El consabido “¡No quiero!” de los preciosos niños y niñas. El también consabido pedido: “Yo quiero una mascota”. El hermano mayor que concluye: “Soy tan grande”. El cuiqui que da ver “Una de terror”. “El monstruo de la mañana” que es cada madre en la casa recién levantada (inspirado en el cuento de Isol). Los juegos de palabras –“Alelí Potelé”, “Baila diptongo”– o lecciones como la “Malarracha” de la cucaracha. Y hasta las historias de amor, como la de “Un pez que salió del agua”. Todo eso traen las canciones de Capitán Sanata, una banda que desde el año pasado se afirma en el panorama de la música hecha sobre todo para chicos, pero no exclusivamente. Y traen también una marca actoral y de humor, que en vivo se potencia. Así lo mostrará la banda hoy a las 16 en el teatro Caras y Caretas (Sarmiento 2037), presentando su disco Pateando calefones.

Los “sanateros” son Pablo Herrero (Los Cazurros), Laura Alonso (Babel Orkesta), Mario Gusso, Federico Meier, Claudio Iuliano y Eliana Liuni. En el vivo, la propuesta se ensancha, tanto por los invitados (esta vez será Emiliano Larea, con su personaje Elástico y su habilidad para la torpeza), como por los juegos en los que, se nota, los primeros que disfrutan son los que están sobre el escenario. “Uno de los comentarios que más recibimos es que el disco suena muy bien, está muy bien producido, super bien grabado, pero que en vivo hay una energía que transmite el grupo que llega de otro modo”, comenta Pablo Herrero a PáginaI12. “Laura y yo somos frontwoman y frontman, digamos. Tenemos mucho escenario, nos gusta jugar ahí arriba, y también abrir el juego a nuestros compañeros. Ellos son músicos, pero empiezan a encontrar, más allá de la música, un lugar. Lo trabajamos con mucho cuidado para que no sea nada forzado ni forzoso, porque el músico tiene que sentirse cómodo y después empezar a jugar. A medida que se afianza el grupo eso aparece cada vez más”. 

Herrero tiene larga experiencia con Los Cazurros, que sigue desarrollando junto a Ernesto Sánchez. Hay una marca de humor que es común a ambos proyectos, y así, por ejemplo, en una canción el hermano mayor puede transformarse de pronto en un símil Sandro... y proponer al público compartir “corriente eléctrica” para traspasar energía, un número que, juran, hizo de verdad Sandro en Viña del Mar 1979. Pero cantar, claro, es otra cosa. “Es otro lenguaje, que desde ya alberga también al humor”, dice Herrero. “Encontré que cantar hace bien al alma. Yo no me considero un cantante, pero cada vez disfruto más de cantar estas canciones que hacemos. El canto sale de muy adentro de uno, es una magia distinta. Cualquiera que cante, aunque no sea profesionalmente, lo sabe. Por eso cada show de Capitán Sanata es distinto al otro, y es una emoción enorme”, concluye. Esa forma particular de emoción volverá a ponerse en escena hoy, en una invitación sin límites de edades.