En la entrada correspondiente al último largometraje del realizador Jia Zhang-ke el catálogo del 26° Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente -que comienza este martes y se extenderá hasta el domingo 13 de abril- se afirma que Caught by the Tides es, a un tiempo, una película de archivo y la síntesis y versión alternativa de todo su cine anterior”. La frase es elocuente y certera, como así también la traducción al español del título original en idioma chino, “La generación a la deriva”, aunque esa cualidad de desvío hacia alguna parte del sinograma correspondiente también podría interpretarse como “romántica”. La generación romántica, entonces, es también aquella que toma desvíos, senderos que se bifurcan. Una generación que se encuentra y que se desencuentra. Una generación que también, como describe el título internacional en inglés, está atrapada por gigantescas mareas de cambio. Cualquiera de esas descripciones le calza como anillo al dedo a gran parte de la filmografía del cineasta chino, tal vez el mayor cronista (y poeta) de los ingentes cambios políticos, económicos y sociales que su país ha atravesado a lo largo del último cuarto de siglo.
El director de Platform, Placeres desconocidos, Naturaleza muerta y Lejos de ella, entre otros largometrajes de ficción y documentales, repasa en su última película esos movimientos sísmicos nacionales al tiempo que repasa su propio camino creativo, dándole un nuevo sentido a escenas, utilizadas o descartadas, da lo mismo, de algunos de sus films previos. reconvirtiéndolos para construir una nueva narración paralela, además de entregar un tercer acto cuyo rodaje escenifica el tembladeral provocado por la cercana pandemia de covid-19. Como siempre, su esposa y colaboradora, la actriz Zhao Tao, vuelve a estar en el centro de la escena, junto al actor Li Zhubin, la pareja protagónica de una película que descree de cualquier construcción narrativa convencional y erige en cambio un relato basado en viñetas, acordes y ritmos audiovisuales, texturas y climas. A diferencia de lo que, afortunadamente, ocurrió con una parte de sus obras previas, las tres proyecciones de Caught by the Tides en el marco del Bafici posiblemente se transformen en oportunidades únicas de apreciarla en las pantallas locales: la película no tiene distribución comercial asegurada en nuestro país y casi con seguridad no la tendrá jamás.
ATRAPADOS POR LAS MAREAS
Zhao Tao yLi Zhubin compartieron pantalla en tres largometrajes previos de Jia: Placeres desconocidos (2002), el retrato de un trío de jóvenes en la ciudad industrial de Datong; Naturaleza muerta (2006), filmada con el trasfondo de la construcción de la monumental Presa de las Tres Gargantas del río Yangtsé, una de las obras maestras incontestables del realizador; y A Touch of Sin (2013), tetralogía de violentos relatos contemporáneos que pareció marcar un cambio de rumbo en su obra, aunque finalmente eso no ocurriera. Durante los primeros minutos de Caught by the Tides, luego de una serie de placas que replican la letra de una canción de death metal (“Ni siquiera el fuego más salvaje puede quemar todas las hierbas, volverán a crecer con las brisas de primavera”) una joven Tao camina por las calles del barrio e ingresa en un club nocturno. La escena le pertenecía exclusivamente a Placeres desconocidos, pero ya no, aunque el personaje siga llamándose Qiao Qiao. La chica conoce a Qiao San (Li Zhubin) en una instancia temprana del relato. Jia entrelaza el encuentro con el registro documental de un grupo de trabajadoras de una fábrica que, en el tiempo de descanso entre turnos y celebrando el Día de la Mujer, entonan a capella melodías del cancionero popular de su país. La República Popular China que puede apreciarse en esa y otras escenas posteriores, en particular las que registran la realidad histórica -se destaca una entrevista al gerente de un local donde las mujeres también cantan, pero en público-, revela los últimos vestigios de una sociedad en plena mutación. Muy pronto las paredes descascaradas de ese ámbito fabril con algo de palimpsesto, en el cual conviven al menos cinco décadas de existencia, serían eclipsadas por los rascacielos iluminados día y noche con todos los colores del espectro, símbolos de una nueva China lanzada a su propia y particular versión del capitalismo.
Según afirmó en una entrevista con la revista especializada Film Comment, las escenas documentales forman parte de “algo que vengo haciendo de manera continua desde hace veintipico de años, comenzando en 2001, cuando la tecnología del video comenzó a estar más disponible”. En esa misma conversación, el director nacido en la ciudad de Fenyang hace casi 55 años, reconoce que “más o menos por la misma época, China comenzó a sufrir transformaciones enormes. Ese mismo año, a comienzos del siglo veintiuno, el país se unió a la Organización Mundial del Comercio y también ganó la licitación para ser sede de los Juegos Olímpicos de 2008. La gente estaba muy esperanzada y excitada por lo que se venía”. Jia Zhang-ke viene registrando con pequeñas cámaras digitales esas imágenes y sonidos en paralelo al rodaje de las películas de ficción. “Es una manera de documentar a mis actores y actrices mientras interactúan con los espacios, ciertos ámbitos y locaciones que me gusta capturar más allá de las películas que estoy haciendo”.
