Devorar. Mirar sin pausa, sin respiro. Atragantarse con los ojos, recorrer la pintura con las entrañas, llenarse las pupilas sin masticar, hasta reventar de placer. La artista Verónica Calfat construye sus cuadros a través de la materia y el color. No importa si los peces son pescados, si los cerdos están degollados o si el esqueleto nos saluda. No interesa si las flores amarillas remiten a los girasoles de Van Gogh o si el pene es el tronco de un árbol. Las pinturas se presentan como presas para ser comidas por los ojos, generando un ansia que bordea la lujuria. Es la materia, con su cuerpo contundente y el brillo del óleo, que transforma a cada cuadro en un fetiche.

celebración

Como en su serie anterior, Irreversible, de óleos sobre vidrios, donde la fragilidad de la materia revelaba al mismo tiempo su potencia, las pinturas de La espiga de Virgo (palabras que le aparecieron a la artista enun sueño) mantienen una lógica de movimiento, resaltada por la curadora Florencia Qualina, al exponer dos pinturas desnudas, sin marcos ni artimañas, dejando al descubierto la tensión entre la materialidad del soporte –un lienzo suelto y liviano– y la materialidad de la pintura: fuerte, vigorosa, caprichosa, sensual. 

La paleta tiene una luminancia que tiende a lo oscuro y una pureza propia de lo saturado. Tonos vivos y profundos, con algunas interrupciones pálidas, pero nunca rebajadas. Cada cuadro es un hecho pictórico, una presencia, que modula el color. “Tomo imágenes que me gustan, muchas de ellas pinturas clásicas (por un anclaje afectivo), grabados medievales, fotos, cartas de tarot. Claro que la selección de imágenes no es ingenua, todo ese eclecticismo está atravesado por el lenguaje simbólico. Además de pensar una relación entre la imagen y el material o tratamiento: elegí flores, peces, pijas, cabezas, escenas de poder/sexualidad ambiguo porque hay algo en la vitalidad del óleo grueso, que se lleva bien con ese universo de imágenes. La búsqueda de la imagen propia, justamente no reside en la imagen, sino en encontrarla en el procedimiento, en el gesto.”

Arbol

Esa ambiguedad se mantiene en los temas, con los que Calfat coquetea cuando quiere y como quiere. La historia del arte es una referencia clara –el expresionismo alemán, los grabados medievales, las vasijas helénicas,que conforman un imaginario de imágenes tan eclécticas como mitológicas–. Por un lado, parece paganizar la mitología, y por el otro, nos ofrece gatos y pescados como si fuesen reyes. Dice la artista: “Esta serie de trabajos comenzó en una residencia para artistas en Alemania. Allí surgió la necesidad de volver a trabajar sobre tela. Quise exaltar la cualidad matérica del óleo. Son pinturas realizadas con empasto. Las trabajé con barras de óleo y espátula, modelando el material como si se tratara de una imagen volumétrica. La materia como fetiche. Por momentos, grotesco. Las imágenes contienen referencias a imágenes medievales, de gran carga simbólica. Elegí también flores y naturalezas muertas para articular la serie con trabajos anteriores.”

cabeza de chancho

El principio de correspondencia del Kybalion “Como arriba es abajo; como abajo es arriba”, enseña que la arquitectura del cielo se replica sobre la tierra. La espiga de Virgo es la estrella más brillante de la constelación y una de las más brillantes del cielo. La espiga es también en botánica una especie de estructura ramificada con flores, hija de la tierra, similar a la figura que conforman las estrellas. Se relaciona con el trabajo de la tierra, con los frutos que ella nos da para alimentarnos y con los tiempos de espera propios de la naturaleza. Cuenta la artista: “Con respecto al título, la idea era que se refiera a las obras de forma tangencial. Finalmente, fue un título que apareció en un sueño y me gustó porque resultó ser el nombre de la estrella más brillante de la constelación de Virgo. Además de que está ligada a la astrología, que es un tema que me interesa (las mansias y sus lenguajes simbólicos) está presente de algún modo en mi trabajo. La parte anecdótica es que soy luna en Virgo y la espiga, representa el trabajo, el cultivo, la tierra con sus tiempos lentos pero concretos.”

El cielo-tierra de Calfat se compone de astros que nacen del color, seis pinturas fetiches que rebasan óleo, entre ellos “Cabeza de chancho”; “Flores”; “Lita (la gata de Verónica)”; “Peces” y “Celebración”, un esqueleto de fiesta, con sus manos felizmente ocupadas por sus vicios, pucho y birra. La obra sin título de la amazona helena que carga triunfante un pene, no necesita más nada. Su fondo negro, el único cuadro con fondo liso, permite que sus pezones rojos como sus labios pongan en valor el hermoso trofeo obtenido, fetiche puro, que no necesita ni de cabeza ni de pies para irrigar su valor y derrochar su fuerza.

Sin titulo

“Peces” podría remitir a su vez a la simbología cristiana, pero es tan fuerte su impronta física –son peces que son ojos que son formas que son materia pura, color– que el pensamiento pasa de largo. Y cuando se detiene, lo hace en figuras de sirenas, arañas y brujas, bocetos e ilustraciones en papel que la curadora lúcida y generosamente muestra, para mostranos el imaginario de la artista,quien cambió las leyes rígidas de la arquitectura (carrera que estudió) por el Tarot y la astrología. La artista narra el comienzo de esta serie: “Pertenecen a una serie que empecé en una residencia, en la que estuve de noviembre a marzo en Leipzig. Fueron cuatro meses de invierno intenso con (temperaturas de -10º; y sobre todo con muy pocas horas de luz. Con lo cual, fue un período introspectivo, de reclusión. Llevé dos mazos de cartas de Tarot. Algunos de los dibujos son imágenes de esos mazos. La relación está en las cosas que me rodeo, las cosas que me gustan, que investigo o estudio, generalmente ligadas al misterio; también un poco de física y astronomía, aunque éstas últimas no estén tan visibles. Sobre las pinturas, estuve mucho tiempo pensando en lo que deseaba hacer y cómo volver a pintar sobre tela. Quise exaltar esa vuelta y mi insistencia en la pintura, poniendo en primer plano el material.”

El cuerpo –en este caso de la pintura–, con sus intensidades y velocidades, le gana la batalla a lo aéreo, la mente, las ideas. Como el boceto en tinta expuesto de la diosa hindú Kali, que cuchillo en mano y cara sonriente, nos advierte que una mente y una lengua filosas pueden cortar cabezas. Mejor disfrutar la sensualidad de la materia, devorar con los ojos y vivir en lo único que tenemos: el presente.

La espiga de Virgo, con curaduría de Florencia 
Qualina se puede visitar en Granada Gallery, 
Godoy Cruz 1644, Palermo, de lunes a viernes 
de 15 a 19. Hasta el 15 de diciembre.