Desde Mar del Plata

Los familiares de los 44 tripulantes del ARA San Juan, desaparecido en las aguas del Atlántico Sur, esperaban ayer un informe de las autoridades de la Armada que significara “el anuncio de un paso adelante en la búsqueda del submarino”, le comentaron a PáginaI12 los salteños Nicolás y Miguel Nolasco, hermanos del cabo primero electricista Luis Nolasco, quien se encuentra en la nave. “La expectativa es mucha, el deseo de tener buenas noticias genera ansiedad y desde la mañana (de ayer) se venía anunciando como importante el informe y aunque finalmente no fue lo que esperábamos, igual seguimos manteniendo la fe”. Ninguno quiso referirse a la existencia de un distanciamiento entre los que todavía conservan “la legítima esperanza de que regresen vivos” y los del grupo que, aunque comparten la misma angustia que los une en el dolor, han salido a denunciar públicamente que “les siguen diciendo mentiras” para no reconocer “que ha pasado lo peor”.

Nicolás Nolasco, el más locuaz de los hermanos, recalcó que “cada vez somos más los familiares que, como nosotros, vivimos en otras provincias y nos vinimos a Mar del Plata para acompañar a nuestros padres o a las esposas e hijos de los 44 tripulantes”. Los Nolasco fueron “acorralados” por los periodistas que hacen guardia en la puerta de la Base Naval, para que se refirieran a lo que había sucedido poco antes, cuando Itatí Leguizamón, esposa del cabo Germán Oscar Suárez, aseguró ante las cámaras que había sido “agredida” por otros familiares, en el interior de la base, por haberse asumido “como viuda y decir que también lo son lamentablemente ellas”, en alusión a las otras mujeres que están en su misma situación –de incertidumbre y conjeturas– desde estos doce días de larga espera (ver aparte).

“Nosotros no vimos que pasara nada de eso (se refiere a lo denunciado por Itatí Leguizamón), nosotros estamos acá para acompañarnos y seguimos esperando el regreso de nuestros familiares”. Los hermanos fueron entrevistados cuando salieron de la base para colgar, en el santuario  instalado sobre la alambrada perimetral, un cartel que dice: “Te esperamos Luis”, con una foto del hermano submarinista y varias imágenes religiosas. Luis Nolasco está casado, tiene dos hijas y vive desde hace siete años en la vecina ciudad de Miramar. “Nosotros estamos bien, dentro de lo posible, compartiendo momentos emotivos con amigos de Luis que han venido a solidarizarse”. Los familiares, sobre todo los que viven en el interior del país, se reúnen por la mañana en la base, para desayunar o almorzar, pero después regresan a los hoteles “ofrecidos por la Armada”. El principal es el Antártida, propiedad de la fuerza, en Pedro Luro al 2100.

Nicolás aseguró que los familiares con los que tiene trato “y que son muchos, lo único que piden es lo mismo que pedimos nosotros: que siga la búsqueda, que los encuentren y que los traigan con vida”. Luego de colgar en la alambrada el cartel dedicado a Luis Nolasco, al lado de otro que tiene una plegaria al Gauchito Gil, los dos hermanos volvieron al interior de la base, con la misma mansedumbre que mostraron en todo momento.

Raquel Colombani, madre del entrerriano de Concordia Fernando Mendoza, tripulante del ARA San Juan, realizó una invocación para que “no se pierda la esperanza aunque por ahora no tengamos ninguna noticia”. La mujer se emocionó cuando hizo saber que hoy su hijo cumple 38 años. Anunció que junto con otros familiares y amigos de Fernando “vamos a rezar el Rosario especialmente para él y para todos los tripulantes del submarino, para que vuelvan pronto con nosotros”. Se declaró optimista, a pesar de que todavía “no tenemos noticias concretas sobre los resultados de la búsqueda”. Admitió que muchas veces, los familiares “no sabemos si creer o descreer lo que nos dicen, porque estamos en una nebulosa”.

Colombani sostuvo que más que la falta de información concreta, lo que más lastima es que haya “mucha información cruzada, muchos audios, imágenes” que en definitiva tampoco aportan datos certeros sobre la suerte corrida por el submarino. De todos modos, puntualizó que “tenemos esperanzas, porque no hay perderlas, aunque es muy difícil”. Habló sobre las comparaciones que se hacen entre la situación de los submarinistas argentinos con la que atravesaron los 33 mineros chilenos que en 2010 estuvieron atrapados dos meses en la mina San José. 

“Hacen cálculos sobre el tiempo que estuvieron los mineros en el pozo y los comparan con gente que estuvo más de veinte días en el fondo del mar, pero nosotros no podemos llevarnos por todo lo que se dice porque nos volveríamos locos”. Al contrario de lo que han expresado otros familiares, afirmó que “desde la Armada hay mucha contención, mucho psicólogo, el capellán de la base estuvo hablando con todos los familiares, nos contienen mucho”. Por todo eso subrayó que no tiene “ninguna queja”.

Marta, una de las hermanas de Celso Oscar Vallejos, tripulante del ARA San Juan, comenzó ayer un ayuno, una dieta líquida “hasta que aparezcan los tripulantes” del submarino e hizo un llamado “al país” para que se sumen a la medida. Con la fe religiosa que profesa, sostuvo que “si todos nos unimos, el milagro puede ocurrir”. Consideró que lo que hace es “un sacrificio que finalizará el día que los encuentren y los traigan de nuevo a casa”. La hermana de Vallejos estimó que lo que pasó con el submarino es “un desafío de Dios que nos pone a prueba para saber hasta donde llega la fe de las personas”. Se declaró segura de que “todos están con vida”, una opinión que se expresa como deseo en todas las banderas y pancartas que nutren el santuario instalado frente a la Base Naval.

Marta Vallejos, que forma parte de una familia con varios miembros que son o han sido integrantes de la Armada, destacó además que los 44 tripulantes del submarino son “profesionales y están preparados para cualquier cosa, por eso tengo fe de que están bien y están esperando que los encuentren y que los traigan a casa”. Reconoció que dentro de la base, hay “momentos de altibajos” entre los familiares y que algunos, los que decidieron no volver allí después de que se confirmara la implosión o explosión, el jueves pasado, se limitó a decir que “cada uno puede hacer lo que quiera, pero nosotros estamos muy conformes con el trabajo de búsqueda que se está haciendo”. En este sentido, puntualizó que el jefe de la Base Naval, el contralmirante Gabriel González, “siempre nos mantuvo informados y estuvo con nosotros al pie del cañón”.