Los ojos están bien abiertos. Ahora más que nunca. El indispensable aluvión de la campaña mundial de denuncia del acoso sexual #MeToo ha llegado al ámbito cultural. Nada menos que a la Academia Sueca, a días de la ceremonia por la que el escritor británico Kazuo Ishiguro recibirá el Premio Nobel de Literatura. Hace dos semanas, 18 mujeres se animaron a hablar de múltiples casos de acoso sexual y violación, algunos cometidos en dependencias vinculadas a la academia en Estocolmo y en París entre 1996 y 2017, y tres de esas mujeres además denunciaron que el sujeto en cuestión anticipó en público el ganador del Nobel en tres ocasiones, según ha informado el diario Dagens Nyheter, que en español significa “Noticias del día”. Se trataría de la austríaca Elfriede Jelinek (2004), el británico Harold Pinter (2005) y el francés Patrick Modiano (2014); pero también se habría jactado de estar involucrado en la concesión del Nobel al francés Jean-Marie Gustave Le Clézio en 2008. Aunque el mayor diario sueco se refirió al individuo en cuestión como “personalidad cultural”, sin revelar el nombre, otros medios han afirmado que sería Jean-Claude Arnault, dramaturgo y fotógrafo francés residente en Suecia desde hace dos décadas, casado con la escritora Katarina Frostenson, miembro de la academia.

“Ya nada me sorprende sobre esa persona, ese cabrón. Supongo que lo supo por su mujer”, declaró Peter Englund, secretario permanente de la Academia Sueca entre 2009 y 2015. Englund reconoció que a él le llegaron informaciones, a partir de un artículo en la prensa francesa, que denunciaban a Arnault como el posible filtrador del nombre de los ganadores, pero el dramaturgo y fotógrafo francés lo negó. Como si fuera de manual –donde hay un abusador, hay también un entorno que hace la vista gorda y permite que el sujeto en cuestión continué cometiendo delitos, avalado por el silencio, la omisión o la indiferencia–, los rumores sobre la conducta sexual del dramaturgo no eran desconocidos en el mundo de la élite cultural sueca, como lo admitió Englund, quien en las redes sociales se sintió aliviado porque el caso “finalmente haya salido a la luz”. El predecesor en el cargo de secretario permanente, Horace Engdahl, afirmó estar convencido de que hubo filtración, pero ha rechazado referirse al caso aludiendo que violaría las normas de la institución, de la que es miembro. Se puede violar mujeres, pero no normas institucionales... Arde Estocolmo desde hace dos semanas. Hubo reunión para “sacar los trapitos al sol” y entonces se supo que varios de los miembros y familiares habían sufrido “intimidad no deseada o trato inapropiado” de Arnault, director de un foro cultural apoyado económicamente por la institución sueca. Sara Danius, la actual secretaria permanente de la Academia, aseguró que se suspendió el financiamiento de las actividades culturales de Arnault. La ministra de Cultura y Democracia, Alice Bah Kuhnke, que en 2015 le entregó a Arnault la Orden real de la Estrella Polar, por recomendación del escritor y miembro de la Academia, Pär Wästberg, se mostró indignada: “La repugnancia no tiene límites”, escribió la ministra en su cuenta de Instagram.