Para contarles a los chicos y a las chicas quién fue Atahualpa Yupanqui –y antes Mercedes Sosa, o Luis Alberto Spinetta, o María Elena Walsh, entre las figuras de la música que se abordaron– llegaron estos libritos de la colección Aventurer@s, de Editorial Sudestada (la misma que edita la revista que lleva ese nombre). De flamante edición, Atahualpa Yupanqui para chic@s, con textos del periodista especializado en música popular Patricio Féminis y caricaturas de Julio Ibarra, logra un acercamiento muy humano a una figura que a priori puede parecer tan “seria”, y a la vez compleja y rica, como la del creador de “Luna tucumana”.    

  Desde las primeras vivencias del pequeño Héctor (tal su nombre verdadero), hasta el momento en que elije el nombre que le daría identidad artística, incluyendo un paneo por sus hitos como poeta, compositor e intérprete, el relato (desde los textos y también desde las ilustraciones), logra captar escenas clave de la vida y obra de Yupanqui, y también el contexto en el que ambas se dieron. Y resulta atractivo para los chicos, pero no sólo para ellos. “Había que hablar de un artista genial que creaba hermosas melodías y letras dentro del universo de los ritmos folklóricos argentinos. Pero también de una suerte de radar que incorporaba grandes inquietudes culturales, políticas y humanas como núcleo constante de su obra: los pueblos originarios, las luchas obreras y de los trabajadores del campo, una visión amplia de argentinidad, pero no como fruto de un nacionalismo cerrado, en esa mirada sobre la propiedad que Yupanqui rechazaba”, enumera Féminis el amplio arco que abarcó la obra de Yupanqui, y que el libro recoge.

  “Ahora, ¿cómo contarles todo esto a los chicos sin abrumarlos y sin banalizar la complejidad de la vida y el mensaje de Yupanqui?”, se preguntó el periodista. Para resolverlo, desde los textos y desde las ilustraciones se encontraron algunos momentos de su historia que representan, más allá de la anécdota, una serie de ideas-fuerza: “cuando Yupanqui iba a caballo, de muy niño, a aprender guitarra a Junín. Cuando Yupanqui dialogaba con indios sabios y viejos, y de allí aprendía historias, que luego se combinaban en él con las historias de gauchos que le contaba su padre, y luego otros paisanos, guitarra en mano. Cuando Yupanqui pudo cantar en la radio por primera vez, o cuando recorrió grandes porciones del país a caballo. Cuando se subió a un barco rumbo a Europa, donde se hizo famosísimo tras conocer a Edith Piaf, y también debido a su militancia dentro del comunismo”, enumera Féminis.

  La historia incluye también algunos momentos que no siempre son señalados o recordados sobre la vida del autor de “Chacarera de las piedras”: “cómo fue prohibido en las radios en la época del primer peronismo por su militancia comunista (y su posterior salida del PC), cómo logró conectar con culturas europeas que creía muy distintas, pero en cuyos folklores también halló relaciones con el nuestro”, sigue marcando el autor. Aparece también el rol clave como co-compositora de varias de sus canciones de Pablo del Cerro: la pianista francesa Antonietta Paule Pepin-Fitzpatrick, Nennete, última esposa de Yupanqui, que así firmaba.

Féminis dice que intentó “un repaso, con un lenguaje ameno y claro, por las aventuras de un artista que simbolizó en su mismo nombre artístico una idea que tomó de culturas muy antiguas de América latina. Porque en el idioma de los Incas, Atahualpa Yupanqui se puede traducir como ‘el que viene de tierras lejanas a contar algo’”, explica. Por allí transcurre Atahualpa Yupanqui para chic@s. Y, seguramente, para grandes.