En tiempos de crisis, y con el objetivo de generar algunos ingresos adicionales, muchas personas se ven tentadas a salir a buscar alternativas de inversión que le ayuden a mejorar su poder adquisitivo. Algunas de estas alternativas se presentan como empresas multinivel, o esquemas piramidales, que en muchos casos pueden llevar a enormes pérdidas que afectan la economía de las personas, y hasta de ciudades enteras.

Existen distintos tipos de esquemas piramidales o empresas multinivel, y no todos tienen los mismos efectos en la economía y en la sociedad. Se pueden agrupar en 4 grandes grupos.

Un primer grupo son las empresas que tienen como eje el producto que están vendiendo. Es decir, son empresas que se dedican a comercializar un producto que es relativamente aceptado por la sociedad, y basan su estructura en dicho producto. Adicionalmente, cuentan con un esquema multinivel o piramidal, que genera ingresos extras para aquellas personas que recluten nuevos participantes. La venta de los productos coexiste con el esquema piramidal sin ser dañino. Ejemplos de este tipo de empresas hay varios, entre las principales se encuentran Natura, Avon o Herbalife.

Un segundo grupo aglutina a empresas que buscan imitar a las mencionadas más arriba, pero cuentan con un producto que no tiene un valor real en la sociedad. Es decir, un producto o servicio que se supone que es el eje de la empresa, pero en realidad lo único que genera es ingresos para los participantes: la captación de nuevos referidos (clientes) aportan dinero para contar con el producto o servicio inicial.

Un ejemplo de este tipo de negocios son aquellos que ofrecen distintos tipos de cursos motivacionales o de trading (operaciones bursátiles), que luego no generan ningún valor. Es difícil regular este tipo de empresas, dado que quien ingresa y paga su membresía, recibe todos los servicios prometidos: cursos, grupos motivacionales, señales de trading, etc. El problema reside en que esos servicios prometían una solución económica de corto plazo, pero luego no tienen una utilidad, y la única manera que existe de recuperar los costos abonados para el ingreso es recomendando nuevas personas. Así se conforma la estafa piramidal.

Esquemas abiertos y Ponzi

Luego están los casos de los esquemas abiertos, donde la pirámide es lo único que se exhibe de la empresa. Existen de muchas formas distintas, pero el máximo exponente en la Argentina fue “la Flor de la abundancia”. En este caso, el participante cuenta con toda la información antes de iniciarse en la empresa, y sabe que lo único que respalda su inversión es la posibilidad de involucrar a más gente que invierta.

A diferencia de los dos casos anteriores, no existe un producto –con o sin valor para la sociedad- que se comercialice. El gran problema de estos esquemas es que lo único que hacen es mover dinero de una persona a otra, y por lo tanto siempre que alguien gana algo de dinero es porque otro lo pierde. Siempre siguiendo la promesa de que incorporando nuevos participantes se recuperará la inversión y un bonus.

Estos esquemas funcionan un tiempo, hasta que dejan de ingresar nuevos participantes, y los últimos en entrar terminan perdiendo. Es clara la existencia de un incentivo entre los participantes a sostener este esquema.

El último caso, y más grave de todos, es el esquema Ponzi. En estos casos no hay ninguna duda que se trata de operaciones ilegales y fraudulentas. Este tipo de empresas suelen ofrecer retornos altos basados en diversas actividades: inversiones en la bolsa, trading de criptomonedas, apuestas deportivas, etc.

Los participantes ingresan aportando dinero, el cual se remunera en función de las supuestas actividades que realiza la empresa. Pero también reciben bonificaciones extras a partir de la captación de los referidos. Al ser tan altas las supuestas ganancias, los participantes no suelen retirar el dinero invertido rápidamente, e inclusive recomiendan a sus conocidos a entrar al sistema.

En parte lo hacen por un beneficio propio, para recibir las compensaciones, pero muchas veces lo hacen de manera genuina, dado que al ver que es tan fácil ganar dinero, quieren de buena fe compartir ese “secreto”. Es fundamental en este tipo de estafas aprovecharse de la buena voluntad de la gente.

Al contar con un flujo constante de nuevos participantes, y por lo tanto dinero fresco, la empresa puede afrontar los pagos de los primeros inversores que deseen retirar parte o el total de su “ganancia”. Esto le da a la vez un manto de confianza a la empresa.

