”, comentó Federer tras el trepidante fin de semana en la capital checa, donde compitió junto a Nadal en un dobles por primera vez en su carrera. La siguiente edición de la Copa Laver se disputará en Chicago en septiembre de 2018.