La llegada de la pandemia detuvo varios proyectos, como le ocurrió a prácticamente todo el mundo, y fue entonces cuando el realizador tomó la decisión de reunir todo ese material filmado durante más de dos décadas y entrelazarlo con escenas puntuales de tres largos de ficción (algunas de ellas nunca formaron parte del montaje original) y, finalmente, “llegar a algo coherente, que tuviera un propósito narrativo, junto con un tercer acto escrito y filmado especialmente”. Ese último y tercer acto de Caught by the Tides, en el cual los barbijos y alcoholes en gel toman el control de prácticamente todos los planos, vuelven a reunir a actor y actriz y a los personajes que interpretan, en un país muy diferente al de aquel encuentro seminal en Datong. Pero antes de eso, hay una segunda parte.
TAN CERCA, TAN LEJOS
“Tan cerca y sin embargo tan lejos”. La placa abre el segundo bloque de Caught by the Tides, el que utiliza planos y escenas de Naturaleza muerta, la historia de una enfermera y un minero que, sin conocerse de antemano, regresan a su ciudad natal luego de haber estado separados de sus respectivas parejas durante años. El lugar que los convoca es Fengyie, cuyos edificios y locales observaron la mudanza de millones de habitantes luego de que una parte de la ciudad fuera destruida, sepultada bajo el agua de la reluciente represa. En ese mismo lugar, en paralelo al film de ficción, Jia rodó el documental Dong, también de 2006, retrato de un artista y de una ciudad que conforma un díptico junto a Naturaleza muerta, más allá de sus cualidades independientes. El realizador vuelve a montar y entrelazar escenas para construir otro relato, el de una mujer, la misma Qiao Qiao, que anda en busca de Bin, de quien parece seguir enamorada. Nada de esto se explicita, apenas si se sugiere. El realizador explicó en la entrevista mencionada el proceso de edición del material preexistente y las infinitas posibilidades a la hora de jugar con la narración.
“Lo que hacía de este un proyecto tan intimidante era la cantidad de opciones que ofrecía el material. Fue un poco como con las nubes en el cielo: se pueden mover vertical u horizontalmente. Me dio mucho en qué pensar, especialmente en términos de estructura: si debía seguir una lógica espacial, que dependiera de las diferentes locaciones y ciudades, o temporal, centrándome en una era particular, o incluso en los cambios que ocurrieron durante esos períodos”. Respecto del punto de vista, que es en gran medida el de Qiao Qiao, Jia entiende que su mirada es, en esencia, “un vehículo que nos lleva, como espectadores, por un viaje emocional. Es desde su perspectiva que podemos ver como experimenta los cambios del país junto con los de ella como individuo, pero también nosotros, como espectadores, podemos ver los cambios de espacio, de los lugares, y las diferentes edades, desde la juventud a la madurez. Esa es la intención: que el público le preste atención a lo que más me interesa, que son los cambios históricos y contextuales que China ha experimentado durante las dos décadas pasadas”. Como ocurre siempre cuando se asiste a la proyección de una de sus películas, y Caught by the Tides no es la excepción, el resultado es sinónimo de ser testigos de la Historia al tiempo que ésta se va desarrollando.
Qiao Qiao casi no habla, decisión muy consciente del realizador. “Es una buena manera de mostrar que, en la sociedad china, hay personas que son de pocas palabras. Ello no es así porque no tengan nada que decir sino que, por el contrario, tienen tanto para decir que no saben por dónde comenzar”. El tercer y último tercio de la película encuentra a la protagonista establecida en una gran ciudad, aquella la vio partir tiempo atrás: Datong. Todo parece indicar que su búsqueda personal terminó tiempo atrás. Quien llega al lugar es el hombre, a bordo a un vuelo atiborrado de pasajeros con barbijos, mascarillas y otros elementos de intenso uso durante el bienio 2020/2020. Datong ya no es la misma, como no lo es la vida cotidiana en lugar. En una escena tan silenciosa como el personaje, momento de una enigmática belleza, Qiao Qiao se topa en un supermercado con un robot tan servicial como ajeno a las emociones humanas. El rostro de Zhao Tao, fotogénico y carismático como el de una estrella del Hollywood de la era dorada, lo dice todo. En particular la melancólica sonrisa. Luego de una pesquisa en un salón de baile, el encuentro entre ambos se produce en la línea de cajas. Un cliente y la encargada de cobrarle los productos. Las miradas conjuran el reconocimiento. Luego, un fugaz paseo, más miradas, escasas palabras, y otra vez la despedida, bajo la nieve y en constante movimiento.
Siempre cerca de los protagonistas de las (en apariencia) pequeñas historias que narran sus películas, el último tramo de Caught by the Tides podría verse como un cortometraje independiente sin que se resientan sus más que evidentes méritos, pero su sobrecogedora belleza y tristeza profunda sólo son posibles si se ha asistido como espectador a todo aquello que lo antecede. Como ocurre en todos sus films, es precisamente la descripción de un microcosmos lo que permite tener una visión diáfana del universo que los contiene, por la sencilla razón de que se evitan las generalizaciones para concentrarse en los detalles. Caught by the Tides lleva la impronta del final de un ciclo, como si Jia Zhang-ke, el director chino más importante de su generación, se despidiera finalmente de una etapa de su carrera resumiendo, en un título con algo de retrospectivo, las emociones que atravesaron toda su filmografía desde la ópera prima Pickpocket (1997) -que casualmente participó de la primera edición del Bafici- a lo largo de una quincena de magníficos largometrajes.
Caught by the Tides se exhibirá en el marco del 26° Bafici en las siguientes funciones: jueves 3 a las 12.55 en Cine Gaumont, viernes 4 a las 18.55 en Cine Gaumont y sábado 12 a las 13.45 en Teatro Alvear.