Todos los argentinos con compromiso social y sensibilidad frente a las catástrofes del país recordarán el incendio periurbano más grande de Latinoamérica en 2021, que arrasó con más de 500 casas y 14 mil hectáreas en la comarca andina de Chubut y Río Negro. Luciano Nacci y Axel Emilien realizaron en su momento el documental Tormenta de fuego, incendios en la Patagonia, que revive aquel devastador incendio. Mediante testimonios de los afectados, el film plantea el interrogante de si se trató de un desastre natural o de una tragedia impulsada por la especulación inmobiliaria y la falta de políticas de prevención. Este domingo a las 20 Tormenta de fuego tendrá una función especial en el Cine Gaumont, en medio de una nueva ola de incendios en El Bolsón y otras zonas de la Patagonia.
Tormenta de fuego nació de la sensibilidad por aquellos incendios del sur. "Justo estábamos en la pandemia del 2021, que quedábamos encerrados en nuestras casas y habíamos visto las noticias del incendio. Yo soy de Viedma, Río Negro, y el codirector Axel, es de Neuquén. Los dos estábamos, en ese momento, en Buenos Aires. Y al ver en el noticiero que había ocurrido esto, lo llamé a Axel y le pregunté si me quería acompañar a cubrir los incendios", cuenta Nacci en la entrevista con Página/12, de la que no participa Emilien por problemas personales. "En ese momento, pedimos un permiso para poder viajar y salimos con el auto a las dos, tres semanas que ocurrió el incendio, desde Buenos Aires. A partir de eso, queríamos colaborar, no sabíamos muy bien cómo y, bueno, hacemos cine. Entonces, dijimos, 'por acá es el enfoque'", agrega Nacci.
-¿Cómo viviste los relatos de los pobladores que perdieron todo?
-En principio, fue bastante complejo. Primero, era difícil acercarse, ya de por sí porque cada persona perdió la casa, perdió sus animales, perdió su trabajo...Cuando perdés una casa, perdés todo. Entonces, el hecho de abordar las preguntas por parte de gente que venía de afuera y preguntarles con respecto al incendio era difícil. Pero en general, entablamos un gran vínculo con toda la gente que entrevistamos. Es más: muchos son amigos al día de hoy. Mientras iban contando todo lo que les iba pasando, yo me ponía a llorar. Hacíamos las preguntas con Axel y estábamos grabando con la cámara y mientras íbamos grabando se nos iban cayendo las lágrimas porque los pobladores nos lo contaban de forma tan personal, tan directa.. Por suerte se abrieron un montón con nosotros...
-¿El documental busca mostrar el lado humano de la tragedia?
-Totalmente, sí. Por eso, las entrevistas, casi en general, intentan no tener tanto montaje desde la parte de edición: se basan mucho en los relatos de cómo vivieron el incendio, cómo fue que perdieron todo. Nos parecía a nosotros importante que el espectador empatizara y se concientizara a través de lo que es que te agarre un incendio y pierdas absolutamente todo.
-La película plantea el interrogante de si los incendios fueron casuales o intencionales. ¿Cuál suponés que era el leitmotiv de esto?
-Justo ahora estamos con incendios en Epuyén, en Lago Puelo, en el Bolsón y también en Puerto Madryn. Lamentablemente, los incendios ocurren todo el tiempo y hablando nos han comentado, en general, que en la mayoría de los incendios (hablamos del 99 por ciento) hay una mano humana, ya sea intencional o no intencional. En este caso, cuando fueron los incendios del 2021, hay fuertes hipótesis que van más hacia una desidia estatal de dejar un tendido eléctrico abandonado, y después un posible negocio inmobiliario dando vuelta. El hecho es que esto fue algo que ocurrió en el 2021 y siguen pasando los años, y los mismos incendios, con gravedades tremendas, se siguen repitiendo porque no hay una intervención para que dejen de pasar.
-Justamente, mencionabas los incendios que se están produciendo actualmente en la Patagonia y que son devastadores, y el documental se reestrena en este momento. ¿Encontrás una conexión entre aquellos incendios y estos?
-Totalmente, de nuestra parte estamos viendo una historia que se repite constantemente y quien termina perjudicada es la gente que está en la zona y el bosque. Al bosque nativo que se pierde nuestra generación no lo va a ver. Ahí hay coihues, lengas y cipreses. También hay pinos, que es una especie exótica, pero todo lo lo nativo, los animales y las casas siempre hay una complicación. Esto lo saben mejor los brigadistas y los bomberos, pero hay una cuestión de que cuando se involucran casas con bosques -y ni hablar del cambio climático- afecta totalmente toda esa zona. Y es una zona que en el verano el calor es extremo, no llueve, suele haber muchos turistas que llegan también a la zona y el lugar no está preparado, no hay mantenimiento, no hay ayuda estatal para prevenir estos incendios.
-¿Por qué crees que no hay políticas de prevención al respecto?
-Te voy a hablar de forma subjetiva, desde una opinión, quizás, más personal. Las tierras de la Patagonia son increíbles. Yo soy de la Patagonia, del lado del Atlántico, de Viedma. Pero visito mucho la zona de El Bolsón, Golondrinas, Lago Puelo, Epuyén. Para que te des una idea, el año pasado fui diez veces a visitar la zona, ya sea para exhibir la película que realizamos o para acompañar. Son tierras llenas de lagos, de bosques, son paraísos. A veces, puede haber un posible negocio inmobiliario para explotar esas tierras y sacar el bosque para poder construir. Las causas exactas no las sé, habría que hablarlo más con brigadistas y con bomberos. Hay algo que nosotros también queremos mostrar con el documental: una vez que pasa el incendio, es muy difícil hacer algo. Podés ayudar a la gente a construir la casa, a intentar hacer un cortafuego. En 2021, los fuegos iban a 50 metros por minutos. Imaginate, una cuadra la hacían en dos minutos. Es imposible parar un fuego ahí. Y algo que también aprendimos con Axel es el laburo de brigadistas y bomberos, que es increíble. Dejan absolutamente la vida. Eso lo vimos mucho yendo a visitar parques nacionales, hablando con bomberos y brigadistas. Pero bueno, hay una cuestión, a veces, que puede tener que ver con intereses inmobiliarios que hacen que esos fuegos estén. También hay algo vinculado con la inversión. No se invierte en la zona, como, por, por ejemplo, reparar tendidos eléctricos para que estén en óptimo estado. En parques nacionales muchos de los brigadistas cobran 2 pesos con cincuenta, no les renuevan los contratos, quedan en vilo y no saben si van a seguir, la reducción de personal, la reducción de materiales para el trabajo. Todo eso hace imposible que se puedan contener esos incendios. Ese cóctel perfecto, sumado al cambio climático, hace que tengamos todos los veranos la misma situación y quien paga es nuestra naturaleza y la gente que vive ahí.