“Soy medio tímida para estas cosas, por eso actúo. ¡Ni siquiera sé cómo posar en las fotos!”, le dice Noralih Gago a PáginaI12 mientras el fotógrafo hace su trabajo. “En el escenario necesito un personaje por delante porque me siento desnuda.” Es curioso, ya que sobre las tablas encarna a la extravertida diva Concha del Río y este año vuelve a ser organizadora del Festival Internacional de Cabaret en Argentina. La segunda edición del encuentro ofrecerá otra “fiesta cabaretera” con espectáculos nacionales e internacionales, charlas, talleres y actividades gratuitas, todo relacionado con el mundo artístico del cabaret. “Nos da la libertad de hacer lo que tenemos ganas y no pensar qué empresas pueden financiarnos. Hacemos lo que queremos hacer y mostramos lo que queremos mostrar. Y por lo general a la gente le gusta, tenemos esa suerte. El cabaret es muy honesto”, se entusiasma sobre lo que puede verse desde hoy hasta el domingo en el Teatro Picadero (Pasaje E.S. Discépolo 1857).

El cabaret como género artístico quedó opacado detrás del nombre prostibulario que lo alojaba, aun cuando lo único que compartían era la locación: sobre los escenarios de esos cabarets se ofrecían números de crítica social y política, con personajes más bien marginales y políticamente incorrectos. Algo de eso, conceptualiza la organizadora, pudo rescatarse con lo que fueron los café-concert o el Parakultural en los 80, pero tras su época de auge se fue perdiendo. “Estamos tratando de recuperar ese espacio”, detalla Gago. “Los espectáculos de cabaret tienen que tener en común el humor, un poco la música, que el ámbito donde se ve el espectáculo sea más distendido que un teatro convencional, por eso el Picadero se transforma en cabaret estos cuatro días. Y después que tenga que ver con la crítica social, con la sátira política. Sobre todo con lo que a los artistas nos duele, nos pica, nos da bronca. Esos sentimientos bajos que no nos gusta sentir los transformarlos en risa”, enumera.

–En el teatro en el contexto social de hoy, ¿es más fácil hablar de sexo o de política?

–En cualquier lugar del mundo si googleás “cabaret” te aparece el negocio de la prostitución y no lo artístico. Ese sentido común no es exclusivo de acá. Está un poco ligado, pero tiene que ver con lo que sucedía en los escenarios en esos cabarets. Pero la transgresión no pasa por mostrar una teta, sino por contar lo que nos pasa y compartirlo. En el cabaret se rompe la cuarta pared, vamos construyendo el espectáculo con el público mirándote y hablándote. Y todo el que hace humor hace crítica social. A los argentinos nos cuesta un poco más con la sátira política porque está extremadamente dividida la cuestión. Nos pasa en la mesa familiar y de ahí para afuera, en todos lados. Pero creo que tenemos la inteligencia para ser sutiles, para no ser tan directos y para no lastimar a nadie, y poder hacer esa crítica política que ya iremos madurando e iremos creciendo y se podrá tolerar mejor.

Esta segunda edición será más breve que la primera, principalmente porque este año no hubo financiamiento de los estados nacional y de la ciudad, por lo que los organizadores prefirieron que dure menos días a bajar la calidad de la programación. “Lo que queremos es ganar el espacio y posicionar el festival”, apuesta Gago. “Es tarea nuestra, de los artistas y productores, cuidar nuestro trabajo. Y el entorno en general está con problemas para desarrollar su vocación, para desarrollar su oficio”, lamenta, pero también reconoce que lo hecho el año pasado les da un piso desde el cual planificar con optimismo: el festival de cabaret ya se probó y tuvo una buena respuesta de un público muy diverso. “Hay ganas de soltar a los potros y las potras que tenemos adentro. Convivimos todos de una manera muy festiva, somos todos la misma cosa y no había vergüenza de ningún tipo ni miradas que juzgaran”, recuerda. 

La madrina artística del festival este año es Georgina Barbarrosa, pero la anfitriona y presentadora del encuentro es la “diva” Concha del Río, un personaje de Gago nacido de su “fanatismo” por las galas españolas y personajes como Rocío Jurado, Lola Flores o Raphael, que fue cobrando vida propia con el tiempo y que, asegura, le permite darse ciertos gustos a los que siendo ella no se anima. “Es medio esquizofrénico lo que me pasa con Concha del Río”, reconoce la rosarina. “Realmente somos dos. A mí me molestan sus cosas en mi casa y me molesta que use mi perfume porque se pone mucho. Ella aparece en el escenario y realmente la ovacionan y la aplauden como una diva, y eso no deja de sorprenderme. ¡Hasta se sacan fotos con Concha! En un espectáculo repartió autógrafos, me piden que le mande saludos, levanta mucho más que yo”, ríe Gago y protesta: “¡Hay hombres que se enamoran de ella y no de mí!”

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