No sólo prometen grandes ganancias, si no que efectivamente las pagan. El problema vuelve a ser el mismo que el caso anterior: ese flujo de nuevos participantes no es infinito, y cuando empieza a disminuir, la empresa se desmorona. En el caso anterior (Flor de la abundancia), los participantes dejaron de cobrar los beneficios por atraer nuevos referidos, sin embargo en los casos Ponzi el problema es mayor para los inversores: no sólo no consiguen ingresos extras, si no que no pueden retirar su inversión inicial ni sus ganancias, plata que ellos creían segura.

Estafas

Este tipo de estafas proliferan a nivel mundial, el caso emblemático fue justamente el de Carlo Ponzi, un inmigrante italiano en Estados Unidos que a principios del siglo XX logró engañar primero a la comunidad italiana y luego a gran parte de la alta sociedad estadounidense utilizando su artimaña.

Más adelante en el tiempo, apareció el caso de Bernie Madoff, quien realizó un fraude piramidal clásico, convirtiéndose en uno de los principales hombres de confianza de muchos grandes inversores de Wall Street. Todo se derrumbó durante la crisis subprime de 2008, cuando algunos de los principales inversores quisieron retirar su dinero y el mismo no existía.

En nuestro país, este tipo de estafas también se hicieron muy presentes. Uno de los primeros casos fue el de Ganancias Deportivas, que se instaló en San Rafael, Mendoza. Prometía ganancias exorbitantes que se generaban a través de un grupo de profesionales que hacían apuestas deportivas. Lógicamente, eso no existía y las supuestas ganancias provenían exclusivamente del dinero de los nuevos participantes. Actualmente el líder de esa empresa se encuentra en la mira de la Justicia.

Después de la pandemia, y la consecuente crisis económica, este tipo de estafas piramidales empezaron a proliferar: Generación Zoe de Leonardo Cositorto en Villa María, Córdoba, fue uno de los casos más rutilantes. Al punto de contar con un documental en la plataforma de Netflix. Y el más reciente es Knight Consortium, que se desarrolló en la localidad bonaerense de San Pedro, donde se estima que un cuarto de la población realizó “inversiones”.

Un episodio similar salpica directamente al presidente de la Nación, es el caso de CoinX. En 2021, Javier Milei posteó en su cuenta de Twitter: “Tuve el placer de conocer las oficinas de Coinx y su equipo. Están revolucionando la manera de invertir para ayudar a los argentinos a escapar de la inflación. Desde ya puedes simular tu inversión en pesos, dólares o criptomonedas y obtener una ganancia. Escríbanles de parte mía así los asesoran con lo mejor”. Dos años después, en 2023, la empresa fue allanada en el marco de una investigación por “Estafa y otros delitos”.

Desregulación

En este contexto de proliferación de negocios basados en múltiples estafas, y ante la desregulación que promueve esta gestión de gobierno en distintos espacios de la vida pública, a través de la Comisión Nacional de Valores (CNV) se habilitó la posibilidad de que las personas mayores a 13 años de edad puedan invertir en acciones y bonos con la autorización de sus padres o tutores legales.

Resulta curioso que la propia medida en su redacción en el Boletín Oficial aclara que busca “impulsar la educación financiera desde edades tempranas”, pero no se presentan otras ideas que indiquen cómo fomentarán dicha preparación. Es decir, el Estado permite que sea el propio mercado el que aporte esta educación financiera, dejando desamparados a los jóvenes menores de edad.

Las estafas piramidales tienen más de 100 años: no son una novedad. Con el tiempo, los medios por los cuales se realizan fueron cambiando (cupones postales, inversiones en la bolsa, ganancias deportivas, etc.) pero el patrón que siguen es el mismo: utilizar canales que el común de la gente desconoce y aprovecharse de eso para prometer ganancias altísimas en un corto plazo y de “manera sencilla”.

Actualmente, las criptomonedas parecen ser un canal favorable para realizar este tipo de fraudes. Y como siempre sucede, existen empresas que genuinamente ofrecen servicios relacionados a este tipo de activos, así como existen otras que buscan aprovecharse de la falta de información para engañar a un grupo de la población.

Al respecto, el libro “Criptomonedas. Un desafío a los Bancos y al Estado”, coordinado por el Departamento de Economía Política del Centro Cultural de la Cooperación (CCC), indaga sobre el rol del Estado y los bancos públicos y privados en la búsqueda de evitar que las criptomonedas se conviertan en un instrumento para la evasión y el fraude.

*Economista del Departamento de Economía Política del CCC.